Qué se puede esperar del giro hacia la izquierda de Uruguay

El sábado 1 de marzo de 2025, Uruguay marcó un nuevo capítulo en su historia política con la asunción de Yamandú Orsi como presidente, consolidando un giro hacia la izquierda tras cinco años de gobierno de centro-derecha bajo Luis Lacalle Pou.
Orsi, un exalcalde de 57 años y profesor de historia, respaldado por el exmandatario izquierdista José «Pepe» Mujica, logró una victoria ajustada en las elecciones de noviembre de 2024 frente a la coalición de centro-derecha gobernante.
Su llegada al poder, en medio de una ceremonia en el Palacio Legislativo de Montevideo representa el retorno del Frente Amplio al gobierno, coalición que lideró el país entre 2005 y 2020 bajo políticas progresistas.
Orsi, quien se describe como un moderado, ha prometido un enfoque de «izquierda moderna» que busca equilibrar el «bienestar social» con el crecimiento económico, evitando giros abruptos en un país conocido por su estabilidad, su economía basada en las exportaciones agrícolas y sus políticas liberales, como la legalización del cannabis recreativo.
Sin embargo, enfrenta desafíos domésticos significativos, como los altos costos de vida, la desigualdad y los niveles persistentes de crimen violento, que erosionaron la popularidad del gobierno saliente de Lacalle Pou.
En su discurso inaugural, Orsi enfatizó que no se trata de una «refundación», sino de «nuevas propuestas y construcción permanente», mientras que datos recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE) revelan que casi el 19% de la población uruguaya vivía en pobreza multidimensional en 2024, con particular énfasis en áreas como educación, vivienda y empleo. Su administración se ha comprometido a priorizar a los sectores más vulnerables, estimular el crecimiento económico atrayendo inversionistas y trabajadores calificados, sin recurrir a aumentos de impuestos.
En el ámbito internacional, la presidencia de Orsi enfrenta un delicado equilibrio en su política exterior, enmarcada en las tensiones comerciales globales. China, principal socio comercial de Uruguay en sectores como la soja y la carne, ejerce una influencia significativa, mientras que Brasil, segundo mayor socio, y Estados Unidos, aliado clave en áreas como ciberseguridad y crimen organizado, también son actores fundamentales.
Según el analista Nicolás Saldías, del Economist Intelligence Unit, Uruguay estará bajo presión de Washington para limitar la inversión china en sectores estratégicos como infraestructura y telecomunicaciones, especialmente bajo la administración de Donald Trump.
Las exportaciones uruguayas hacia Estados Unidos crecieron un 68% en 2024, lo que sugiere oportunidades para profundizar esta relación, pero también exige una diplomacia hábil para alinearse con los intereses estadounidenses sin comprometer vínculos con Beijing.
Orsi ha expresado escepticismo sobre acuerdos comerciales bilaterales fuera de Mercosur, lo que podría complicar las negociaciones iniciadas en 2021 con China y los esfuerzos por un pacto más amplio entre China y el bloque sudamericano, que recientemente firmó un histórico acuerdo comercial con la Unión Europea tras décadas de negociaciones.
Dentro de la región, Orsi deberá navegar las dinámicas con los poderosos miembros de Mercosur, Brasil y Argentina, cuyos líderes presentan enfoques ideológicamente opuestos. Mientras el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, de izquierda, asistió a la investidura de Orsi, el libertario Javier Milei de Argentina, con quien existen profundas diferencias ideológicas, no pudo estar presente debido a la apertura del Congreso argentino.
Orsi también ha mostrado una postura distintiva en política exterior al considerar, tras su victoria en noviembre, la posibilidad de invitar al presidente venezolano Nicolás Maduro a su ceremonia de asunción, rompiendo con la línea del gobierno saliente.
Sin embargo, Lacalle Pou, en su última decisión como presidente, bloqueó la presencia de representantes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, argumentando que estos regímenes carecen de democracia, lo que refleja las tensiones regionales que Orsi deberá manejar con cautela. Este giro hacia la izquierda en Uruguay, en un contexto de estabilidad democrática y moderación, plantea un futuro de continuidad con innovación, pero también de complejos desafíos internos y externos que definirán su legado en los próximos cinco años.