Trump anuncia la eliminación gradual de FEMA y un nuevo enfoque para la gestión de desastres

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump anunció durante una sesión informativa en la Casa Blanca, su plan para iniciar la disolución gradual de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) tras el cierre de la actual temporada de huracanes.
Esta decisión implica una reestructuración significativa en la forma en que se manejará la ayuda federal para desastres naturales en el país, con una reducción en los fondos destinados a los estados y una redistribución directa desde la oficina presidencial.
“Vamos a hacerlo de forma muy diferente. Vamos a repartir menos dinero”, afirmó Trump, señalando que los fondos de ayuda para desastres podrían ser gestionados directamente por personal de la Casa Blanca o del Departamento de Seguridad Nacional.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, respaldó esta medida, declarando que “FEMA, tal como existe, fundamentalmente tiene que desaparecer”. Noem abogó por un modelo basado en la cooperación entre estados y acuerdos de ayuda mutua, limitando la intervención federal a catástrofes de gran magnitud.
FEMA, una agencia adscrita al Departamento de Seguridad Nacional, ha operado con un presupuesto anual aproximado de 30,000 millones de dólares y contaba con más de 20,000 empleados antes de los recientes despidos. La agencia ha sido clave en la coordinación de respuestas a desastres naturales, como huracanes, inundaciones y terremotos, además de administrar fondos de ayuda para las víctimas.
Críticas recurrentes a FEMA
A lo largo de los años, FEMA ha enfrentado críticas por diversos aspectos de su gestión, lo que ha alimentado el debate sobre su eficacia y su rol en la respuesta a desastres. Entre las principales críticas se encuentran:
- Respuesta a desastres naturales: La agencia ha sido cuestionada por la velocidad y efectividad de sus respuestas a eventos como huracanes y terremotos. En algunos casos, se ha señalado que los recursos desplegados han sido insuficientes o que las operaciones han enfrentado retrasos, dejando a comunidades afectadas sin la asistencia necesaria en momentos críticos.
- Gestión de fondos: La asignación y distribución de los fondos de ayuda para las víctimas de desastres han sido objeto de controversia. Críticos han señalado demoras en la entrega de asistencia financiera y cuestionamientos sobre la equidad en la distribución de recursos, lo que ha generado percepción de ineficiencia en la gestión.
- Influencia política: También han surgido preocupaciones sobre la posible influencia política en las decisiones de FEMA, especialmente en lo que respecta a la priorización de fondos y recursos. Estas críticas sugieren que, en algunos casos, las decisiones podrían haber estado influenciadas por consideraciones políticas más que por necesidades objetivas.
Un nuevo enfoque
La propuesta de Trump de reducir la dependencia de los estados en FEMA y transferir la gestión de los fondos de ayuda a la oficina presidencial plantea preguntas sobre cómo se coordinarán las respuestas a futuros desastres. La transición hacia un modelo de mayor autonomía estatal y acuerdos de ayuda mutua podría fortalecer la capacidad local, pero también genera incertidumbre sobre la preparación para catástrofes de gran escala que requieren una coordinación federal robusta.
Mientras tanto, la comunidad internacional y los expertos en gestión de desastres observan con interés cómo evolucionará este cambio en la política de respuesta a emergencias de Estados Unidos. La eliminación gradual de FEMA, una institución con décadas de historia, marca un punto de inflexión en la forma en que el país aborda los desafíos de los desastres naturales.