Trump retira autorizaciones de seguridad a exfuncionarios de alto perfil

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el viernes un memorando que revoca las autorizaciones de seguridad de varios exfuncionarios de alto perfil, incluyendo a la exvicepresidenta Kamala Harris, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton y otros.
La medida, anunciada desde su propiedad de golf en Bedminster, Nueva Jersey, también incluye al exsecretario de Estado Antony Blinken, la exrepresentante republicana Liz Cheney, el exasesor de seguridad nacional de la Casa Blanca Jake Sullivan y Fiona Hill, una experta en Rusia que trabajó en el Consejo de Seguridad Nacional durante el primer mandato de Trump. El presidente justificó la acción afirmando que «ya no es de interés nacional que estas personas tengan acceso a información clasificada».
Entre los afectados también se encuentran Mark Zaid, un abogado de seguridad nacional que representa a denunciantes, y Adam Kinzinger, excongresista republicano conocido por sus críticas hacia Trump. Esta decisión se suma a la revocación previa del acceso a información clasificada del expresidente Joe Biden, una medida que rompe con la tradición de permitir que los exmandatarios reciban informes de inteligencia para asesorar a los presidentes en funciones sobre asuntos de seguridad nacional y política exterior.
Trump, quien derrotó a Clinton en las elecciones de 2016 y a Harris en los comicios del año pasado, ya había perdido su propia autorización de seguridad en 2021 por decisión de Biden, cuando este último era presidente. Las revocaciones actuales, aunque no tienen un impacto inmediato evidente, reflejan la profundización de las divisiones políticas en Washington.
La Casa Blanca no ha ofrecido detalles adicionales sobre las implicaciones prácticas de esta medida, pero el anuncio llega en un momento en que Trump pasa el fin de semana fuera de la capital, tras una semana de intensa actividad política. Por su parte, los afectados aún no han emitido comentarios públicos al respecto. Este paso marca un nuevo capítulo en las relaciones entre el actual presidente y sus predecesores, así como con figuras clave de ambos partidos.