Mike Johnson: “Somos la primera nación que reconoció que nuestros derechos no provienen del gobierno, sino de Dios”

En un emotivo discurso pronunciado el 4 de julio durante las celebraciones del 249.º aniversario de la independencia de Estados Unidos y la firma del proyecto One Big Beautiful Bill Act impulsado por Trump, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, reafirmó con fuerza los principios fundacionales de la nación al declarar: “Somos la primera nación en la historia del mundo que reconoció que nuestros derechos no provienen del gobierno, sino de Dios”.
Esta declaración, hecha en el contexto de un evento en el Capitolio, resonó profundamente entre los asistentes y fue acompañada por una referencia al lema nacional inscrito en las paredes del Congreso: “En Dios confiamos”.
La afirmación de Johnson subraya su visión del excepcionalismo estadounidense, un concepto arraigado en la Declaración de Independencia de 1776, que establece que todos los hombres son creados iguales y dotados por su Creador de derechos inalienables, como la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
En su discurso, Johnson destacó que esta idea fundacional distingue a Estados Unidos como una nación única, cuya libertad no depende de la autoridad gubernamental, sino de un orden divino.
Al señalar la inscripción “En Dios confiamos”, el presidente de la Cámara conectó su mensaje con un símbolo tangible de la herencia judeocristiana que, según él, define la identidad americana.
Como cristiano evangélico y líder conservador, Johnson ha hecho de su fe un pilar central de su carrera política. En este discurso, pronunciado en un día tan significativo como el Día de la Independencia, su mensaje fue claro: los derechos individuales no son otorgados por el gobierno, sino que son dones divinos que el gobierno debe proteger, no restringir.
Esta postura resuena con los valores conservadores que ven en la Declaración de Independencia un documento no solo político, sino moral y espiritual, que establece a Estados Unidos como una nación excepcional.
El discurso de Johnson también sirvió como un recordatorio de la importancia de preservar los principios fundacionales en un momento de desafíos culturales y políticos.
En un contexto de creciente polarización, el presidente de la Cámara llamó a los estadounidenses a aferrarse a los ideales de libertad individual, gobierno limitado y dignidad humana, que describió como fundamentales para la grandeza de la nación.
“Lo perdemos bajo nuestro propio riesgo”, advirtió, refiriéndose al peligro de alejarse de estos valores. La alusión a “En Dios confiamos” no fue solo retórica; fue un reconocimiento de la tradición histórica de líderes como George Washington y Abraham Lincoln, quienes también invocaron la providencia divina en momentos clave de la historia estadounidense.
Johnson, al igual que estos predecesores, posicionó a Estados Unidos como una nación guiada por principios trascendentales, un mensaje que encontró eco en las publicaciones de varios medios y usuarios en redes sociales, quienes destacaron la relevancia de sus palabras en el contexto del 4 de julio.
Para los conservadores, el discurso de Mike Johnson no solo celebró el Día de la Independencia, sino que también reafirmó la necesidad de proteger la herencia espiritual y política de Estados Unidos.
En un mundo donde los valores tradicionales enfrentan cuestionamientos frente a la cultura woke y el progresismo, Johnson instó a los ciudadanos a recordar que la libertad americana se basa en la creencia de que los derechos vienen de Dios, no del hombre.
Este 4 de julio, su mensaje fue un poderoso llamado a la unidad y a la renovación de los principios que han hecho de Estados Unidos, en sus palabras, “el país más grande de la historia del mundo”.