Mosquitos como “vacunadores voladores”: El controvertido proyecto financiado por la Fundación Gates
La Fundación Bill y Melinda Gates ha destinado más de 2,2 millones de dólares a un proyecto liderado por el Centro Médico de la Universidad de Leiden (LUMC) en los Países Bajos, cuyo objetivo es el desarrollo de métodos «innovadores» para combatir la malaria, incluida una tecnología que utiliza mosquitos como portadores de vacunas.
El propósito del proyecto, según la descripción oficial, es “mejorar los resultados de salud y prevenir muertes prematuras en poblaciones con altas tasas de infección por malaria, desarrollando vacunas de próxima generación”.
La noticia ha generado controversia debido a las implicaciones éticas y políticas de sus aplicaciones potenciales.
El estudio publicado
En un estudio publicado el mes pasado en el New England Journal of Medicine, los investigadores de LUMC detallaron un ensayo en el que mosquitos fueron utilizados para administrar parásitos modificados de malaria a 43 participantes adultos. Los parásitos, denominados GA1 y GA2, fueron diseñados para detener su desarrollo en humanos después de 24 horas y seis días, respectivamente, con el fin de generar inmunidad sin causar la enfermedad.
Los participantes recibieron 50 picaduras de mosquitos en tres sesiones separadas por 28 días. Posteriormente, fueron expuestos a cinco picaduras de mosquitos infectados con malaria. Los resultados mostraron que ocho de los nueve sujetos que recibieron GA2 estaban protegidos contra la malaria, mientras que solo uno de ocho en el grupo de GA1 mostró protección. Los participantes que recibieron picaduras de mosquitos sin parásitos no desarrollaron inmunidad.
Implicaciones
La idea de utilizar mosquitos modificados para “vacunar” a las personas sin su consentimiento ha generado críticas por considerarse una violación potencial de las libertades individuales. Este enfoque, según los críticos, representa una peligrosa invasión de la autonomía personal, planteando preguntas fundamentales sobre el consentimiento en la ciencia y la salud pública.
En este sentido, la controversia en torno a este proyecto también refleja un debate más amplio sobre la relación entre la ciencia y la libertad individual, ya que imponer medidas sin consentimiento puede generar desconfianza y resistencia pública.
La pandemia de COVID-19 ha exacerbado estas tensiones, con figuras como Gates promoviendo estrategias de salud pública que algunos perciben como autoritarias, al violar los derechos fundamentales y las decisiones individuales.