¿La acumulación de tareas obstaculiza su productividad? 5 pasos para evitar el agotamiento
Es una percepción común que estar ocupado es un signo de productividad; sin embargo, cuando asumimos demasiado, podemos sentirnos abrumados y luchar para evitar el agotamiento.
Con las innumerables posibilidades que ofrece la tecnología actual, es tan factible hacer una maestría online como organizar una rutina de ejercicios en casa, y sentimos que no hay nada que no podamos lograr.
Pero tener posibilidades ilimitadas puede tener sus inconvenientes. Si no aprovechamos estas oportunidades con moderación, podemos terminar con agendas tan apretadas que, en lugar de beneficiarnos por todas las actividades, nos haga sentir estresados, agotados y agobiados, el clásico agotamiento.
El agotamiento es muy desagradable, pero muy común, tan común, de hecho, que la OMS ha proporcionado un diagnóstico oficial para la afección desde 2019. Para evitar el agotamiento, prueba este plan simple para volver a encarrilarte y recargar la motivación.
1. Haz un listado:
Para empezar, toma nota de las actividades que componen tu rutina diaria y semanal. ¿Cuánto tiempo dedicas al trabajo o a los estudios? ¿Estás tomando clases extracurriculares? ¿Qué pasa con las actividades adicionales relacionadas con tus pasatiempos o pasiones? Observa de cerca qué actividades ocupan la mayor parte de tu tiempo y evalúa si se ajustan a tus prioridades y objetivos.
Además, echa un vistazo a tus hábitos, especialmente aquellos que se han convertido en una segunda naturaleza. ¿Cuántas horas duermes cada noche? ¿Estás haciéndote el tiempo para comer comidas saludables o tu nutrición se ve comprometida por estar ocupado? ¿Cómo pasas normalmente tu tiempo libre? Hacerse estas preguntas te dará una mejor idea de tu situación actual.
2. Evalúa tus razones
Antes de descartar o adoptar nuevos hábitos, asegúrate de reevaluar tus prioridades y objetivos. ¿Qué te motiva a hacer las cosas? ¿Por qué pones tanto empeño en las cosas que haces? ¿Es para cumplir tus aspiraciones o para satisfacer las expectativas de otra persona?
Si tu motivación no se basa en un deseo de validación externa y, en cambio, está impulsada por nobles aspiraciones personales, procede a preguntarte qué tipo de persona quieres llegar a ser. Algunas personas desean convertirse en padres destacados, otras quieren tener éxito en su campo de trabajo y otras buscan una vida sencilla y frugal.
Definir tus prioridades, ya sea familia, carrera o realización espiritual, le dará las pautas para diseñar tu nuevo plan de acción. En última instancia, queremos discernir lo que es verdaderamente importante y renunciar a las cosas que no se alinean con nuestros objetivos.
3. Establece tus cinco objetivos principales
Ahora que sabes cómo quieres que termine el viaje, es hora de planificar el camino para llegar allí. Los elementos clave que harán que se convierta en realidad deberían ser tus objetivos intermedios.
Aunque la lista puede ser extensa, desde comprar una casa hasta aprender un idioma, redúcela a algunos objetivos esenciales. Tener muchas metas no significa necesariamente lograr más. En la mayoría de los casos, la multitarea hace que nuestra atención se divida cada vez más, lo que afecta negativamente nuestra productividad y hace que muy pocas de nuestras metas se cumplan.
Establece cinco metas que te permitan progresar al máximo. Inicialmente, concentra tu atención en las más importantes para maximizar la productividad y lograr tus objetivos más rápidamente. Incorpora gradualmente el resto de tus metas importantes.
4. Sentar las bases:
Considera las diferentes áreas de tu vida: espíritu, mente y cuerpo. Asegúrate de incluir metas que cuiden cada una de estas áreas para que el proceso conduzca a una vida equilibrada y armoniosa.
