Trump corta la ayuda a Sudáfrica y abre las puertas a granjeros sudafricanos en respuesta a políticas racistas

En un movimiento contundente, el Departamento de Estado de Estados Unidos, bajo la dirección del secretario Marco Rubio, ha ordenado la suspensión inmediata de toda la ayuda exterior a Sudáfrica. Esta decisión, anunciada el jueves 6 de marzo de 2025, responde a lo que la administración del presidente Donald Trump califica como «prácticas racistas peligrosas» del gobierno sudafricano contra su población blanca, particularmente los afrikaners, descendientes de colonizadores holandeses que han sido pilares históricos de la industria agropecuaria del país.
La medida implementa la Orden Ejecutiva 14204, firmada por Trump el pasado 27 de febrero, que ha sido elogiada por sectores conservadores por su enfoque directo hacia las políticas discriminatorias de Sudáfrica. Esta orden exige a todas las entidades del Departamento de Estado detener de inmediato la distribución de asistencia, con excepciones mínimas y estrictamente controladas. Solo el programa PEPFAR, la iniciativa estadounidense contra el VIH/SIDA que apoya a millones de sudafricanos, continuará operando sin revisión adicional, destacando su carácter esencial.
Una respuesta a la discriminación racial
La directiva apunta específicamente a lo que la Casa Blanca describe como «acciones atroces» del gobierno sudafricano, liderado por el presidente Cyril Ramaphosa. En el centro de la controversia está una nueva ley de tierras que permite la expropiación de propiedades privadas sin compensación, una medida que afecta desproporcionadamente a los agricultores blancos. Según la administración Trump, esta legislación constituye una «discriminación racial injusta» contra los afrikaners, quienes han enfrentado crecientes hostilidades en las últimas décadas bajo gobiernos dominados por líderes negros que, según críticos, promueven agendas racialmente extremistas.
El influyente multimillonario sudafricano-estadounidense Elon Musk, un cercano aliado de Trump y figura clave en su administración, ha desempeñado un papel notable en esta decisión. Musk ha denunciado repetidamente las políticas de su país natal como «abiertamente racistas», acusaciones que han encontrado eco en la postura de Trump. La orden ejecutiva no solo corta la ayuda, sino que también ofrece una vía migratoria acelerada para los agricultores afrikaners y sus familias que busquen refugio en Estados Unidos, un proceso que, según el presidente, comenzará de inmediato.
Tensiones bilaterales en auge
Esta suspensión marca un punto crítico en las relaciones entre Estados Unidos y Sudáfrica, naciones que históricamente han mantenido lazos cordiales. Las tensiones se intensificaron cuando Trump acusó a Sudáfrica de usar su ley de tierras como herramienta de persecución racial, una crítica que se suma a su rechazo al liderazgo sudafricano por impulsar un caso de genocidio contra Israel en la Corte Internacional de Justicia. En respuesta, el gobierno de Ramaphosa ha calificado las afirmaciones de Trump como «desinformación», defendiendo la ley como un intento de corregir desigualdades históricas derivadas del apartheid.
La decisión también tiene implicaciones económicas significativas. En 2024, la ayuda estadounidense a Sudáfrica alcanzó los 323.4 millones de dólares, según datos oficiales. Su suspensión pone en riesgo programas clave y amenaza la continuidad de la Ley de Crecimiento y Oportunidades de África (AGOA), que ha facilitado exportaciones sudafricanas libres de aranceles a Estados Unidos por miles de millones de dólares. Además, la retirada de fondos del Just Energy Transition Partnership (JETP), cancelado tras la revocación de Trump de iniciativas climáticas internacionales, agrava la situación para Pretoria.
Un salvavidas para los Afrikaners
La orden delega a Pete Marocco, un funcionario cercano a Trump, la tarea de evaluar excepciones a la suspensión, aunque se establece un «alto umbral» para cualquier aprobación. Más allá de PEPFAR, pocos programas parecen cumplir con los criterios. Sin embargo, el foco de la medida no está solo en el castigo económico, sino en un gesto humanitario: Trump ha prometido ciudadanía rápida a los granjeros sudafricanos que huyan de lo que describe como una crisis de seguridad. «No toleraremos que Sudáfrica persiga a sus ciudadanos blancos mientras pide nuestro dinero», afirmó el presidente en un comunicado.
Repercusiones globales
La suspensión de la ayuda y la oferta de refugio a los afrikaners han generado reacciones mixtas. Mientras algunos aplauden la postura de Trump como una defensa de los derechos humanos, otros la critican como una intervención basada en narrativas exageradas. Sudáfrica, por su parte, insiste en que la ley de tierras está sujeta a revisión judicial y no busca discriminar, sino equilibrar las profundas desigualdades heredadas del pasado colonial.
Con este paso, la administración Trump reafirma su política de «América Primero», enviando un mensaje claro a sus aliados y adversarios: el apoyo estadounidense tiene límites, y las políticas percibidas como hostiles no serán toleradas. Para los afrikaners atrapados en un país cada vez más polarizado, la oferta de un nuevo comienzo en Estados Unidos podría ser un lifeline, mientras Sudáfrica enfrenta un futuro incierto en su relación con la mayor potencia mundial.