Quiebre definitivo: Javier Milei califica de «traidora» a Victoria Villarruel

La acusación de "traidora" lanzada por Javier Milei sella un distanciamiento que se venía gestando desde los primeros días de gobierno y que se profundizó con gestos y decisiones políticas que evidenciaron agendas irreconciliables. Mientras Milei avanza con su plan de ajuste fiscal y desregulación, Villarruel se perfila como una dirigente dispuesta a consolidar su propio espacio, cada vez más alejada del proyecto libertario original.

El presidente argentino, Javier Milei, calificó de «traidora» a su vicepresidenta, Victoria Villarruel, tras una polémica sesión en el Senado celebrada este 10 de julio. La dura acusación marca un punto de quiebre definitivo en una relación que venía deteriorándose desde hace meses y evidencia la crisis.

Origen de la fractura

Las tensiones entre Milei y Villarruel se remontan a la campaña electoral de 2023. Según fuentes cercanas al oficialismo, el vínculo comenzó a resquebrajarse durante el cierre de listas, cuando Villarruel exigió lugares para dirigentes cercanos al Partido Demócrata y pretendió quedarse con ministerios clave como Seguridad y Defensa. Sin embargo, Milei optó por aliarse con el PRO y otorgar esos cargos a figuras como Patricia Bullrich, relegando a Villarruel a un rol protocolar y disminuyendo su peso en la gestión.

Durante 2024, las diferencias se hicieron cada vez más visibles. Villarruel empezó a desarrollar una agenda propia, desmarcada de las prioridades libertarias. Sus gestos, como el homenaje a María Estela Martínez de Perón, la ausencia en actos oficiales importantes —incluida la conmemoración de la Guerra de Malvinas— y la decisión de no renunciar a la jubilación de privilegio, profundizaron el distanciamiento. Su cercanía con sectores peronistas y sus diálogos con dirigentes como Mauricio Macri alimentaron las sospechas de un armado político autónomo.

Uno de los episodios más simbólicos ocurrió el 25 de mayo de 2025 durante el Tedeum, cuando Milei ignoró el saludo de Villarruel en la Catedral Metropolitana. Luego, justificó públicamente el gesto con la frase: «Roma no paga traidores» y, ante un niño que le preguntó al respecto, respondió: «¿Vos saludarías a un enemigo?».

La sesión en el Senado que encendió la crisis

El conflicto alcanzó su punto máximo el 10 de julio, cuando Villarruel, en su rol de presidente del Senado, habilitó una sesión especial impulsada por el kirchnerismo que el oficialismo calificó de «ilegal». La sesión buscaba aprobar proyectos que, según el gobierno, atentan contra el equilibrio fiscal, uno de los pilares de la gestión de Milei.

El oficialismo sostuvo que la convocatoria era irregular porque no contaba con el apoyo de los dos tercios necesarios y solo se alcanzó una mayoría simple. Aun así, Villarruel permitió el debate, lo que desató la furia del oficialismo, del que Villarruel, al menos en las acciones, ya no forma parte.

En respuesta, Milei anunció que vetaría las leyes aprobadas y, de ser necesario, judicializaría el proceso. En un discurso cargado de indignación, el presidente afirmó: «Esto lo hicimos con el 15% de los diputados, siete senadores, una traidora y el mejor jefe de Gabinete de la historia, Guillermo Francos». La acusación no solo marcó un quiebre personal, sino que expuso públicamente la ruptura política con Villarruel, a quien señaló como aliada del kirchnerismo, su principal adversario.

Un distanciamiento irreversible

La acusación de traición no fue un hecho aislado, sino el resultado de un progresivo alejamiento. Villarruel ha sido criticada por su estrategia comunicacional y su insistencia en conceptos como la «justicia social», que chocan con la filosofía libertaria de Milei. En marzo de 2025, sus declaraciones a favor de construir una convivencia basada en la justicia social fueron interpretadas como un giro hacia posturas más cercanas al kirchnerismo y generaron fuertes reproches entre los libertarios.

Su decisión de difundir un video en el primer aniversario de gobierno destacando su «gestión» en el Senado también fue leída como un intento de capitalizar logros ajenos y posicionarse de cara al futuro, alimentando las acusaciones de oportunismo y «autobombo».

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Redacción Mundo Libre
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