Triunfo de Noboa en Ecuador: Un golpe al izquierdismo y guiños a Trump

Daniel Noboa, presidente de Ecuador, consolidó su liderazgo al vencer con contundencia en la segunda vuelta electoral, obteniendo un 56% de los votos frente al 44% de la izquierdista Luisa González. Con casi el 84% de las urnas escrutadas, Noboa superó por más de un millón de votos a su rival, enterrando las expectativas de una contienda reñida tras una primera vuelta ajustada. Este resultado marca un punto de inflexión en la región, donde el izquierdismo, representado por González y su mentor Rafael Correa, pierde terreno frente a un proyecto que combina seguridad, pragmatismo económico y un discurso de cambio.

Noboa, un empresario de 37 años, ha capitalizado el hartazgo ciudadano contra la inseguridad y la corrupción asociadas a la década de Correa (2007-2017). Su plan de seguridad «Phoenix», con despliegues militares y un enfoque en combatir el crimen organizado, reporta una reducción del 15% en muertes violentas, resonando entre votantes como Nubia Armas, quien lo ve como un símbolo de «nuevas ideas». En contraste, González prometió revivir programas sociales de Correa, pero no logró superar la percepción de retroceso que su figura y la del expresidente evocan.

El triunfo de Noboa también refleja un giro hacia políticas promercado y una postura dura contra el crimen, en sintonía con líderes como Donald Trump, con quien Noboa ha mostrado afinidad pública. Aunque no hay alianzas formales, Noboa ha elogiado a Trump por su estilo directo y su énfasis en la seguridad, lo que sugiere una posible inspiración en su enfoque para enfrentar los cárteles y la inestabilidad económica. Noboa proyecta un crecimiento del 4% para Ecuador, impulsado por inversión privada en el sector petrolero y medidas de austeridad, lo que ha generado optimismo en los mercados de bonos.

La derrota de González, respaldada por parte del movimiento indígena pero lastrada por la sombra de Correa, señala el ocaso de la influencia de la Revolución Ciudadana. Noboa, desde Olón, celebró su victoria como un mandato para erradicar «mafias y corrupción», consolidándose como un líder que promete estabilidad y progreso en un Ecuador hastiado de promesas vacías.