Misión Golden Dome: la nueva carrera espacial ya no gira en torno a Elon Musk

La administración del presidente Donald Trump ha iniciado un giro estratégico en su ambicioso proyecto de defensa espacial, conocido como “Golden Dome”, con el objetivo de reducir su dependencia de Elon Musk y su empresa SpaceX. En medio de crecientes tensiones personales y políticas entre Trump y Musk, el gobierno estadounidense está buscando incorporar nuevos socios al desarrollo del sistema, entre ellos Amazon y varios contratistas de defensa tradicionales.
El “Golden Dome” es una iniciativa de 175 mil millones de dólares inspirada en el “Iron Dome” israelí, pero con un alcance mucho más amplio: una red de defensa antimisiles basada en el espacio, que combinará cientos —o miles— de satélites en órbita baja con plataformas de seguimiento, comunicación y respuesta a amenazas balísticas.
Aunque SpaceX sigue siendo un actor clave, especialmente en el lanzamiento de satélites gracias a su experiencia con Starlink, su posición dominante podría verse disminuida. Según fuentes del Pentágono y la Casa Blanca, incluso antes del reciente distanciamiento entre Musk y Trump —que se hizo público el 5 de junio—, ya se estaban evaluando alternativas para evitar depender de un solo proveedor en un proyecto de esta magnitud.
Uno de los nombres que ha cobrado fuerza es Project Kuiper, el programa satelital de Amazon. Aunque aún está en fase temprana, con apenas 78 satélites lanzados de los 3.000 previstos, su inclusión en el programa refleja la intención del gobierno de sumar a actores del sector tecnológico comercial al esfuerzo de defensa nacional.
Jeff Bezos, presidente ejecutivo de Amazon, ya había anticipado que Kuiper tendría usos comerciales y también aplicaciones militares. La empresa, sin embargo, declinó hacer comentarios sobre su posible participación en Golden Dome. Lo mismo hicieron el Pentágono y la Casa Blanca.
La reciente confrontación entre Trump y Musk también ha afectado la dinámica de alianzas en el sector. Musk, a través de su nueva formación política “America Party”, ha expresado posturas críticas hacia sectores republicanos alineados con el enfoque fiscal expansivo del actual mandato. En paralelo, el empresario ha señalado que SpaceX “no ha intentado postularse a ningún contrato relacionado” con Golden Dome, y que su prioridad sigue siendo la exploración de Marte.
No obstante, debido a su trayectoria y capacidad técnica, SpaceX aún está bien posicionado para obtener contratos de lanzamiento. Pero con el tiempo, se espera que otras compañías como Rocket Lab y Stoke Space también compitan por esas tareas, según funcionarios estadounidenses. “Cada lanzamiento individual será licitado, y tenemos que dar oportunidad a otros jugadores”, declaró uno de ellos.
A la par, empresas de defensa consolidadas como Lockheed Martin, Northrop Grumman y L3Harris también han sido convocadas. Lockheed ya expresó públicamente su interés en participar, mientras que Northrop trabaja en interceptores espaciales, y L3Harris ha notado un crecimiento en la demanda de sus tecnologías de seguimiento de misiles.
El programa Golden Dome fue lanzado formalmente apenas una semana después de la reelección de Trump. El general Michael Guetlein, recientemente confirmado por el Senado, estará al frente del proyecto. Según una directiva del secretario de Defensa Pete Hegseth, Guetlein tendrá 30 días para formar su equipo, 60 para entregar un diseño inicial y 120 para presentar el plan completo de implementación.
Uno de los desafíos técnicos será asegurar que las plataformas comerciales integradas —como Kuiper— cuenten con protección adecuada contra ataques cibernéticos y de guerra electrónica. Musk reconoció en 2024 que Starlink estaba gastando “recursos significativos” en contrarrestar interferencias rusas, lo que refleja la complejidad de proteger redes satelitales en contextos de alta amenaza.
En un escenario internacional cada vez más competitivo, el desarrollo de un escudo espacial como Golden Dome podría redefinir el equilibrio estratégico global, acelerando tanto la carrera armamentista como la militarización del espacio.
A pesar de las tensiones y desafíos, la administración Trump parece decidida a avanzar rápidamente con el programa. El primer tramo de financiamiento, de 25 mil millones de dólares, ya está listo para asignarse, lo que marca un paso importante hacia la concreción de uno de los proyectos más ambiciosos en la historia de la defensa estadounidense.