Trump y la nueva diplomacia MAGA: por qué la paz en Gaza cambia el tablero global

Trump visita de manera express a Israel y logra el acuerdo de Paz.
La visita relámpago de Trump a Jerusalén este lunes 13 de octubre, estuvo cargada de simbolismo. Tras una visita de solo 8 horas y frente a la Knéset —el parlamento israelí— proclamó el “amanecer histórico de un nuevo Medio Oriente” tras la entrada en vigor de un cese al fuego en Gaza.

Según analistas independientes este evento pone fin a dos años de enfrentamientos sangrientos, acciones militares desproporcionadas y abusos contra civiles palestinos (documentados por organismos internacionales). El acuerdo de Trump ha devuelto la esperanza de estabilidad a la región.

El cese al fuego en Gaza, la retirada de tropas israelíes y la liberación de los 20 rehenes israelíes restantes fueron presentados como logros concretos de una estrategia diplomática no convencional. Todo esto fue presentado por Trump como triunfos diplomáticos personales, en contraste con los esfuerzos fallidos de sus predecesores. Su recepción en Israel fue de héroe: pancartas, cánticos y hasta una nominación al Premio Israel, el más alto galardón del país. Este acuerdo incluso presionaría a que Europa quite sanciones a Israel.

Netanyahu entre la espada y la pared

Sin embargo, el precio político para Netanyahu ha sido alto. Enfrenta una presión creciente de los sectores más duros de la derecha israelí que rechazan cualquier concesión a Hamás. Además, su situación legal continúa siendo un lastre: acusado de corrupción, el primer ministro recibió el respaldo público de Trump, quien llegó a pedir un indulto presidencial para su aliado, ridiculizando los cargos por haber aceptado regalos de lujo.

“¿Puros y champán? ¿A quién carajo le importa eso?”, dijo Trump en una muestra de su estilo directo, mezclando lo diplomático con lo personal.

La paz como bandera política

A nivel internacional, el gobierno de Trump ha enmarcado el acuerdo como una victoria sin precedentes. En comparación con la administración Biden, que no logró avances significativos en la región, el equipo de Trump —liderado por su yerno Jared Kushner y el empresario Steve Witkoff— presume haber roto los esquemas tradicionales de la diplomacia para lograr resultados.

Incluso extendió una oferta de reconciliación a Irán, una movida audaz dada la larga historia de tensiones entre Teherán y Washington.

Retos en EE.UU.

Mientras se presenta como “Presidente de la Paz” en Medio Oriente, Trump enfrenta una fuerte oposición interna. El gobierno estadounidense permanece cerrado desde hace casi dos semanas, en medio de un enfrentamiento con los demócratas, y se ha anunciado el despido de miles de empleados federales. Además, sus decisiones de enviar la Guardia Nacional a ciudades como Portland y Chicago han sido duramente criticadas.

Pese a los desafíos que enfrenta en su país y en la región, Donald Trump ha logrado —al menos por ahora— una victoria diplomática significativa. El momento en que Netanyahu, desde el mismo centro del poder estadounidense, pidió disculpas a un adversario regional, simboliza no solo la influencia de Trump sobre sus aliados, sino también su disposición a utilizarla sin reservas para lograr sus objetivos.

El acuerdo de paz está lejos de consolidarse, pero el mensaje está claro: en este nuevo orden que Trump impulsa, las reglas —y las decisiones— se dictan desde Washington.

El momento clave: Trump exigió a Netanyahu que se disculpara con Catar

El 29 de septiembre, según informó (La Nación) Trump recibió al Primer Ministro israelí para avanzar en negociaciones para lograr la paz.

La imagen fue simbólica, aunque no se transmitió en vivo: desde el corazón del poder estadounidense, el Despacho Oval de la Casa Blanca, el presidente Donald Trump exigió al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu a levantar el teléfono y pedir disculpas directamente al Emir de Catar. El motivo: Un ataque atribuido a fuerzas israelíes, que según fuentes estadounidenses estuvo cerca de poner fin a las negociaciones con Hamás.

Este acto, poco habitual incluso entre aliados, revela el nuevo equilibrio de poder en el escenario internacional y la determinación de Trump por posicionarse como el arquitecto de un nuevo Medio Oriente más pacífico, incluso si eso requiere ejercer su influencia con firmeza sobre sus aliados tradicionales.

«El presidente Trump considera que su plan para poner fin a la guerra es el mejor plan que puede haber, incluso si las partes quedan un poco insatisfechas», ha aseverado la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt en declaraciones a Fox News.

