Sabotaje a Milei
Cada uno fiel a su estilo, los diferentes sectores de la oposición libran su pequeña batalla, con el objetivo de que se consuma el tiempo de romance entre el presidente electo y la población, de manera que no se pueda plasmar ningún cambio. La demostración más evidente es la vocación de no bajar el gasto y entonces forzar una emisión que mantenga la inflación en los niveles massistas, además de preservar sus kiosquitos intactos.
Bastó apenas un esbozo de las medidas y sobre todo de la decisión presidencial de mantener una política económica razonablemente seria, para que la inflación de diciembre mostrara una reducción en los últimos diez días que sólo se puede atribuir a la generación de confianza.
Por eso resulta fundamental para el progresismo que fracase o se diluya la desregularización, la desestatización y cualquier intento futuro de libertad económica.
Sabotaje kirchnerista
Es evidente que el peronismo hará todo lo posible para sabotear el tratamiento de la Ley Ómnibus, transformando cualquier debate parlamentario en una pelea o cuestión de principios, con amontonamientos de ofendidos, enojados, agraviados, nerviosos y belicosos legisladores impidiendo cualquier análisis racional. Sobre todo, evitando dar razones del porqué de su negativa a disminuir la inflación, el déficit y la emisión o eliminar la corrupción, el acomodo, la prebenda y el negocio de los subsidios.
Proponen continuar con el desastre que la sociedad – la que verdaderamente trabaja – repudia. El triste papel de Santiago Cafiero en la reciente reunión de la Comisión de Presupuesto no es solamente una muestra de grosería, incapacidad e ignorancia del ex canciller: es más bien la estrategia partidaria, también conocida como “embarrar la cancha”.
Este paquete de recursos de obstrucción parlamentaria filibusterista tiene como objetivo la simple pérdida de tiempo, impedir las votaciones o lograr que venza el plazo legal para tratar una ley. De ese modo, ridículo pero eficaz, logran que las leyes que no les gustan no se aprueben.
Les importa mucho que no haya cambios y, sobre todo, que no aparezcan mejoras como consecuencia de esos cambios. El fracaso de Milei sería un triunfo para el kirchnerismo.
Pero no es el peronismo el único con esa estrategia. Aunque con formatos distintos, también lo usa el trio Elisa Carrió-Graciela Camaño-Margarita Stolbizer, en nombre de la Constitución, los reglamentos, la Biblia y la supervivencia, según corresponda.
De igual modo los usa el radicalismo – en especial la vertiente Nosiglia-Lousteau – que no sabría cómo subsistir si desapareciera el estatismo y la política de prebendas. También lo hacen otros sectores radicales, que han pasado las últimas décadas oponiéndose al peronismo de palabra pero ingeniándoselas para aprobar todas sus leyes, más allá del tono de indignación y exaltación democrática que tanto los caracteriza.
Ni hablar de los comunistas, quienes están dispuestos a rechazar cuanta propuesta del gobierno exista, en nombre de los pobres que dicen representar, con el 2% de los sufragios: seria como decir que en el país hay pobreza cero.
Todos juntos están dispuestos a defender aberraciones como las PASO, la boleta por partido subsidiada, las listas sábanas, sus salarios y viáticos como parlamentarios (y los de sus asesores), en nombre de los sagrados intereses de la Patria y la Constitución, la que les convenga a ellos.
Lo importante parece ser que ninguna ley se apruebe o que se apruebe con tantos cambios y limitaciones que finalmente no tenga efecto alguno, no sirva para lo que fue pensada o sea apenas una edulcorada declaración de intentos. A final de cuentas, para la oposición «consensuar» quiere decir repartir el botín.
Nada sería más negativo para la casta política-empresario-judicial-sindical argentina que el gobierno fuera exitoso. Pondría en evidencia su inutilidad y su colusión en perjuicio de la sociedad. Nada sería más peligroso para ese cuarteto infernal que el gobierno lograra su propósito de salir de la pobreza, la decadencia y la corrupción.
Por supuesto que faltan muchos recortes y “motosierra”, particularmente para los bancos que, desde hace muchos años, hacen plata de la plata, sin correr riesgo alguno.
Hay quienes creen que hasta aquí se ha sido demasiado condescendiente o blando con el establishment que se enriquece a costa de esquilmar al país. Los argentinos que trabajamos queremos que Javier Milei tenga éxito. Somos conscientes que el verdadero cambio es ahora o nunca.
Por Candela Sol Silva – X: @candelasolsilva