“La persecución del PCCh a Falun Dafa es un genocidio”, según National Review
Por estos días el partido comunista chino (PCCh) está realizando los ‘Juegos Olímpicos’ de invierno, ya conocidos internacionalmente como los Juegos Genocidas, debido al genocidio contra los uigures por parte del régimen chino.
Sin embargo, hay otro genocidio del PCCh que necesita ser expuesto, y es el que realiza contra los practicantes de la disciplina espiritual pacífica, Falun Gong, también conocida como Falun Dafa.
Una publicación reciente de la revista estadounidense National Review del 4 de febrero, así lo denunció.
“Los responsables políticos estadounidenses deberían condenar claramente esta persecución contra Falun Dafa y declararla un genocidio”, escribió Nina Shea, directora del Centro para la Libertad Religiosa del Instituto Hudson, en su artículo titulado, «PCCh lleva a cabo un segundo genocidio -contra Falun Dafa”.
Los medios de comunicación se han referido a informes impactantes de 1 millón de uigures en campos de adoctrinamiento (oficialmente llamados “centros de formación profesional”).
También se denuncian torturas sistemáticas, violaciones y trabajos forzados.
Por atroces que sean, la designación de genocidio uigur, se basó en otras atrocidades.
Como explicó el ex secretario de Estado, Mike Pompeo, en enero pasado en el Wall Street Journal, la evidencia que muestra que los procedimientos médicos forzados para detener los nacimientos de uigures fueron “clave” para la determinación del genocidio por parte del Departamento de Estado.
Un estudio de la Fundación Jamestown de 2020 sobre datos chinos realizado por el erudito, Adrian Zenz, reveló una caída desigual de la tasa de crecimiento de la población de los uigures, lo que corrobora el testimonio de que el PCCh obligó a muchas mujeres uigures a someterse a abortos, esterilizaciones y procedimientos de DIU.
Asimismo, el mes pasado, un tribunal uigur de expertos independientes con sede en el Reino Unido, reafirmó el razonamiento de Pompeo en su propio juicio sobre genocidio, basado en los criterios de la “Convención de Genocidio de las Naciones Unidas”, que requieren la eliminación física intencional de todo o parte de un grupo.
Con respecto a Falun Gong, el genocidio está en curso, y ha sido denunciado por varios informes rigurosos que establecen que un gran número de sus practicantes detenidos han sido sometidos a la fuerza a procedimientos médicos que inevitablemente los matan.
Estos informes muestran que, durante 20 años, existe de una intención declarada del régimen de eliminar al grupo espiritual.
El PCCh se ha centrado en los detenciones de los practicantes de Falun Gong para la sustracción involuntaria de órganos, además del internamiento masivo, la desaparición y la tortura.
“Esto significa que las víctimas son asesinadas poco antes de que sus corazones, hígados, pulmones y riñones sean extirpados quirúrgicamente para venderlos en lo que Beijing se jacta de ser el mercado de trasplantes de órganos más grande del mundo”, expone The National Review.
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Sustracción de órganos
Un nuevo hallazgo crítico de expertos de la ONU fortalece este caso de genocidio.
“Los expertos en derechos humanos de la ONU, dijeron que están extremadamente alarmados por los informes de supuesta ‘sustracción de órganos’ dirigida a minorías, incluidos practicantes de Falun Gong, detenidos en China”, dice este informe del 14 de junio de 2021.
Los expertos agregaron que los practicantes pueden ser sometidos a la fuerza a análisis de sangre y exámenes de órganos, como ecografías y radiografías, sin su consentimiento informado, y que los resultados de los exámenes se registran en una base de datos de fuentes de órganos vivos que facilita la asignación de órganos.
“Según las denuncias recibidas, los órganos más comunes extirpados de los presos son corazones, riñones, hígados, córneas y, con menos frecuencia, partes de hígado. Esta forma de tráfico de carácter médico involucra presuntamente a profesionales del sector de la salud, incluidos cirujanos, anestesistas y otros especialistas médicos”.
Los expertos en derechos humanos de la ONU ya habían planteado el problema al régimen chino en 2006 y 2007.
