Trump podría aprobar misiles Tomahawks para Ucrania si Rusia continúa la guerra

El presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, reavivó esta semana la alarma internacional al dejar abierta la posibilidad de autorizar misiles de largo alcance Tomahawk para Ucrania —y al mismo tiempo deslizar una reflexión casi personal sobre el cielo y la salvación— en declaraciones realizadas a bordo del Air Force One mientras viajaba a Medio Oriente.

La combinación entre una amenaza estratégica y una frase casi confesional revela, según analistas, una táctica comunicativa que intenta fusionar la disuasión militar con una narrativa de liderazgo moral.

Trump explicó que habló con el presidente ucraniano Volodímir Zelenskiy acerca del armamento que Kiev necesita, mencionando explícitamente Patriots y los Tomahawk como “un paso adelante”.

Al ser preguntado si los enviaría, respondió con un cauteloso “lo veremos”, y añadió que incluso podría “hablar con Rusia” para advertir que, si la guerra no se resuelve, el envío de esos misiles sería una opción sobre la mesa.

Esa posibilidad abrió de inmediato un debate sobre la escalada potencial: los Tomahawk son misiles de crucero con capacidad para alcanzar objetivos muy distantes, y su uso por Ucrania podría alterar de raíz la dinámica del conflicto.

La retórica de Trump combina así lo táctico —el recurso a un armamento que amplía el radio de acción ucraniano— con lo estratégico: la amenaza implícita a Moscú.

Al sugerir que podría “hablar” con Vladimir Putin antes de autorizar los Tomahawk, el presidente estadounidense pone sobre la mesa una nueva forma de diplomacia coercitiva: la oferta-amenaza transmitida en público, que busca presionar al adversario a negociar bajo el riesgo de una escalada militar. Esa modalidad ya generó reacciones preocupadas en Moscú, que advierten sobre un aumento de tensiones si se materializa la transferencia.

Pero la intervención pública de Trump incluyó además un detalle personal que no pasó desapercibido: en otra ocasión mencionó, con tono ligero, su escepticismo sobre ganar un lugar en el cielo, y bromeó sobre “estar quizá en el cielo” mientras viajaba en Air Force One.

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Redacción Mundo Libre
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