Opinión: Trump golpea a la casta financiera globalista

Hemos visto por todas partes una intensiva propaganda negativa contra cada una de las políticas emprendidas por Donald Trump en el poder.

Evitemos la narrativa dominante tanto de izquierdas globalistas, como de derechas globalistas.

DEMOLIENDO EL MODELO FINANCIERISTA

Desde la perspectiva de la Escuela Económica Soberanista, analizaremos el fondo de la cuestión: ¿Qué hay más allá de los aranceles?

Pocos advierten que, tras la narrativa proteccionista, existe una voluntad de reconfigurar el sistema económico de los Estados Unidos a través de una demolición controlada del modelo financierista y la reconstrucción, en su lugar, de un modelo basado en la producción de riqueza real. 

El globalismo económico protege los privilegios de una casta financiera internacional en detrimento del sector productivo y la independencia económica nacional. 

La administración Trump está torpedeando uno de los pilares más importantes que sostiene la gran estructura del sistema financiero global:

*Este pilar es la balanza comercial deficitaria estadounidense. Deficitaria significa que importa más de lo que exporta.

¿Cómo puede ser esto uno de los pilares que sostiene el sistema financiero mundial? ¿Y cómo funciona esta estafa piramidal Ponzi a escala planetaria?

DETRAS DE LA NARRATIVA PROTECCIONISTA

Luego de la Segunda Guerra Mundial, desaparece definitivamente el Imperio Británico, en su lugar, EE.UU. emerge como una superpotencia mundial, manufacturera y comercialmente superavitaria, es decir, que exportaba más de lo que importaba.

Cuando el Tratado de Bretton Woods, en 1944, convirtió al dólar estadounidense en la moneda de reserva mundial, esta divisa comenzó a ser intensamente demandada por la mayoría de los Bancos Centrales de casi todos los países.

Esto provocó la sobrevaloración artificial del dólar, quitando a su vez competitividad a la industria estadounidense y encareciendo las exportaciones. Al mismo tiempo, hacía más baratos los productos importados, presionando a la baja la balanza comercial.

En la década de 1960, el economista belga Robert Triffin advirtió que una nación cuya moneda sirva como reserva mundial debe necesariamente incurrir en déficits comerciales para proporcionar liquidez global. A largo plazo, esta condición debilitaría irremediablemente la competitividad del sector productivo nacional.

Es decir, EE.UU. debe comprar bienes en el exterior para poder exportar dólares y así responder a la creciente demanda externa de la divisa de reserva.

Según Stephen Miran, el asesor económico de Trump, quien ha retomado las observaciones de Triffin, sostiene que Estados Unidos debe sostener déficits persistentes solo para alimentar la maquinaria financiera global, en detrimento de su industria manufacturera. Afirmó: «Estados Unidos no tiene déficits comerciales porque importe demasiado; importa demasiado porque necesita exportar bonos del Tesoro para sostener el sistema financiero global».

Es evidente que Trump quiere dinamitar este pilar que sostiene el sistema financiero globalista. Y todos los analistas conspiranoicos que piensan que este presidente es «otra marioneta más de los amos del mundo» se equivocan porque no entienden lo que está sucediendo.

DESMANTELANDO UN BIENESTAR ILUSORIO

En apariencia, los norteamericanos han estado disfrutando de un nivel de vida mucho más alto de lo que la propia capacidad productiva les hubiese permitido gozar en una situación normal. Hoy como una nación con la moneda de reserva mundial, pueden consumir lo que no producen y pagar por todo lo importado, imprimiendo dinero de la nada. 

Basicamente pueden comprar productos de todo el mundo: petróleo saudí, carne argentina, relojes suizos, autos alemanes, semiconductores taiwaneses, vino francés, etc., y a cambio entregar papelitos de color verde sin valor intrínseco, una moneda fiat. Es un trato aparentemente maravilloso, si no fuera por un detalle importante que nadie está viendo ni analizando.

La impresión de dólares no es gratis para el pueblo norteamericano; se logra en base a un enorme endeudamiento y la ilusión de un falso bienestar, que esconde una debilidad estructural a largo plazo. Este análisis novedoso lo supe describir en el Tomo II de mi libro «Trump contra el Globalismo. El Retorno» Pág. 250-256.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, en una entrevista con Tucker Carlson, coincide con mi análisis al describir este falso bienestar, comparando la actual economía estadounidense con «un culturista que toma esteroides; el exterior se ve estupendo, por fuera se ve musculoso, pero internamente está dañando sus órganos vitales. Eso era lo que estaba sucediendo aquí», dijo. Luego recordó cómo la economía se «veía muy bien» justo antes de las crisis de las .com y la crisis financiera de 2007-2008.

