5 pasos para perdonar sin una disculpa
Sentirse agraviado puede parecer insoportable, sobre todo cuando el dolor es causado por alguien que realmente nos importa. Cuando se permite que este sentimiento anide en nuestro interior, puede dar lugar a arduos años de resentimiento e incluso acortar la vida. Para evitar un sufrimiento innecesario, prueba estos cinco pasos para perdonar. Te ayudarán a cambiar tu perspectiva y a hacer las paces contigo mismo y con la otra parte.
1. Analiza si la mala acción fue intencionada
En lugar de permitir que se desarrolle una narrativa negativa en tu mente, considera si la persona quiso herir tus sentimientos. Es muy probable que ni siquiera sea consciente del dolor que te ha causado.
Una conversación sincera podría ahorrarte días o incluso años de resentimiento infundado. Expresando nuestros pensamientos y explicando nuestros sentimientos con toda sinceridad, podemos llegar a un entendimiento mutuo. El erudito confuciano Mencio dijo una vez: «Sólo podemos ganarnos la confianza y la comprensión de la gente cuando nuestros pensamientos internos se revelan claramente en nuestros rostros y palabras».
Si, después de reflexionar sobre el asunto, nos damos cuenta de que la ofensa fue innegablemente intencionada, haz acopio de fuerzas y sigue los siguientes pasos.
Si, después de reflexionar sobre el asunto, nos damos cuenta de que la ofensa fue innegablemente intencionada, haz acopio de fuerzas y sigue los siguientes pasos.
2. Cambia el enfoque de los demás a ti mismo
Tal vez las acciones hirientes de la otra parte fueron en respuesta a tu comportamiento. Pregúntate: «¿Alguna de mis acciones ha provocado esta situación? ¿Cómo han contribuido mis pensamientos, actos y actitudes a esta situación?»
Este autoexamen requiere una inmensa valentía y honestidad, pero es igualmente gratificante, como también afirmó Mencio hace miles de años, «no hay mayor placer que ser consciente de la sinceridad en el autoexamen».
Este paso nos permite romper con la mentalidad de víctima y nos da el poder de dar forma a nuestra vida para tomar las decisiones correctas. Una disculpa sincera por tu parte es la forma más rápida de resolver cualquier malentendido.
Si no tienes ninguna culpa, el siguiente paso es la compasión.
3. Desarrolla la compasión
Puede que mostrar compasión hacia quienes nos hacen daño no sea nuestra respuesta inicial, pero es una postura de la que sólo puedes beneficiarte. Puede resultar algo más fácil hacia las personas infelices.
Quizás hayan tenido una infancia difícil y su personalidad se haya formado como un mecanismo de defensa. La investigación descubrió que las Experiencias Adversas en la Infancia (ACEs) tienen un impacto significativo en el desarrollo físico, mental y emocional de los individuos. Aunque sus acciones puedan causar dolor en los demás, es probable que lleven en silencio un sufrimiento mayor en su interior.
¿Pero qué pasa con los que parecen relativamente felices, o incluso se complacen en causarte dolor? Entonces hay que recordar que todo sucede por una razón, tanto si lo vemos como si no. Un cuento tradicional budista es un buen ejemplo.
La historia cuenta que un ratón yacía muerto bajo el sol abrasador. Cuando un comerciante pasó por allí y vio el cuerpecito en descomposición, se tapó la nariz con asco y siguió su camino. Más tarde, pasó un erudito. Al ver a la lamentable criatura pudriéndose bajo el calor, se sintió conmovido por darle una muerte digna y enterró el cuerpo en el lugar.
Muchos años después, el discípulo del Buda Shakyamuni, Ananda, se encontró con una anciana que le reprendió sin motivo y se negó a darle de beber agua. El Buda pidió a otro de sus discípulos, Shariputra, que se disculpara con la mujer por la ofensa que había percibido. Para sorpresa de todos, la mujer fue muy amable con Shariputra, e incluso le hizo una ofrenda.
El Buda explicó que en sus vidas pasadas, Ananda había sido el mercader repelido por el ratón muerto (la mujer), mientras que Shariputra había sido el erudito que le había mostrado su compasión.
Es imposible saber hasta qué punto hemos hecho daño a los demás en nuestras vidas pasadas. Según la teoría de la retribución kármica, pagamos nuestras deudas sufriendo en la misma proporción en que infligimos dolor a los demás. Aunque su actitud despiadada hacia Ananda le parecía injusta en esta vida, él había sido poco amable con ella en el pasado, por lo que tenía que pagarle con sufrimiento.
Sabiendo lo doloroso que es este sufrimiento, es normal que surja la empatía cuando imaginamos cómo nos lo hemos ganado, e incluso podemos sentir alivio al saldar la deuda.
4. Míralo como una oportunidad de crecimiento
En Normas para ser un buen estudiante y un buen hijo (Di Zi Gui, 弟子規), un libro de texto tradicional chino sobre la moral y la etiqueta adecuada, el lector recibe un valioso consejo: «Cuando notes malos hábitos en los demás, reflexiona sobre tus propios defectos. Si tienes los mismos defectos, corrígelos. Si no, no dejes que surjan». Aunque este libro estaba destinado a los niños, seguro que podemos hacer buen uso de esta sugerencia a cualquier edad.
Para algunas personas el proceso de perdonar concluye cuando la ofensa se ha olvidado. Este es un tipo de perdón y puede ser adecuado para muchos de nosotros. Sin embargo, si el recuerdo repentino del suceso provoca dolor, es una señal de que aún queda trabajo por hacer. Sin embargo, ¡no te sientas desanimado! Sólo hay un último paso que dar.
5. Deséales lo mejor
La ciencia demostró que los pensamientos negativos pueden tener efectos significativos en nuestra salud emocional y mental. Al reconocer el dolor que surge cuando recordamos la situación, podemos desvelar los patrones de pensamiento que hay detrás de nuestros sentimientos.
¿Tenemos pensamientos de resentimiento? ¿Seguimos viéndonos como víctimas? ¿La vida nos parece injusta? Puede que estos pensamientos se hayan convertido en algo natural para muchos de nosotros. Sin embargo, hay formas de afrontarlos y darse cuenta de que no son realmente nuestros.
Deshacerse de estos pensamientos nos acerca al final del viaje del perdón. Para terminar el proceso con una nota alta, haz acopio de toda tu fortaleza y resuelve sustituirlos por pensamientos positivos y saludables.
Pruebas recientes con muestras de agua demostraron que los pensamientos concentrados tienen la capacidad de cambiar el aspecto y el comportamiento de los cristales de agua. Cuando se exponía a frases agradables como «amor» y «aprecio», el agua formaba hermosos cristales simétricos, mientras que la exposición a palabras como «me pones enfermo, te voy a asesinar» daba lugar a cristales rotos y distorsionados.
Si se ha demostrado que nuestros pensamientos ejercen tal influencia en el mundo real, ¡imagínate la fuerza con la que los pensamientos positivos pueden moldearnos a nosotros mismos y a nuestro entorno! Llénate de gratitud por todo lo que has pasado y desea de verdad que esa persona tenga oportunidades de mejorar así como te las ha concedido a ti.