«No hacemos esta basura del cambio climático»: El Pentágono de Trump elimina 91 estudios y ahorra millones

El Departamento de Defensa de Estados Unidos, liderado por el secretario Pete Hegseth en la nueva administración de Donald Trump, anunció el martes 11 de marzo de 2025 la cancelación de 91 estudios de ciencias sociales, incluyendo varios que abordaban el cambio climático, con un ahorro proyectado de 30 millones de dólares anuales.

Hegseth, quien asumió el cargo el 25 de enero, dejó su postura clara en X el pasado domingo: «El (Departamento de Defensa) no hace esta basura del cambio climático», una declaración que el Pentágono respaldó oficialmente con un retuit y un «Fact check true». La medida señala un giro pragmático en las prioridades militares bajo el mandato de Trump.

Un corte directo a lo no esencial

La decisión elimina investigaciones como «Determinantes Sociales e Institucionales de la Vulnerabilidad y Resiliencia a los Peligros Climáticos en el Sahel Africano» y «Peleas por la Comida: Narrativas de Guerra y Reproducción de Identidad en Conflictos Evolutivos». Para Hegseth, estos proyectos desvían recursos de la misión principal del Pentágono: proteger a la nación. «No estamos aquí para estudiar tendencias sociales o el clima, sino para mantenernos listos para la pelea», habría dicho una fuente cercana al secretario, según reportes locales.

Durante la última década, oficiales militares e inteligencia habían destacado el cambio climático como una amenaza potencial, citando riesgos como desastres en costas densamente pobladas o daños a bases estadounidenses. Un informe de 2018 encontró que casi la mitad de las instalaciones militares enfrentaban peligros climáticos. Sin embargo, la administración Trump opta por tratar estos problemas como cuestiones operativas, no como foco de estudios académicos costosos.

El sello de Trump en la defensa

El gobierno de Joe Biden había integrado el cambio climático en simulaciones y juegos de guerra del Pentágono, considerándolo un factor estratégico. Trump y Hegseth revierten esa dirección, alineándose con una visión que prioriza amenazas inmediatas sobre proyecciones a largo plazo. La cancelación de estos 91 estudios se suma a otras acciones recientes, como la salida de EE.UU. del consejo del fondo climático de la ONU, mostrando un rechazo a iniciativas multilaterales que el equipo de Trump ve como innecesarias o ineficientes.

Los 30 millones ahorrados, aunque modestos en el contexto del presupuesto militar, refuerzan el mensaje de austeridad y enfoque. Aunque el Pentágono no especificó su destino, se espera que se inviertan en áreas como modernización de armamento o entrenamiento, prioridades que Hegseth, un veterano con experiencia en combate, ha defendido desde su llegada.

La medida no pasa desapercibida. Quienes apoyan a Trump y Hegseth celebran la eliminación de lo que llaman «desperdicio burocrático», mientras algunos analistas advierten que subestimar el clima podría complicar la preparación ante crisis futuras, como migraciones masivas o conflictos por recursos. Sin embargo, el enfoque de Hegseth no niega los riesgos físicos —como inundaciones en bases—, sino que los relega a soluciones prácticas en lugar de investigaciones teóricas.

Con esta decisión, Trump y Hegseth imprimen su sello en el Pentágono: una máquina de defensa enfocada en lo tangible, sin distracciones. «No hacemos esta basura del cambio climático» no es solo una frase jocosa; es una declaración de intenciones que resuena con quienes quieren un ejército listo para actuar, no para teorizar.

Mientras los ahorros se redirigen y el mundo evalúa el impacto, la administración deja claro que su prioridad es la fuerza bruta sobre los papers académicos, un enfoque que promete mantener el debate encendido, pero con los pies bien puestos en la realidad operativa.

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Celeste Caminos
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