Quién es Rafael Caro Quintero, el «narco de narcos» extraditado a EE.UU. en medio de presiones de Trump

Rafael Caro Quintero, conocido como el «narco de narcos», fue extraditado este jueves desde México a Estados Unidos, marcando un gran avance en la lucha contra el narcotráfico tras cuatro décadas de persecución por parte de las autoridades estadounidenses.

El traslado del legendario capo, fundador del extinto Cártel de Guadalajara, se dio en un contexto de fuertes presiones del presidente Donald Trump, quien ha intensificado su discurso contra el tráfico de drogas y amenazado con imponer aranceles del 25% a las importaciones mexicanas si no se toman medidas contundentes.

Caro Quintero, de 72 años, aterrizó en Nueva York ayer por la tarde, vestido con un uniforme beige de prisión y esposado con las mismas cadenas que alguna vez pertenecieron a Enrique «Kiki» Camarena, el agente de la DEA cuyo asesinato en 1985 ordenó y que marcó su destino. Este hecho, uno de los más notorios en la historia del narcotráfico mexicano, desató una cacería implacable por parte de Estados Unidos, que lo colocó en la lista de los diez más buscados del FBI con una recompensa de 20 millones de dólares por su captura.

Los orígenes del capo narco

Nacido el 3 de octubre de 1952 en Badiraguato, Sinaloa –cuna también de Joaquín «El Chapo» Guzmán–, Caro Quintero emergió de la pobreza rural para convertirse en una figura clave del crimen organizado. A finales de los años 70, junto a Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca «Don Neto», fundó el Cártel de Guadalajara, pionero en el tráfico masivo de marihuana y cocaína hacia Estados Unidos. Su operación más emblemática fue «El Búfalo», una plantación de marihuana en Chihuahua que abarcaba más de mil hectáreas y que, tras ser destruida por el ejército mexicano en 1984 gracias a la inteligencia de Camarena, desencadenó la furia del capo.

El secuestro, tortura y asesinato de Camarena en febrero de 1985, junto al piloto mexicano Alfredo Zavala, fue un punto de inflexión. Caro Quintero huyó a Costa Rica, pero fue arrestado en abril de ese año y sentenciado a 40 años de prisión en México por homicidio y narcotráfico. Sin embargo, en 2013, un juez estatal lo liberó tras 28 años argumentando irregularidades en el proceso, decisión que indignó a Estados Unidos y lo llevó a retomar sus actividades delictivas, esta vez al frente del Cártel de Caborca.

Una fotografía de 
Rafael Caro Quintero en este documento sin fecha. FBI – Oficina Federal de Investigaciones/ Documento a través de REUTERS/Foto de archivo

La cacería y la extradición

Tras su liberación, Caro Quintero se convirtió en un fugitivo de alto perfil. En julio de 2022, fue recapturado por la Marina mexicana en Sinaloa, gracias a un operativo apoyado por un perro rastreador llamado Max. Desde entonces, su extradición enfrentó múltiples obstáculos legales impuestos por su defensa, que interpuso amparos para bloquearla. Sin embargo, la llegada de Trump a la Casa Blanca en 2025 y su política de mano dura cambiaron el panorama. Designando a varios cárteles mexicanos como organizaciones terroristas y amenazando con sanciones económicas, Trump presionó a México para entregar a 29 líderes criminales, con Caro Quintero encabezando la lista.

El jueves, México cedió. En un operativo sin precedentes, Caro Quintero y otros capos, como los hermanos Miguel Ángel y Omar Treviño Morales («Z-40» y «Z-42») del Cártel de Los Zetas, fueron trasladados desde diversas prisiones mexicanas a aviones que los llevaron a ocho ciudades estadounidenses, incluyendo Nueva York, donde el «narco de narcos» enfrentará cargos por narcotráfico y el asesinato de Camarena. Fuentes del Departamento de Justicia indican que evaluarán si se le acusa también de terrorismo bajo nuevas órdenes ejecutivas, lo que podría derivar en una solicitud de pena de muerte.

Un símbolo bajo presión bilateral

La extradición ocurre mientras una delegación mexicana de alto nivel negocia en Washington para evitar los aranceles del 25% que Trump prometió implementar el 4 de marzo si no se frenan el flujo de fentanilo y la migración ilegal. Analistas ven este movimiento como una concesión significativa del gobierno mexicano para apaciguar al presidente estadounidense, quien ha hecho del combate al narcotráfico un eje de su segundo mandato. «Es un gesto histórico que busca preservar la relación económica con Estados Unidos», señaló un experto en seguridad.

Para la DEA, la entrega de Caro Quintero cierra un capítulo de 40 años. «Hoy envía un mensaje: no habrá escondite para quien ataque a nuestros agentes», afirmó Derek S. Maltz, administrador interino de la agencia. Mientras tanto, en México, el caso reaviva debates sobre la autonomía judicial y la influencia externa en la política de extradiciones. Para Caro Quintero, el «narco de narcos», su destino ahora está en manos de la justicia estadounidense, donde podría pasar el resto de sus días –o enfrentarse a un final aún más definitivo–.

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Redacción Mundo Libre
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