Tensión en Boca Juniors: Los socios se cansan de la gestión de Juan Román Riquelme

Juan Román Riquelme, figura central de Boca Juniors desde que asumió roles dirigenciales en 2019, primero como vicepresidente y luego como presidente desde diciembre de 2023, enfrenta una ola de descontento entre los socios e hinchas del club. Pese a su victoria en las elecciones de 2023 con un 60% de los votos, los magros resultados deportivos y las decisiones cuestionadas de su gestión han generado un malestar que crece con cada tropiezo del equipo. La reciente salida de Fernando Gago, el sexto entrenador en la era Riquelme, ha avivado las críticas y puesto en tela de juicio su capacidad para liderar al club más grande de Argentina.
La era Riquelme comenzó con un destello de esperanza bajo la dirección técnica de Miguel Ángel Russo, quien en 2019 llevó al equipo a conquistar la Superliga 2019/20 y la Copa Diego Maradona. Con 597 días en el cargo y una efectividad del 58% en 59 partidos, Russo fue el entrenador más longevo de esta etapa. Sin embargo, tras su salida en 2021, Boca no ha encontrado estabilidad. Técnicos como Sebastián Battaglia, Hugo Ibarra, Jorge Almirón, Diego Martínez y Fernando Gago han desfilado por el banco con resultados inconsistentes, sin lograr un proyecto sólido ni títulos de peso que refuercen la confianza en la gestión.
El breve ciclo de Fernando Gago, despedido tras 197 días, es un reflejo del descontento actual. En sus 30 partidos, Gago logró una efectividad del 63,3%, pero dos golpes fatales marcaron su salida: la eliminación en la Fase 2 de la Copa Libertadores ante Alianza Lima y la derrota en el Superclásico frente a River Plate en el Monumental. Estos fracasos, sumados a la exclusión de Boca de la Copa Libertadores 2024 y la ausencia de títulos bajo la presidencia de Riquelme, han encendido las alarmas. Los socios, acostumbrados a ver al club pelear en la cima, sienten que Boca ha perdido protagonismo en el escenario internacional y en los duelos decisivos.
Más allá de lo deportivo, las decisiones del Consejo de Fútbol, liderado por Riquelme junto a Mauricio Serna, Marcelo Delgado y Raúl Cascini, han sido blanco de críticas por su aparente falta de rumbo. La inversión de cerca de 25 millones de dólares en refuerzos como Agustín Marchesín, Carlos Palacios y Alan Velasco no se tradujo en resultados inmediatos. Conflictos internos, como el apartamiento de Cristian Medina por negarse a jugar un partido o la marginación de referentes como Luis Advíncula y Frank Fabra, han generado tensiones en el vestuario que los hinchas perciben como síntomas de una gestión desordenada.
El descontento se amplifica en plataformas como X, donde los socios expresan su frustración. Las estadísticas no ayudan: en la era presidencial de Riquelme, Boca no ha ganado títulos, ha perdido tres de cuatro Superclásicos y solo ha vencido en cuatro de diez clásicos. Algunos hinchas califican su gestión de “improvisada”, acusándolo de aferrarse a su popularidad como exjugador en lugar de priorizar los intereses del club. Promesas como la modernización de la Bombonera o la construcción de un equipo competitivo siguen sin cumplirse, y la ausencia de torneos internacionales en 2024 ha profundizado la decepción.
Pese a las críticas, algunos defienden a Riquelme. Argumentan que su gestión ha lidiado con lesiones clave, como las de Milton Giménez y Edinson Cavani antes del Superclásico, y un calendario exigente. También destacan que Boca lidera la Zona A del Torneo Apertura 2025 y está en octavos de final, lo que sugiere cierto avance. La apuesta por entrenadores jóvenes y con raíces en el club, como Battaglia o Gago, busca forjar una identidad boquense, aunque los resultados no han acompañado.
El futuro de Riquelme al frente de Boca pende de un hilo. La elección del próximo entrenador, el séptimo de su era, será determinante, con nombres como Kily González, Gabriel Milito y Rodolfo Arruabarrena en el radar. Los socios, cada vez más impacientes, exigen resultados que devuelvan al club a la élite. Con el Mundial de Clubes 2025 en el horizonte, Riquelme enfrenta un desafío mayúsculo: demostrar que puede ser tan exitoso como dirigente como lo fue en la cancha o arriesgarse a que su gestión sea recordada como un capítulo gris en la gloriosa historia de Boca Juniors.