Ten una mentalidad más abierta: 6 ejercicios para exponer tus prejuicios y abrir tu mente

No hace falta ser intolerante para ser de mente cerrada. De hecho, la mayoría tenemos margen de mejora en este aspecto. Las evaluaciones rápidas que realiza nuestro cerebro a partir de experiencias pasadas nos ayudan a mantenernos dentro de nuestra zona de confort, pero limitan nuestro alcance. ¿Qué tan cerrado de mente eres? Estos interesantes ejercicios te ayudarán a descubrir tus prejuicios y a abrir tu mente.
Primero hablemos de los sesgos y de dónde provienen.
Un sesgo es una inclinación, a menudo aprendida, a favor o en contra de algo, alguien, algún lugar, algún grupo o alguna idea. Las personas pueden tener sesgos sobre casi cualquier cosa; rara vez son 100% precisos y suelen ser injustos.
Desde niños inocentes y sin prejuicios, navegamos a través de los años, recopilando información que moldea nuestras nociones sobre la vida. Cuando nos aferramos a estas nociones, o prejuicios, nos resulta difícil:
- Vea el panorama más amplio.
- Tolerar opiniones diferentes.
- Afrontar el cambio.
- Afrontar los desafíos.
Como vivimos usando nuestros prejuicios como referencia, puede ser muy difícil reconocerlos; pero si aprendemos a ver cómo nos estrechan la mente, podemos trabajar para suavizarlos y abrirnos más. Así que, empecemos.
Expone tus prejuicios y abre tu mente
Ejercicio uno: Sé flexible con tus creencias
Es sorprendente la facilidad con la que nos formamos una opinión basándonos en impresiones de primera mano (a menudo de segunda mano), y esta se convierte en una creencia tan firme que rechazamos otras perspectivas sin pensarlo. En lugar de ponernos a la defensiva cuando nuestras creencias son cuestionadas, sería más racional examinar su origen y qué, si acaso, podría cambiar nuestras perspectivas.
Por ejemplo, hace poco conocí a un hombre llamado Mike, cuyo trabajo a tiempo completo es la investigación de Pie Grande. Fascinado, le pregunté cómo había llegado a esa pista.

Mike me contó que al principio era un firme descreído, en una salida con su amigo para echarse unas risas con un grupo de seguidores de Pie Grande. Les lanzaron piedras desde una fuente desconocida, y su amigo decidió contraatacar. Mike dijo: «Quizás no sea tan buena idea», pero la piedra fue lanzada de todos modos.
Lo siguiente que supieron fue que una roca enorme salió disparada del bosque hacia ellos. «Ningún humano podría haber lanzado esa roca», me aseguró Mike; y ese fue el comienzo de su misterioso nuevo viaje. Aunque no ha tenido ningún avistamiento, ha encontrado y dejado una huella enorme.
Ahora bien, no te pido que cambies tus creencias sobre nada. Simplemente permitir la posibilidad de cambiar de opinión te abre las puertas. Así que piensa en algo sobre lo que seas muy rígido (tu pareja o hermano seguramente tendrá algunas ideas si no se te ocurre nada). Luego, imagina un escenario que pueda sacudir los cimientos de esa creencia.
Ejercicio dos: Atrévete a ser diferente

