Trump anuncia un tratado de paz entre la República Democrática del Congo y Ruanda

El presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, anunció con entusiasmo que junto al secretario de Estado Marco Rubio, ha mediado un tratado de paz entre la República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda, poniendo fin a un conflicto que ha devastado la región durante décadas.
Según el anuncio publicado en Truth Social el 21 de junio, representantes de ambos países firmarán los documentos oficiales el próximo lunes en Washington, marcando un día significativo no solo para África, sino para el mundo entero. Este acuerdo llega en un contexto de violencia prolongada, alimentada por tensiones étnicas, intereses económicos y una compleja historia de intervención extranjera.
El conflicto al que hace referencia Trump tiene raíces profundas que se remontan a las secuelas del genocidio de Ruanda de 1994, cuando aproximadamente un millón de tutsis y hutus moderados fueron masacrados por milicias hutus. Tras la victoria del Frente Patriótico Ruandés, liderado por Paul Kagame, millones de hutus, incluidos algunos genocidas, huyeron a la vecina RDC (entonces Zaire), desencadenando una cadena de eventos que desembocó en la Primera Guerra del Congo (1996-1997) y la Segunda Guerra del Congo (1998-2003), conocida como la «Guerra Mundial Africana». Esta última involucró a nueve países y dejó más de cinco millones de muertos, en su mayoría por hambre y enfermedades.
En las últimas décadas, la región este de la RDC, rica en minerales como coltán, cobalto y oro, ha sido escenario de enfrentamientos entre más de 100 grupos armados, muchos de ellos respaldados por países vecinos. El grupo M23, compuesto mayoritariamente por tutsis congoleños, resurgió en 2021 tras años de inactividad, acusando al gobierno de la RDC de no proteger a su comunidad y de apoyar a las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), un grupo hutu vinculado al genocidio.
Ruanda, por su parte, ha sido señalada por la ONU y otros organismos por apoyar al M23, justificando su intervención como una medida de seguridad fronteriza. Este respaldo ha escalado las tensiones, llevando a enfrentamientos recientes, como la toma temporal de Bukavu en febrero de 2025 y la captura de Goma en enero, lo que ha desplazado a millones y agravado la crisis humanitaria.
El rol de Trump y el nuevo tratado
El tratado anunciado por Trump surge tras negociaciones intensas, impulsadas a petición del presidente congoleño Félix Tshisekedi, quien buscó la mediación de Estados Unidos. El acuerdo preliminar, basado en una declaración bilateral de abril de 2025, incluye compromisos clave: respeto a la integridad territorial, cese de hostilidades, desarme y posible integración de grupos armados como el M23, establecimiento de un mecanismo de seguridad conjunto, y facilitación del retorno de refugiados. Aunque persisten dudas sobre la efectividad del acuerdo si el M23 no cumple, Ruanda ha expresado disposición a retirar su apoyo, mientras la RDC abre la puerta a cooperación económica.
La intervención de Trump se distingue por un enfoque transaccional, vinculando la paz a incentivos económicos, como el acceso preferencial de Estados Unidos a los minerales estratégicos de la RDC, en un contexto de competencia global con China. Además, la designación de Massad Boulous, empresario y suegro de la hija de Trump, como asesor especial para África, ha facilitado acuerdos paralelos sobre inversión minera y migración.
¿Premio Nobel de la paz?
El presidente Trump minimizó las posibilidades de recibir un Premio Nobel de la Paz por este logro, citando su historial de mediaciones exitosas, como las tensiones entre Egipto y Etiopía o India y Pakistán. Sin embargo, Pakistán ya ha nominado formalmente a Trump para el Premio Nobel 2026, destacando su papel en la estabilidad regional. A pesar de este optimismo, el éxito del tratado dependerá de la implementación efectiva, especialmente en un escenario donde la desconfianza mutua y los intereses económicos han perpetuado el conflicto.
Si se consolida, este acuerdo podría atraer miles de millones en inversión, como el Corredor Lobito, y reducir la violencia que ha desplazado a más de siete millones de personas. Sin embargo, la historia de la región sugiere que la paz duradera requerirá abordar no solo las tensiones étnicas y la explotación de recursos, sino también la gobernanza deficiente y la injerencia extranjera. Este tratado representa un paso esperanzador, pero el camino hacia la estabilidad en el corazón de África sigue siendo frágil.
Trump ha declarado que no cree que gane el Premio Nobel de la Paz por este esfuerzo, pero asegura que la gente sabe que es un pacifista. En este sentido, Roger Stone, aliado político del presidente, comentó: «Amo a este hombre. No, las élites del Comité Nobel nunca le darán el premio, pero la gente ¡SABE!»