Las respuestas del PCCh siempre carecían de datos como los tiempos de espera para la asignación de órganos o información sobre las fuentes de los órganos. Todo ello han sido obstáculos que esconde el genocidio, y que no permite la identificación y protección de las víctimas de la trata ni la investigación y enjuiciamiento efectivos de los traficantes.
Feroz campaña de persecución
Falun Gong tenía 70 millones de practicantes en China, según estimaciones de Beijing, cuando, en 1999, el exlíder del país, y secretario general del PCCh, Jiang Zemin, ordenó que fueran “eliminados”.
El PCCh lanzó de inmediato una feroz campaña contra el grupo, creando, según confirma el Departamento de Estado, “un aparato de seguridad extralegal dirigido por el partido para eliminar a la disciplina espiritual “Falun Gong”.
Según el Departamento de Estado, los practicantes de Falun Gong ahora suman entre 7 y 20 millones.
El extenso estudio “Cosecha sangrienta” y sus actualizaciones, realizado por el exministro del gobierno canadiense David Kilgour y los expertos David Matas y Ethan Gutmann, concluyen que “La fuente de la mayor parte del volumen masivo [de China] de órganos para trasplantes ‘es el asesinato de inocentes’ principalmente, practicantes de Falun Gong”, además de lo uigures, tibetanos, y cristianos.
Dos evaluaciones realizadas en el 2020, evidencian que los practicantes de Falun Gong no solo se encuentran entre las víctimas de una industria de sustracción forzada de órganos, sino que probablemente han sido sus principales víctimas en las últimas dos décadas. La primera evaluación fue realizada por Matthew Robertson de la la Fundación Memoria de las Víctimas del Comunismo (VOC), cuyas versiones fueron publicadas por la Fundación Jamestown, y la otra por el Tribunal de China, un panel independiente dirigido por Sir Geoffrey Nice, quien también presidió el Tribunal Uyghur.
De acuerdo con documentos de Cosecha Sangrienta, los hospitales de China programan trasplantes a pedido, en días o semanas, mientras que los NIH registran que el tiempo aproximado de espera para riñones en los Estados Unidos es de cuatro años.
Una versión archivada de 2004 del sitio web de una empresa privada de trasplantes con sede en China anunciaba descaradamente la existencia de donantes vivos a pacientes extranjeros: “En China realizamos trasplantes de riñón de donantes vivos. Es completamente diferente de los trasplantes de riñón [cadáver] de los que se habla en los hospitales y centros de diálisis japoneses”.
El PCCh afirma que puso fin a tales abusos en la obtención de órganos en el año 2015, incluido el uso de prisioneros condenados a muerte, y que en su lugar estableció un sistema de donación voluntaria, pero el Tribunal de China encontró que las estadísticas oficiales chinas de trasplantes están «falsificadas».
Observó una «brecha incomprensible» entre las evaluaciones «creíbles», basadas en datos hospitalarios, de unos 60 000 a 90 000 trasplantes anuales, y los 5146 donantes de órganos elegibles informados en un año por la República Popular China.
Tanto el Tribunal, como otros estudios concluyen que las fuentes vivas de detenidos de Falun Gong ayudaron a llenar este vacío.
Cabe mencionar que la “cita común en los medios de 65.000 practicantes de Falun Gong asesinados por sus órganos proviene de la investigación de Ethan Gutmann que cubre solo el período 2000-2008”, aclaró, Nina Shea, directora del Centro para la Libertad Religiosa del Instituto Hudson, en su artículo.
Otras evidencias
Además de los informes y evaluaciones mencionadas, las pruebas del genocidio incluyen testimonios de que los detenidos de Falun Gong suelen estar sujetos a exámenes médicos en prisión, cuyos resultados se ingresan en las bases de datos del gobierno para la asignación de órganos por parte del sistema hospitalario.
La Fundación Jamestown detalla una superposición entre el personal de trasplantes médicos y los cuadros del PCCh en la campaña contra Falun Gong, y una estrecha coordinación de trasplantes de órganos entre el PCCh, el Ejército Popular de Liberación, las prisiones y los hospitales.