Los hábitos, las costumbres o cualquier cosa que siempre hagas de cierta manera fomenta la estrechez de miras. Salir de la rutina puede ser un catalizador para abrir la mente. A veces nos vemos obligados a hacerlo por necesidad.
Por ejemplo, cuando tenía veintitantos años, experimenté sensibilidades alimentarias extremas, incluso alergias directas. Si no quería vivir a base de antihistamínicos, necesitaba hacer cambios drásticos en mi dieta.
Al principio parecía una maldición: los alimentos que siempre disfrutaba estaban desapareciendo de mi dieta, pero a medida que exploraba y aprendía sobre diferentes formas de comer, mi mente se abrió para darle la bienvenida a un maravilloso nuevo mundo culinario que era más grande y mejor que antes.
No esperes a que te obliguen a cambiar. Prueba algo diferente cada día. Compra en un supermercado diferente, duerme bajo las estrellas, habla con un desconocido o explora un nuevo género artístico, musical o literario. Cuanto más te resistas, mayor será tu sesgo; así que recuerda: en la variedad está la sal de la vida y también te ayuda a abrir la mente.
Ejercicio tres: Replantear los obstáculos
La mayoría de nosotros tenemos una fuerte predisposición hacia los obstáculos. Pensamos que son básicamente malos y que, si no podemos evitarlos, al menos deberíamos quejarnos.
Sin embargo, si miras los obstáculos desde otra perspectiva —quizás la de tu futuro—, podrías ver que cada obstáculo es una oportunidad importante para aprender algo, fortalecerte o abrir tu mente. La próxima vez que tengas una queja en la punta de la lengua, pregúntate a ti mismo cómo descubrir algo bueno en la situación.
Por ejemplo, supongamos que te rompiste una pierna el primer día de esquí. Bueno, quizás ese contratiempo te salvó de romperte el cuello otro día. En cualquier caso, probablemente te obligó a bajar el ritmo y a cuidarte, que podría ser justo lo que necesitabas.
Aborda los obstáculos como desafíos de los que puedes aprender y sacar provecho. Solo necesitas descubrir cómo.
Ejercicio cuatro: Ponte en el lugar del otro
Con demasiada frecuencia, juzgamos a las personas basándonos en cosas superficiales que en realidad no importan. Cuando clasificamos a las personas en diferentes grupos basándonos en nuestro conocimiento limitado, bloqueamos la perspectiva general y nos resulta imposible ver la verdad: que todos compartimos algo en común.
Intenta darte cuenta de que estás juzgando a alguien que no conoces y deshazte de todas las suposiciones irracionales que estás adoptando . Si tienes la oportunidad de conocerlo, podrías descubrir que comparten los mismos intereses, han tenido experiencias similares o comparten las mismas creencias.
Este punto en común es un vínculo que no se puede romper por el hecho de que también existen diferencias. Recuerda: nuestras diferencias son lo que nos hace únicos, así que explóralas con curiosidad en lugar de resistencia.
Ejercicio cinco: Come pastel humilde
Muchos prejuicios se centran en proteger nuestro ego. Tememos parecer tontos, débiles o imperfectos, así que tendemos a defendernos en lugar de reconocer nuestros defectos. De hecho, esto es peor que parecer tontos.
Recuerda, nadie es perfecto. No hay vergüenza en equivocarse, pero sí en negarse a admitirlo. Practica decir «Me equivoqué», «Fue mi error, lo siento» y «No lo sé, pero puedo intentar averiguarlo». Puedes practicar estas frases en privado si lo necesitas, para que te salgan de forma natural cuando realmente las necesites.
Esto te ayudará a abrir tu mente a la realidad de que a menudo los demás saben más que tú, que tienes mucho que aprender y que tratar de ocultarlo sólo te hace estar doblemente equivocado.
Ejercicio seis: Fortalecimiento de la gratitud
Nuestros sesgos más fuertes suelen ser negativos y se centran en lo insuficiente, intolerable o desagradable. Sin embargo, sería mucho más productivo reconocer toda la belleza, la abundancia, la comodidad y la conveniencia que disfrutamos. Según la neurociencia, la gratitud tiene efectos positivos a largo plazo en el cerebro, fomentando el bienestar emocional y la resiliencia.
Acostúmbrate a practicar la gratitud. Lleva un diario detallado de gratitud a diario. Las investigaciones demuestran que escribir cinco frases sobre una cosa por la que estás agradecido es mucho más eficaz para aumentar la gratitud que escribir una sola frase sobre cinco cosas. Recuerda: no solo cuentes tus bendiciones; incluye también tus dificultades: ¡están ahí para enseñar y forjar tu carácter!
Por Ila Bonczek