Menos jabón y más sentido común: Para una piel naturalmente bella

Una piel naturalmente hermosa no es algo que se pueda comprar en una caja. Es el resultado de cuidar bien el cuerpo, por dentro y por fuera. Un estilo de vida saludable es fundamental, pero lo que aplicamos a nuestra piel también influye. 

Es fácil dejarse llevar por el mundo de los sérums, las mascarillas faciales y los productos de cuidado de la piel que están de moda. Sin embargo, con tanta emoción, a menudo pasamos por alto lo básico, ¿y el más básico de todos? El limpiador.

El limpiador es probablemente lo primero que toca tu piel cada mañana y cada noche. Si no es el adecuado, ni las cremas más sofisticadas pueden salvar el día.

Elegir el limpiador adecuado para tu piel es un paso de belleza esencial, aunque a menudo se pasa por alto. Así que, detengámonos y reconsideremos el cuidado de la piel desde lo básico. Para darle a tu piel lo que realmente necesita, necesitas comprenderla. 

Entiende tu piel

Tu piel es el órgano más grande de tu cuerpo. Actúa como barrera, escudo, termostato e incluso como mensajera. Tu piel te avisa cuando está seca, irritada o demasiado limpia. ¿La estás escuchando?

En lugar de buscar el limpiador más fuerte del mercado, debes determinar si es piel grasa, seca, sensible o una combinación. 

Tipos de piel

Cada tipo de piel tiene necesidades diferentes y entender qué pide la tuya te ayudará a elegir el producto adecuado. 

Aquí tienes una guía rápida para ayudarte a identificar tu tipo de piel:

  • Piel normal : rara vez presenta brotes. Equilibrada, suave y ni demasiado grasa ni demasiado seca (¡qué suerte tienes!).
  • Piel seca: Se siente tirante y puede descamarse, especialmente después del lavado. Necesita hidratación.
  • Piel grasa: con tendencia acneica, brillos en la zona T (frente, nariz y barbilla), a veces con brotes o poros dilatados. Necesita hidratación ligera. 
  • Piel mixta: Una mezcla de grasa y seca. Generalmente grasa en la zona T y seca en las mejillas.
  • Piel sensible: reacciona con facilidad [se enrojece, pica o irrita con facilidad, especialmente con productos nuevos]. Necesita el cuidado más delicado.

Limpiadores de piel

Un buen limpiador elimina la suciedad y la grasa sin alterar el equilibrio natural de la piel. ¿Uno no tan bueno?

  • Elimina los aceites naturales.
  • Altera el pH de tu piel
  • Provoca sequedad e irritación.
  • Puede causar un desequilibrio que conduzca a brotes o descamación.

Si siente la piel tirante, seca o irritada, puede que sea momento de pasar a un limpiador natural que promueva una piel saludable, según sus necesidades.

Elija limpiadores suaves y naturales.

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El jabón de leche de cabra ofrece numerosos beneficios para el cuidado de la piel. (Imagen: HYPE INTERNATIONAL vía Pexels)

Así como nuestro cuerpo se desarrolla mejor con alimentos frescos que con comida chatarra, nuestra piel prefiere ingredientes suaves y naturales en lugar de productos químicos agresivos.

Para piel grasa

Buscas un limpiador que limpie profundamente sin resecar la piel. Busca ingredientes como aceite de árbol de té, carbón vegetal o ácido salicílico.

Evite: limpiadores cremosos o aceitosos: solo harán que su piel se sienta más grasosa.

Para piel seca

Es hora de encontrar un limpiador suave e hidratante. Busca glicerina, manteca de karité, aceite de oliva o incluso leche de cabra.

Evite los limpiadores con alcohol o fragancias fuertes. Tienden a empeorar la sequedad.

Para pieles sensibles

Lo simple es lo mejor. Elige limpiadores sin fragancia, sin colorantes y con pH equilibrado. Ingredientes como el aloe vera, la manzanilla y la caléndula son conocidos por sus propiedades calmantes.

Pruebe siempre primero un producto nuevo en un área pequeña.

Para pieles mixtas

El equilibrio es clave. Busca limpiadores suaves con té verde, aloe o miel; son calmantes y no demasiado pesados.

Una fórmula suave puede mantener limpias las zonas grasas sin resecar el resto del rostro.

Para piel normal

¡Tienes la libertad de explorar! Simplemente evita los jabones agresivos y busca ingredientes naturales y respetuosos con la piel. 

Lo mejor es siempre lo suave: no es necesario exagerar.

Jerga de las etiquetas: qué significa todo esto

  • Sin parabenos ni sulfatos: son productos químicos agresivos que pueden provocar sequedad.
  • Fragancia: Este término puede entenderse como fragancia química. Los perfumes artificiales pueden irritar más que solo la nariz, así que si tienes piel sensible, es mejor evitarlos; pero ten cuidado con la etiqueta «sin perfume», ya que podría indicar que se ha añadido otra sustancia química para disimular un olor desagradable. 
  • pH equilibrado: estos productos no alteran la acidez natural de la piel, lo que ayuda a mantener una barrera protectora saludable (capa externa de células).
  • No comedogénico: no obstruye los poros (importante para pieles propensas al acné).
  • Hipoalergénico: es poco probable que cause reacciones alérgicas.
  • En general, si un producto tiene una lista larga de ingredientes indescifrables, puede que no sea la mejor opción.

La naturaleza lo sabe mejor: ingredientes probados a lo largo del tiempo

Nuestras abuelas no tenían marcas sofisticadas, pero lucían una piel radiante. ¿Por qué? Confiaban en la naturaleza. Tú también puedes. 

Los limpiadores suaves y naturales no contienen sulfatos agresivos, fragancias artificiales ni aditivos innecesarios. Limpian eficazmente sin excederse. Busca ingredientes que calmen y favorezcan el equilibrio natural de la piel.

Algunos ingredientes naturales que aman la piel incluyen:

  • Aloe vera – Calma e hidrata
  • Avena – Calma la picazón o sequedad de la piel.
  • Miel cruda: limpia y cura suavemente.
  • Agua de rosas – Refresca y tonifica
  • Aceite de coco/oliva/almendras: nutre las zonas secas (pero evita su uso en pieles propensas al acné).

Rutina diaria para una piel naturalmente bella

Cuando se trata del cuidado de la piel, la gente suele buscar soluciones rápidas. Pero la mejor solución es mantener una rutina saludable. Estos consejos te ayudarán a cuidar tu piel:

  1.  Limpiar suavemente: una o dos veces al día.
  2.  Utilice agua tibia, nunca caliente.
  3.  Seque con palmaditas – No frote con una toalla.
  4.  Hidratar: Incluso la piel grasa necesita hidratación.
  5.  Use protección solar: los sombreros, las bufandas y el bloqueador solar ayudan.
  6.  Come bien: lo que comes se refleja en tu rostro.

Dale tiempo a tu piel para que se adapte a los cambios. No la sobrecargues con cosas nuevas cada semana. Deja que sane, se adapte y responda. La piel sabe cómo repararse si se lo permitimos.

Recuerda, tu piel refleja tu estilo de vida. ¿Comida chatarra, dormir mal y el estrés? Dejan huella. ¿Fruta fresca, agua, descanso y paz? Resplandecen.

Por Shoba Rajamani

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Redacción Mundo Libre
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