Trump reafirma su política no intervencionista en el caso de Siria: «Esta no es nuestra lucha, no se involucren»
Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, ha reiterado su postura de no intervención en conflictos externos al instar a su país a mantenerse al margen de la crisis en Siria.
En una publicación del 7 de diciembre de 2024 en Truth Social, Trump afirmó: «Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo, y Estados Unidos no debería tener nada que ver con ello. Esta no es nuestra lucha. Dejen que se desarrolle, no se involucren».
Estas declaraciones llegan en un momento crucial, ya que fuerzas rebeldes han tomado el control de la capital siria, Damasco, marcando el fin del régimen de Bashar al-Assad tras más de 50 años de dinastía. El presidente Assad ha huido a Rusia junto con su familia, mientras que Irán y otros aliados han comenzado a retirar su personal militar del país. Moscú, por su parte, enfrenta dificultades logísticas para evacuar sus bases estratégicas antes de que caigan en manos rebeldes.
La política no intervencionista de Trump ha sido una constante en su discurso político. Durante su primer mandato, y ahora como presidente electo, Trump ha abogado por priorizar los intereses internos de Estados Unidos sobre conflictos externos. Según él, «es tiempo de reconstruir nuestra nación, no las de otros», como ha enfatizado en varias ocasiones.
La postura del dirigente republicano contrasta marcadamente con las políticas intervencionistas de la administración de Joe Biden, que, según críticos, no solo no han logrado resolver conflictos internacionales, sino que los han intensificado.
En ese marco, el presidente electo de 78 años ha mencionado repetidamente su intención de terminar con el conflicto en Ucrania, algo que reafirmó en una reciente publicación en Truth Social: «Como he dicho desde el principio, este conflicto debe terminar. Solo yo puedo lograrlo, rápidamente». Esta declaración subraya su confianza en negociar una solución que ponga fin al enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, un conflicto que ha generado una crisis humanitaria y tensiones geopolíticas globales.
En política exterior, Trump cuenta con el aval durante su primer mandato que refuerza su narrativa de que Estados Unidos puede promover la paz sin necesidad de involucrarse militarmente. Uno de los hitos más destacados fueron los Acuerdos de Abraham, que establecieron relaciones diplomáticas entre Israel y varios países árabes como los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin. Estos acuerdos, calificados como históricos, fueron elogiados por su impacto en la estabilización de una de las regiones más conflictivas del mundo.
Un claro ejemplo de los costos del intervencionismo son los conflictos que persisten bajo la administración Biden, como la prolongación de la guerra en Ucrania y las tensiones en Medio Oriente, particularmente en Irán y Yemen. Para Trump, estas intervenciones representan «malas inversiones» que desangran los recursos del país sin generar beneficios tangibles para la población estadounidense. Su enfoque, en cambio, prioriza negociaciones diplomáticas y un fortalecimiento interno.
En el caso de Siria, Trump ha señalado que la presencia de aproximadamente 900 soldados estadounidenses en el país es innecesaria y pone en riesgo a tropas en un conflicto que, según él, no afecta los intereses vitales de Estados Unidos. En 2018, como presidente, ya había intentado retirar esas tropas, pero enfrentó oposición tanto interna como externa, particularmente de aliados que temían un vacío de poder que beneficiara a Irán y Rusia.
Por otro lado, Israel parece alinearse con la postura de no intervención promovida por Trump. Un funcionario israelí declaró recientemente: «Los actores que luchan contra Assad son sus enemigos, pero también son nuestros enemigos. Desde la perspectiva de Israel, lo mejor que puede suceder es que ambos se debiliten mutuamente».
El conflicto sirio, que comenzó en 2011, ha dejado cientos de miles de muertos y millones de desplazados. La toma de Damasco por parte de los rebeldes marca un punto de inflexión con implicaciones significativas para la estabilidad regional y la política exterior global. En este contexto, Trump subraya que la prioridad de su administración será proteger los intereses nacionales, evitando «aventuras extranjeras» que han demostrado ser costosas y contraproducentes.