Según fuentes de la Casa Blanca, el ataque israelí a Doha marcó un giro en la dinámica entre Trump y Netanyahu. El ataque a Catar (9 de septiembre) fue interpretado por la administración estadounidense como una provocación grave que amenazaba el incipiente acuerdo de paz. La reacción de Trump fue contundente: en una reunión en Washington, en la misma exigió que Netanyahu se disculpara con el gobierno catarí como condición para continuar el proceso diplomático.

“Se notaba que Bibi y los israelíes no estaban contentos con lo que ocurrió ese día, pero sabían que tenía que ocurrir”, dijo un alto funcionario de la administración Trump. El ataque a Doha fue el corolario de una escalada que comenzó con el ataque israelí a Irán el 13 de junio.

Desde julio unos 14 ministros vienen presionando a Netanyahu para lograr la anexión del territorio palestino (AA) (Times of Israel). Bezalel Smotrich (Ministro de Finanzas, Israel) presentó un mapa el 3 de septiembre de 2025 proponiendo la anexión del 82 % de Cisjordania, dejando sólo unos pocos núcleos palestinos independientes.

A principios de septiembre lejos de retroceder, varios funcionarios del gobierno israelí plantearon la idea de anexionar toda Gaza y Cisjordania, lo que muchos analistas y miembros de la comunidad internacional consideran que acabaría con la posibilidad práctica de un Estado Palestino, un claro contraste con el reconocimiento formal del mismo por parte de la comunidad internacional en la última asamblea de la ONU, incluyendo potencias mundiales como Gran Bretaña, Francia, Australia y Canadá.

A fines de septiembre de 2025, en la Casa Blanca frente a periodistas, Trump declaró explícitamente: «No permitiré que Israel se anexione Cisjordania. No. No lo permitiré. No va a suceder». Cuando se le preguntó si había discutido sus planes para bloquear cualquier intento de anexión israelí con Netanyahu, Trump respondió: «Sí, pero no lo voy a permitir. Ya sea que haya hablado con él o no, no voy a permitir que Israel se anexione Cisjordania. Ya ha habido suficiente. Es hora de parar, ¿de acuerdo?».

Esta declaración lo situó en un claro desacuerdo con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, y los miembros de su gobierno ultranacionalista que han estado presionando por la anexión, pese al descontento generalizado de la mayoría de los países.

EL NUEVO PLAN DE PAZ

The Washington Post señala que el plan contempla la liberación de rehenes, el canje de prisioneros, la entrega de ayuda humanitaria inmediata, rehabilitación de infraestructura (agua, electricidad, saneamiento). La propuesta de 21 puntos incluye el desarme de Hamás, una fuerza de seguridad internacional para supervisar la transición. El plan de paz de Trump para Gaza deja la puerta entreabierta para un Estado palestino. Euronews afirma que Israel y Hamas acordaron la implementación de la primera fase del plan: cese de hostilidades, liberación de los rehenes restantes, retirada de Israel de buena parte de Gaza y comienzo de ayuda humanitaria.

Este acuerdo de paz logrado, aunque frágil, es un paso sumamente necesario en la política exterior MAGA, para seguir avanzando en la estrategia principal de contención general de China, su máximo interés sobre el cual gira gran parte de toda la atención presidencial. Recordemos que al llegar a la Casa Blanca, Trump fijó como estrategia de defensa el posible enfrentamiento con países y potencias emergentes como China, dando de baja la estrategia vigente hasta entonces basada en la lucha contra el terrorismo internacional islámico que tenía como centro de atención el Oriente Medio. Esto debería demostrar la independencia con la que Trump dirige su política exterior, a pesar de recientes acusaciones infundadas de que la misma se encuentra subordinada a intereses de otros países.

Con este acuerdo, la administración Trump busca no solo calmar una de las zonas más volátiles del mundo, sino también reorientar su política exterior hacia una lógica de bloques y países soberanos, con China como su principal foco estratégico.

Este artículo busca analizar las implicancias políticas del anuncio de un acuerdo de paz en Medio Oriente, sin tomar partido por ninguna de las partes involucradas en el conflicto. Las críticas a actores estatales o decisiones gubernamentales no deben interpretarse como juicios sobre pueblos, religiones o identidades colectivas.

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Theo Belok

Publicista, escritor, investigador, trumpista y teórico del Soberanismo.

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