Washington: cómo un avión pudo impactar a un Black Hawk en el «espacio aéreo más controlado del mundo»

Una de las interrogantes que ha quedado instalada tras la tragedia aérea en Washington D.C. es cómo un avión comercial pudo colisionar con un helicóptero militar en uno de los espacios aéreos más controlados del mundo.

La noche del miércoles, el vuelo 5342 de American Eagle -aerolínea regional subsidiaria de American Airlines-, procedente de Wichita, Kansas, se aproximaba al aeropuerto Ronald Reagan cuando colisionó con un Black Hawk, haciendo que ambas aeronaves cayeran al helado río Potomac.

Mientras en el avión comercial viajaban 60 pasajeros y 4 miembros de la tripulación, en el helicóptero iban 3 militares. Durante el jueves, los equipos de rescate y emergencia dijeron que ya no esperaban hallar sobrevivientes.

El hecho de que el avión y el helicóptero, de carácter militar, hayan impactado en el espacio aéreo de la capital de la mayor potencia mundial ha llamado la atención entre los expertos.

Y es que en los cielos de Washington D.C. no sólo convergen diariamente cientos de vuelos civiles y militares, los que deben operar bajo estrictas regulaciones, sino que además la proximidad de edificios sensibles, como el Capitolio, el Pentágono y la Casa Blanca, hacen que las restricciones sean aún mayores.

Tráfico aéreo civil y militar

John Strickland, experto en aviación, indicó a BBC que pese a la cercanía de aeropuertos, la cantidad de tráfico aéreo comercial en la zona no puede explicar cómo pudo generarse el mortal accidente.

Cabe señalar que además del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan, en las cercanías también está el Aeropuerto Internacional Washington Dulles y a 57 kilómetros está el Aeropuerto Internacional de Baltimore.

“Tiene que haber una gestión de los flujos de tráfico para mantener una separación”, indicó el especialista, agregando que esto sucede en áreas con mucho tráfico aéreo, no sólo de EE.UU sino que de todo el mundo.

“Washington DC no es diferente en ese sentido a Londres o Nueva York… no es totalmente inusual”, sostiene Strickland.

No obstante, un detalle que añade mayor complejidad al espacio aéreo del Distrito de Columbia es la “intersección” del tráfico aéreo civil con los vuelos militares.

Philip Butterworth-Hayes, consultor de aviación, dijo que el accidente ocurrió en el “nexo de unión de diferentes sistemas de aviación”, incluyendo los sistemas civiles y militares.

“Estamos en la frontera de tres o cuatro sistemas de aviación, y es en esas fronteras donde suelen ocurrir la mayoría de los accidentes (en el mundo)”, mencionó.

Debido a que se trata del espacio aéreo “más controlado del mundo”, el experto señaló que para que se provocara la colisión, fue necesario que “varias” cosas salieran mal.

En ese sentido, explicó, debido a que se trasladaba en espacio aéreo civil, el Black Hawk tendría que haber volado con un transpondedor para alertar de su posición, lo que significa que ambas aeronaves deberían haber podido tenerse a la vista.

“Tanto si se trata de formación para nuevos sistemas o equipos, necesitamos saber qué sistemas había encendido el piloto en el helicóptero y si llevaba a bordo todos los sistemas de seguridad, o si estaba probando un nuevo procedimiento o una nueva ruta”, puntualizó.

Complejidad para los pilotos

La complejidad de las operaciones y la elevada congestión en el espacio aéreo en los alrededores de Washington D.C. es una combinación que desde hace tiempo generaba preocupación entre los expertos por un posible accidente, de acuerdo a Associated Press.

De hecho, aún bajo condiciones óptimas, los entendidos afirman que el espacio aéreo alrededor del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan puede ser un reto, incluso para los pilotos más experimentados. Esto, ya que deben operar entre cientos de otros aviones comerciales, aeronaves militares y áreas restringidas alrededor de sitios delicados.

Ross Aimer, un capitán retirado de United Airlines, admitió que el accidente “fue un desastre que aguardaba para ocurrir”.

“Aquellos de nosotros que hemos estado en esto durante mucho tiempo hemos estado gritando al vacío que algo así sucedería, porque nuestros sistemas se encuentran al límite”, añadió Aimer, quien además es director general de la empresa Aero Consulting Experts.

Jim Brauchle, un ex navegante de la Fuerza Aérea y abogado de aviación, dijo que desde hace un tiempo, los pilotos que despegan y aterrizan en el Aeropuerto Nacional Reagan han tenido que lidiar con helicópteros militares que cruzan el mismo espacio aéreo, a veces “a una proximidad alarmante”.

Es más, afirmó que aún cuando “todos están haciendo lo que se supone que deben hacer, sólo tienes unos pocos cientos de pies de separación entre los aviones que llegan para aterrizar y los muchos helicópteros a lo largo de esa ruta”.

Por lo mismo, advierte, las condiciones “no dejan mucho margen de maniobra para un error”.

Controladores aéreos en la mira

El número de controladores aéreos al momento de la colisión entre un avión comercial y un helicóptero militar en Washington “no era normal para la hora del día y el volumen de tráfico”, según un informe preliminar de la Administración Federal de Aviación (FAA).

En ese sentido, medios estadounidenses como FOX 5 consignan que el escaso número de personal hizo que un controlador de tránsito aéreo estuviera trabajando en dos posiciones al momento del accidente.

La tragedia áerea del miércoles ha puesto sobre el tapete las condiciones bajo las cuales trabajan los controladores en EE.UU, situación que ya había sido advertida por un reportaje del New York Times en 2023, detalando cómo varios de los controladores se veían obligados a cumplir con jornadas de 10 horas durantes seis días a la semana.

La publicación citó los casos de un controlador que llegó ebrio al trabajo, otro que fumaba marihuana en sus momentos de descanso y un tercero que amenazó y luego “empujó agresivamente” a un colega.

El reportaje además consignó que empleados del tráfico aéreo presentaron cientos de quejas ante la FAA, describiendo problemas como “peligrosa escasez de personal, problemas de salud mental y edificios en deterioro, algunos infestados de insectos y moho negro”.

Bío Bío Chile

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Agencias
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