Bessent se sumó al esfuerzo MAGA, según sus palabras: «Preocupado por evitar una inminente calamidad financiera, debido a los altos niveles de gasto gubernamental, que conducían a altos niveles de deuda gubernamental».

¿Por qué Trump acudió a Bessent, un exsocio de George Soros? En mis libros detallé este documentado y largo enfrentamiento mutuo entre magnates. Soros financió las campañas de Hillary Clinton, Biden y Kamala Harris, es decir, los rivales políticos de Trump. Según el sitio web oficial de la Fundación de Soros, financiaron diversos movimientos progresistas por todo el mundo. En el Foro de Davos, consideró públicamente al presidente republicano como enemigo de la democracia y la «sociedad libre» que Soros dice defender. Donó mil millones de dólares para combatir gobiernos nacionalistas como el de Trump. Por su parte, gran parte del movimiento MAGA retrata al magnate financiero como un saboteador del orden conservador.

En este segundo mandato, ¿por qué Trump nombraría al exsocio de Soros como secretario del Tesoro? Hasta el propio Elon Musk acusó a Scott Bessent de ser un títere de Soros.

Pero hay que aclarar algo: Bessent trabajó con Soros en el pasado, pero desde 2016 se ha distanciado de sus posturas liberales, ha criticado algunos efectos de la globalización y ha respaldado causas conservadoras y al movimiento MAGA en todo sentido.

Bajo mi punto de vista, Trump eligió a Bessent porque detrás de la guerra arancelaria hay una guerra de divisas. Bessent fue el verdadero genio detrás de la famosa operación del «Miércoles Negro» de 1992, cuando Soros «quebró al Banco de Inglaterra» al apostar contra la libra esterlina.

Nadie mejor que Scott Bessent podría liderar una sofisticada guerra de divisas, donde se plantea un delicado equilibrio entre depreciar el dólar, evitando al mismo tiempo que éste pierda su estatus de moneda de reserva mundial. Bessent también ha defendido el enfoque de Trump orientado a favorecer a Main Street, una expresión que simboliza la economía real, los pequeños negocios, los trabajadores y la clase media.

LA DEUDA COMO UN ARMA DE CONTROL 

Tras el Nixon Shock de 1971, que rompió la convertibilidad dólar-oro, el gobierno dio vía libre a la impresión de dólares sin restricciones para cubrir déficits fiscales cada vez más abultados por la guerra en Vietnam.

Esto generó endeudamiento por parte del gobierno nacional ante el Banco de la Reserva Federal, que a cambio de la impresión de dólares recibe bonos del Tesoro con un interés añadido (que terminan pagando los contribuyentes). Esos bonos del Tesoro son comercializados en el mercado y adquiridos por inversores privados, así como por inversores institucionales como bancos y gobiernos extranjeros. 

Explicado de otra manera, todos los países que recibían dólares por sus exportaciones hacia EE. UU.  tenían un incentivo mayor que solo guardar sus dólares en sus Bancos Centrales, preferían prestar ese dinero a EE.UU. comprando bonos del Tesoro que les generaban un interés. El gobierno norteamericano recibía esos dólares para financiar su neoimperio, eso sí endeudándose con su Banco Central y el resto de los países del mundo. Desde hace más de 55 años EE.UU. recibe un subsidio para afrontar el gasto público, incluido el abultado gasto en Defensa. 

Muchos países reciclan su ganancia neta de sus balances comerciales, no solo en bonos del Tesoro norteamericano, sino también en acciones e inmuebles estadounidenses, inflando artificialmente su valor. 

Hasta 1971 todos los imperios de la historia que fueron potencias productoras excedentarias y se transformaron en productoras deficitarias, perdieron su poder. Lo que ha permitido seguir hasta ahora, es la deuda y el privilegio de tener una moneda de reserva mundial, pero es algo que no durará para siempre, en la administración Biden se observó una peligrosa tendencia a la desdolarización sin generar todas las medidas de preservación como las que está tomando Donald Trump. 

Poder consumir más de lo que se produce, poder gastar más de lo que generas en ingresos, puede parecer fantástico a simple vista, pero es una forma engañosa de disfrutar el presente sacrificando el futuro. El problema es que en algún momento la burbuja de la deuda estallará y hundirá absolutamente todo de manera irremediable.

La administración Trump divisa este peligro y está intentando desinflar la burbuja de manera controlada. Puede estallar en cualquier momento, pero lo que están haciendo es muy racional: disminuir el gasto público, aumentar los ingresos por aranceles y disminuir el endeudamiento general. Entre las medidas más destacadas se encuentran la de reducir el personal del Estado burocrático, desregular y empoderar el sector privado. Con promesas aun latentes de aplicar otra reducción general de impuestos a la clase media como en su primer mandato.