Evidencias de una intención genocida
“Hace dos años, el Tribunal de China concluyó que el PCCh es culpable de un ‘crimen de lesa humanidad’ en la sustracción de órganos, pero carecía de pruebas de intención para considerar al PCCh culpable de genocidio”.
En ese momento planteó la posibilidad de que las muertes de los practicantes de Falun Gong debido a la sustracción de órganos, que encontró probadas inequívocamente, podrían ser simplemente el resultado de daños colaterales en un esfuerzo únicamente con fines de lucro.
Sin embargo, “la información más reciente originada de una fuente respetada pone fin a esa teoría, al menos en lo que respecta al PCCh. Es decir, la documentación de una docena de expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas revela que Falun Gong y otros presos de conciencia religiosos son el objetivo exclusivo de la sustracción de órganos, mientras que otros detenidos con órganos igualmente valiosos no son fuentes específicas. El enfoque singular del PCCh hacia las minorías religiosas detenidas, en particular Falun Gong, indica que el lucro no es su motivo principal (aunque el dinero puede ser el motivo del personal médico involucrado)”, sentenció, Nina Shea, en su artículo.
La declaración conjunta, de junio pasado de los doce expertos independientes en derechos humanos, designados por la ONU para informar sobre temas como la tortura, la detención, la libertad religiosa, los derechos de las mujeres y las minorías, declara que están “extremadamente alarmados” por la “información creíble”, de la “’sustracción de órganos’, contra practicantes de Falun Gong, uigures, tibetanos, musulmanes y cristianos, detenidos en China”.
Esta declaración incluye informes de que estos grupos son sujetos involuntariamente de exámenes médicos, cuyos resultados son “registrados en una base de datos de fuentes de órganos vivos que facilita la asignación de órganos”.
Entre la información “creíble” que documentaron está que “otros presos no están obligados a someterse a tales exámenes”, y esto significa que las minorías religiosas son seleccionadas discriminatoriamente para la ejecución médica, como método de represión, de forma similar a los musulmanes de Xinjiang que son seleccionados para los procedimientos médicos de prevención del parto. De esta manera, ahora sí se pueden conectar los puntos entre la directiva del PCCh de “eliminar” a Falun Gong y la conclusión del Tribunal de China y otros expertos de que un gran número de detenidos de Falun Gong han sido seleccionados por el PCCh y los funcionarios estatales para ser enviados a una muerte segura cerca en las mesas de operaciones de trasplante. Esto “evidencia una intención genocida”.
El PCCh y la complicidad de la OMS
La manipulación del PCCh y su infiltración en la Organización Mundial de la Salud -observada durante la pandemia- también contribuyó a encubrir este genocidio.
“En 2020, el académico Matthew Robertson descubrió que el grupo de trabajo asesor contra el tráfico de órganos de la OMS, encabezado por el cirujano de trasplantes de la Universidad de Harvard, Francis Delmonico, fue creado por el miembro del Comité Central del PCCh, Huang Jiefu, para ser influenciado por él como uno de los miembros destacados en el “grupo de trabajo independiente”.
Un comunicado del gobierno confirma que fue Huang “[o] en representación de China [quien] propuso establecer un grupo de trabajo de la OMS”.
Por esa razón, el grupo de trabajo “desestimó de plano” los cargos de sustracción de órganos, informó Robertson.
Se debe exponer la maldad del PCCh
Nina Shea, directora del Centro para la Libertad Religiosa del Instituto Hudson, en su artículo exhorto a exponer esta tragedia.
“Los legisladores estadounidenses muestran una nueva voluntad de reconocer la represión del PCCh. Deberían condenar claramente esta persecución contra Falun Gong y declararla un genocidio”
Si se hubiera expuesto antes, es posible que el genocidio uigur nunca hubiera ocurrido.
Ahora, con los Juegos Olímpicos de Beijing es momento de realizar un escrutinio especial de este capítulo horrible y permanente del historial de derechos humanos del PCCh.