Por qué Trump proclamó la «Semana Anticomunismo»

El 7 de noviembre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una proclamación presidencial que designa del 2 al 8 de noviembre como la Semana Anticomunismo, con el fin de rendir homenaje a los cientos de millones de personas que perecieron bajo regímenes comunistas, así como reafirmar el compromiso de Estados Unidos con la libertad, los derechos humanos y la fe ante “la devastación causada por una de las ideologías más destructivas de la historia”.
Tras el fin de la Guerra Fría, la desconfianza hacia la ideología comunista fue desvaneciéndose gradualmente de la política estadounidense. Sin embargo, desde la elección de Trump, Estados Unidos ha comenzado a despertar de sus antiguas ilusiones respecto al Partido Comunista Chino (PCCh), devolviendo el anticomunismo al centro del debate nacional. La nueva proclamación refuerza esta postura.
“A través de continentes y generaciones, el comunismo ha traído devastación a naciones y almas. Más de 100 millones de vidas fueron arrebatadas por regímenes que buscaron borrar la fe, suprimir la libertad y destruir la prosperidad ganada con esfuerzo, violando los derechos y la dignidad otorgados por Dios a aquellos que oprimieron”, señala la proclamación.
“Durante más de un siglo, el comunismo no ha traído más que ruina. Dondequiera que se propaga, silencia la disidencia, castiga las creencias y exige que generaciones se arrodillen ante el poder del Estado en lugar de ponerse de pie por la libertad. Su historia está escrita en sangre y dolor, un sombrío recordatorio de que el comunismo no es más que otra palabra para servidumbre.”
Trump enfatizó:
“Al honrar su memoria, renovamos nuestra promesa nacional de mantenernos firmes contra el comunismo, de defender la causa de la libertad y el valor humano, y de afirmar una vez más que ningún sistema de gobierno puede reemplazar la voluntad y la conciencia de un pueblo libre.”
Definiendo la “nueva Guerra Fría” en términos políticos
Aunque la proclamación no menciona directamente a China, su lenguaje apunta claramente al PCCh.
La frase “borrar la fe” alude a la persecución de grupos religiosos en China, como cristianos y practicantes de Falun Gong; “suprimir la libertad” recuerda la censura y el encarcelamiento de disidentes; y “destruir la prosperidad ganada con esfuerzo” refleja la sustitución del dinamismo del mercado por el control estatal.
La intención estratégica de Trump es clara: redefinir al PCCh como el principal adversario del mundo libre y elevar la rivalidad económica a un choque de civilizaciones y valores. Esto sugiere un marco decisivo para la “nueva Guerra Fría”, no limitada al comercio, la tecnología o el poder militar, sino entendida como una confrontación entre la libertad y la tiranía.
La proclamación también advierte sobre la “persistencia de la tiranía bajo nuevas formas”, a pesar del fin de la Guerra Fría y del colapso de la Unión Soviética hace 34 años.
“Nuevas voces repiten viejas mentiras, disfrazándolas con el lenguaje de la ‘justicia social’ y el ‘socialismo democrático’. Sin embargo, su mensaje sigue siendo el mismo: renuncia a tu libertad, deposita tu confianza en el poder del gobierno y cambia la promesa de prosperidad por el vacío consuelo del control.”
Trump prometió que Estados Unidos rechazará esta “doctrina maligna” y que el país “seguirá siendo una nación fundada en la verdad eterna de que la libertad y la oportunidad son derechos de nacimiento de toda persona.”
Este mensaje apunta claramente al creciente movimiento de extrema izquierda dentro de Estados Unidos, en particular a las ideas socialistas reempaquetadas que están ganando fuerza entre las generaciones más jóvenes. Trump considera esto como un debilitamiento de las defensas internas del país: el anticomunismo debe ser tanto una lucha externa como interna, enfrentando las ideologías que prometen igualdad mientras arrebatan la libertad.
A diferencia del macartismo de la era de la Guerra Fría, esta postura representa más bien una recalibración moral: un esfuerzo por impedir la expansión del “totalitarismo blando” dentro del ámbito académico, los medios de comunicación y la censura algorítmica de las grandes tecnológicas.
Peso simbólico para una coalición global
La decisión de Trump de emitir la proclamación en el aniversario de la revolución comunista de 1917 en Rusia, y a pocos meses del 250º aniversario de la independencia estadounidense, tiene un fuerte valor simbólico. Mientras advierte sobre los estragos del comunismo, también refuerza los valores fundacionales de Estados Unidos en un momento decisivo.
Durante los últimos dos años, aliados de Estados Unidos como Japón, Polonia, la República Checa y Corea del Sur se han alineado cada vez más en sus políticas hacia China, formando un frente de la libertad de facto. La proclamación de Trump refuerza esa alianza al otorgarle legitimidad moral y narrativa.
En este contexto, el futuro alineamiento de las naciones democráticas no será meramente por intereses, sino por valores, a medida que Estados Unidos restablece la fe en la libertad como piedra angular de su diplomacia global.
“Honramos a las víctimas de la opresión manteniendo viva su causa y asegurando que el comunismo y todo sistema que niegue los derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad encuentren su lugar, de una vez por todas, en el basurero de la historia”, concluye la proclamación.