La deuda pública estadounidense ya está en 36,8 billones de dólares en español, o lo que es igual a 36.8 trillion dollars en inglés. (Reloj de la deuda)

Volviendo al tema, el Nixon Shock impulsó:

1) La eliminación del patrón oro.
2) La sobrevaloración crónica del dólar.
3) Elevados déficits comerciales.
4) Un endeudamiento crónico.
5) La sobrevaloración bursátil.
6) La exportación de la inflación estadounidense.
7) Desarrollo artificial de países asiáticos.

En definitiva, una economía financiarizada y sostenida a costa del sacrificio de la industria y los trabajadores estadounidenses.

La «Teoría del Accionista», que prioriza el beneficio exclusivo del accionista en la ética corporativa ultraliberal, solo atizó esta tendencia, que tuvo como consecuencia la deslocalización de la industria y el empleo a los países asiáticos, incluida China.

El desempleo, el precariado y el descontento generado por todos estos cambios radicales ayudarían a su vez a que los trabajadores miraran con entusiasmo el discurso proteccionista de Donald Trump. Este presidente ha prometido desde un principio la reindustrialización y el ajuste de cuentas contra países que abusaron de EE.UU. Del mismo modo, va contra esa casta globalista financiera que controla el Banco Central y el casino bursátil.

El Nixon Shock fue el punto de inflexión que marcó la gran toma de poder de la oligarquía financiera y el paso de una balanza comercial superavitaria a una deficitaria. Esto permitió cambiar esencialmente la estructura sobre la cual se sostiene todo el edificio de la economía de la gran potencia mundial.

Se sustituyó un sistema basado en la producción de riqueza real por otro basado en riqueza simbólica y endeudamiento.

El primer modelo ofrece independencia; el segundo genera dependencia y subordinación a la casta financiera. El primer modelo produce valor real; el segundo es una estafa piramidal Ponzi que conduce a la formación de una burbuja que beneficia solo a unos pocos, mientras que, cuando esta estalla, perjudica a las grandes mayorías.

EL COMERCIO MUNDIAL COMO INSTRUMENTO DE PODER

Existe una hoja de ruta racional que replantea el comercio internacional como un instrumento de poder, sustentado por aranceles, el control de divisas y la segmentación estratégica de aliados. 

Donald Trump y su equipo económico están redefiniendo los pilares del sistema de comercio global. Entre sus principales asesores económicos se encuentran Stephen Miran y Peter Navarro, quienes dan forma y sustento teórico al cambio impulsado por el presidente populista que vino a cambiarlo todo. 

La visión económica de la Administración Trump 2.0 es una continuación del enfoque adoptado en su primer mandato, pero potenciada en su aplicación y alcance. Se destaca la idea de que no es posible disociar la geopolítica del comercio internacional. 

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, señaló que el gran hombre de los aranceles fue Alexander Hamilton (el primer secretario del Tesoro que tuvo EE. UU.), quien utilizó los aranceles para financiar la nueva nación y proteger la industria estadounidense. Señaló que Donald Trump ahora agrega una nueva pata al taburete y utiliza los aranceles para negociar.

Por su parte, el vicepresidente JD Vance preguntó en Fox News: «¿Qué ha conseguido EE.UU. con la economía globalista?: endeudarse muchísimo para comprar productos que otros países fabrican para nosotros».

Esta administración se plantea explícitamente abordar y solucionar el problema de la deuda; pretenden iniciar la reconstrucción de la industria nacional, buscando también una devaluación relativa del dólar. Por otra parte, conciben el acceso al mercado interno como un instrumento de presión estratégica para negociar.

Los miembros de la nueva administración delinean propuestas donde los aranceles, la política monetaria y la seguridad nacional se funden en una única ecuación de poder. Trump ha estado hablando de esto desde hace 40 años.

La demolición controlada del sistema financierista conlleva riesgos significativos, pero el movimiento MAGA está dispuesto a recuperar nuevamente los pilares que hicieron grande a los Estados Unidos. Un cambio de 360º en más de medio siglo. 

Por Theo Belok, padre de la Teoría Soberanista; escritor y analista, autor de «Trump contra el Globalismo» y «Globalismo: ¿Qué es y cómo derrotarlo?. Sigue sus análisis en su sitio oficial  (teoriasoberanista.com).

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Theo Belok

Publicista, escritor, investigador, trumpista y teórico del Soberanismo.

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