Fortaleciendo tu espíritu
Las metas relacionadas con tu espíritu darán sentido a tus esfuerzos. Sin fundamentos espirituales, cualquier otro objetivo puede ser inútil debido a la naturaleza fugaz de las cosas materiales. Desarrollar más empatía, volverte más tolerante o encontrar la paz interior son algunas de las metas espirituales por las que podrías comenzar a trabajar hoy.
Estas te ayudarán a perseverar durante las etapas más difíciles de tu viaje. La riqueza del alma y el espíritu siempre permanecerá y dará sentido a nuestras vidas, incluso si todo lo demás nos es arrebatado.
Refinando tu mente
Cuando se trata de la mente, considera tus patrones de pensamiento. ¿Sueles tener pensamientos negativos? ¿Está tu mente a menudo abrumada por el desorden mental? ¿Mejorar tu concentración, memoria y claridad mental sería un objetivo que valdría la pena perseguir?
Si tus respuestas son afirmativas, hay muchos hábitos saludables que puedes adoptar para lograr estos objetivos. La meditación, la consciencia plena o las actividades que estimulan el cerebro son algunas formas conocidas para nutrir tu mente.
Los factores que influyen en tu estado mental, como la estabilidad financiera, la satisfacción profesional y las conexiones sociales, deben considerarse una parte integral de tus objetivos más importantes.
Atesorando tu cuerpo
Nuestro cuerpo es la principal herramienta con la que contamos para alcanzar nuestros objetivos. Sin un cuerpo sano, ¿cómo podrías disfrutar de las recompensas de los esfuerzos de toda tu vida? Para mantener el bienestar físico: duerme lo suficiente, come bien y has ejercicio con frecuencia.
Para asegurarte de dormir lo suficiente, regula tu horario de sueño optando por acostarte más temprano. Te despertarás naturalmente cuando hayas descansado lo suficiente. Apagar los dispositivos, atenuar las luces y relajarse durante media hora puede contribuir a dormir mejor.
Nutrir nuestro cuerpo con alimentos nutritivos es igual de importante. Las personas ocupadas a menudo recurren a comidas precocidas, o incluso se olvidan de comer; pero si esto se convierte en un hábito, afecta nuestra salud.
La planificación de las comidas puede ayudar a mejorar la calidad de los alimentos que comes, mientras ahorras tiempo y dinero. Abastecerte de refrigerios saludables y beber suficiente agua diariamente puede mejorar tu energía, ayudar a tu concentración y reducir tu fatiga.
Integrar la actividad física en tu vida diaria es el tercer pilar de un cuerpo sano. Si bien el ejercicio vigoroso (alrededor de 25 minutos de cardio al menos tres veces por semana) ciertamente aumenta tu bienestar general, la actividad física moderada también puede marcar la diferencia.
Los estiramientos suaves por la mañana o los paseos relajantes por la noche son buenos puntos de partida. A medida que tu cuerpo comience a beneficiarse de una vida más activa, naturalmente comenzarás a disfrutar del placer del movimiento.
5. Pequeños pasos para un éxito duradero:
Ahora, estás listo para despegar. Con tu nueva estrategia, incluidos los hábitos que te gustaría desarrollar, te ofrecemos un último consejo: da pequeños pasos pero se constante en el camino.
Una vez que has recuperado tu motivación, es común tener ganas de comerse el mundo. Después de todo, ¡el cielo es el límite! Pero si no tenemos cuidado, este entusiasmo puede llevarnos de vuelta al agotamiento.
En su lugar, trata de concentrarte en pequeños hábitos que, cuando se practican con el tiempo, pueden contribuir a nuestros objetivos. Como dice Stephen Guise en su libro Mini Habits: Hábitos más pequeños, resultados más grandes, «…Todo logro gigantesco está hecho de pasos muy pequeños… y darlos así, de uno en uno, no es algo débil, sino preciso”.
Recuerda que, aunque las caídas son parte del proceso, aprender a levantarse es la clave. Asegúrate de ser constante, ten paciencia y, sobre todo, ten el coraje de empezar de nuevo tantas veces como sea necesario.