Revelan imágenes de la isla Epstein tras la desclasificación de Trump

Los miembros demócratas del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes han publicado un nuevo lote de fotografías y vídeos de la isla privada de Jeffrey Epstein, que ofrecen la mirada más reveladora hasta el momento al interior del complejo de las Islas Vírgenes de Estados Unidos donde el financiero caído en desgracia cometió abusos durante años.
Las imágenes, inéditas hasta ahora, se dieron a conocer justo cuando el presidente Donald Trump firmó una amplia ley de desclasificación que exige al gobierno federal la divulgación de todos los registros relacionados con Epstein. En conjunto, estas revelaciones marcan una nueva fase en el esfuerzo por revelar el alcance completo de las operaciones de Epstein.
Una mirada inquietante al interior de Little St. James
Tomadas en 2020, un año después de la muerte de Epstein, las imágenes recién publicadas muestran el interior de los edificios de Little St. James después de que las fuerzas del orden ya los registraran. Aun así, las escenas siguen siendo escalofriantes.
Una habitación contiene una cuadrícula de máscaras humanas, cuidadosamente fijadas a una pared blanca, lo que produce un efecto inquietante. En psicología criminal, las máscaras suelen simbolizar el anonimato o la pérdida de la identidad, evocando temas de secretismo y rituales que desde hace tiempo han alimentado preguntas sobre lo ocurrido en la isla.
Otra imagen muestra lo que parece ser un sillón dental o de tratamiento médico. Aunque algunas personas adineradas instalan equipos médicos en sus hogares, el contexto de la red de tráfico de Epstein plantea posibilidades mucho más sombrías.
Una pizarra llena de palabras garabateadas —“Verdad”, “Engaño”, “Poder”— se suma a la atmósfera siniestra; las frases se leen casi como un manifiesto de las fuerzas que dieron forma al ascenso y ocultamiento de Epstein.
Un primer plano de un teléfono muestra nombres escritos a mano pegados junto a los botones de marcación rápida, aunque los nombres fueron difuminados antes de su lanzamiento. El dispositivo parece haber sido un centro de la extensa red de Epstein. Una foto incluso muestra a Epstein y Ghislaine Maxwell junto al papa Juan Pablo II, un recordatorio de la profunda penetración de Epstein en los círculos de élite.
Otras fotografías revelan artículos personales (champús, artículos de tocador, esculturas y pinturas), evidencia tanto del lujoso estilo de vida de Epstein como del entorno que los investigadores luego buscaron pistas.
El ascenso de Epstein y la creación de una red de tráfico
El camino de Epstein desde maestro de escuela hasta delincuente sexual convicto ha sido ampliamente documentado, pero las nuevas imágenes arrojan nueva luz sobre la escala del imperio que construyó.
Nacido en Brooklyn en 1953, Epstein comenzó su carrera en la Escuela Dalton antes de dedicarse a las finanzas. Su firma de gestión patrimonial, fundada en la década de 1980, afirmaba atender a clientes multimillonarios, aunque nunca se explicó por completo el verdadero origen de su fortuna. Los analistas financieros sospecharon durante mucho tiempo que Epstein dependía más de sus contactos personales que de su perspicacia inversora. Su relación con la fundadora de Victoria’s Secret, Leslie Wexner, le proporcionó un acceso y una independencia extraordinarios.
Para la década de 1990, Epstein y Ghislaine Maxwell habían construido una red de trata de personas dirigida a menores, especialmente a niñas de entornos vulnerables. Maxwell se valía de su posición social para reclutar víctimas con promesas de ayuda u oportunidades.
Epstein cultivó amistades con figuras poderosas, entre ellas el príncipe Andrés y el expresidente Bill Clinton, conexiones que mejoraron su estatus y, según sostienen los críticos, ayudaron a protegerlo del escrutinio.
La isla en el centro de la operación
Comprada en 1998 por 7,5 millones de dólares, Little St. James se convirtió en el corazón de la red de abusos de Epstein. Los sobrevivientes han descrito la isla como un mundo cerrado del que escapar era casi imposible. Lujosas estructuras y un llamativo edificio abovedado salpicaban el complejo, ocultando la explotación que ocurría tras sus muros.
Muchas víctimas eran adolescentes de entornos familiares difíciles, atraídos por promesas de apoyo. Una vez en la isla, se vieron atrapados en un sistema de coerción.
En 2022, las Islas Vírgenes Estadounidenses llegaron a un acuerdo de 105 millones de dólares con los herederos de Epstein, reconociendo que decenas de menores fueron víctimas de trata y abuso en la isla. Los fondos están destinados a apoyar a los sobrevivientes, aunque muchos han afirmado que ningún acuerdo monetario puede reparar el daño a largo plazo.
Una nueva era de transparencia
El 19 de noviembre de 2025, el presidente Trump firmó una ley histórica que exige a las agencias federales publicar todos los registros relacionados con Epstein antes del 19 de diciembre de 2024. Los documentos deben publicarse en línea en formato descargable y con capacidad de búsqueda.
La legislación surgió tras años de presión por parte de sobrevivientes y defensores, quienes argumentaron que la transparencia es esencial para restablecer la confianza en el sistema judicial. También refleja la persistente sospecha pública en torno a la muerte de Epstein y el reconocimiento bipartidista de la necesidad de rendición de cuentas.
Trump lleva mucho tiempo pidiendo la publicación de los archivos relacionados con Epstein, en particular los que involucran a figuras demócratas de alto perfil como Bill Clinton y el exsecretario del Tesoro Larry Summers. Clinton niega tener conocimiento de las actividades delictivas de Epstein.
Un caso que continúa exponiendo una falla sistémica
La saga de Epstein ilustra los fracasos de múltiples instituciones.
Su acuerdo de culpabilidad de 2008 —ampliamente condenado como un «trato ventajoso»— le permitió declararse culpable de cargos menores y cumplir una pena mínima de prisión. El episodio planteó profundas preguntas sobre la justicia desigual para los poderosos.
Las instituciones financieras continuaron colaborando con Epstein a pesar de las señales de alerta, lo que expuso las deficiencias en la aplicación de la normativa antilavado de dinero. Los bancos tienen la obligación legal de investigar y supervisar a los clientes de alto riesgo; sin embargo, estas medidas de seguridad fallaron en el caso de Epstein.
La red de élites políticas, financieras y culturales vinculadas a Epstein subraya los peligros de las estructuras de poder entrelazadas. Aunque la asociación no implique participación, la densidad de estas redes puede oscurecer la rendición de cuentas.
Sobre todo, las voces de los sobrevivientes siguen siendo el núcleo del caso. Sus testimonios fueron esenciales para lograr la condena de Maxwell y revelar la magnitud de la red de tráfico de personas. La muerte de Epstein les privó de la oportunidad de confrontarlo en el tribunal, lo que hace aún más urgente la presión por la transparencia.
Las imágenes recién publicadas ofrecen al público una visión cruda y sin filtros de los espacios donde ocurrieron estos crímenes. Sirven como recordatorio de que, tras la fortuna y la influencia, se infligió un daño profundo, un daño que apenas ahora comienza a reconocerse plenamente.








