Maduro se niega a recibir deportados de EE. UU. en represalia por la cancelación de la licencia de Chevron

Caracas y Washington viven un nuevo capítulo de tensiones diplomáticas, esta vez en el marco de las políticas migratorias de la administración de Donald Trump y las decisiones económicas relacionadas con Venezuela. Según un informe publicado por The Wall Street Journal (WSJ) este martes, el régimen chavista de Nicolás Maduro habría advertido en privado al gobierno de Trump que no acogerá a sus propios ciudadanos deportados desde Estados Unidos, en respuesta a la reciente decisión de la administración estadounidense de poner fin a la licencia de operaciones de Chevron en Venezuela.
Esta medida, que obliga a la petrolera a salir del país caribeño antes del 3 de abril de 2025, ha tensado aún más las relaciones bilaterales, afectando un acuerdo inicial de repatriación de venezolanos indocumentados.
Contexto de la decisión de Trump
El pasado martes, la administración Trump anunció la revocación de la licencia que permitía a Chevron operar en Venezuela, una decisión que el presidente estadounidense justificó al señalar que Nicolás Maduro no ha cumplido con la rapidez esperada en la repatriación de venezolanos indocumentados que residen en EE.UU. Esta medida forma parte de la campaña de deportación masiva prometida por Trump, quien, desde su regreso a la Casa Blanca en enero de 2025, ha priorizado endurecer las políticas migratorias. Según el WSJ, Trump expresó su frustración por la lentitud de Maduro en facilitar las deportaciones, lo que llevó a esta acción contra Chevron, una de las pocas empresas estadounidenses con presencia en el sector petrolero venezolano desde 2022, cuando obtuvo una licencia especial a pesar de las sanciones contra el régimen de Maduro.
La licencia de Chevron, otorgada bajo la administración Biden, había permitido a la compañía mantener operaciones limitadas en Venezuela, contribuyendo modestamente a la recuperación económica del país, que atraviesa una profunda crisis. Sin embargo, la cancelación de esta licencia no solo afecta a la industria petrolera, sino que también complica las negociaciones migratorias entre ambos países, según fuentes citadas por el WSJ.
La Represalia de Maduro y el Fracaso del Acuerdo de Repatriación
El régimen chavista, según el diario, habría comunicado en privado su negativa a recibir deportados como una medida de represalia directa contra la decisión de Trump. Esta advertencia pone en riesgo el acuerdo de repatriación alcanzado en enero de 2025, tras una reunión en Caracas entre Richard Grenell, enviado especial de Trump para inmigración, y Nicolás Maduro. Ese acuerdo inicial permitió el retorno de 366 venezolanos en tres vuelos desde Estados Unidos en febrero, además de un cuarto vuelo desde México el 24 de febrero, que llevó a 242 repatriados, incluidos mujeres y niños, como parte de un pacto con el gobierno mexicano.
Sin embargo, el WSJ señala que, desde el 20 de febrero, no se han realizado más vuelos de deportación desde EE.UU. a Venezuela, como estaba previsto, debido a costos elevados de los aviones militares y a las tensiones diplomáticas crecientes. La negativa de Maduro a aceptar más deportados podría obstaculizar aún más los planes de Trump, quien busca cumplir su promesa de campaña de deportar a millones de inmigrantes indocumentados, incluyendo a los aproximadamente 348,000 venezolanos con estatus de protección temporal (TPS) en EE.UU., cuya protección está programada para expirar en abril de 2025, según un anuncio del Departamento de Seguridad Nacional en febrero.
Divisiones en la Administración Trump y Desafíos Logísticos
El informe del WSJ también revela divisiones internas en el gobierno de Trump respecto al enfoque hacia Venezuela. Mientras algunos asesores abogan por mantener la presión máxima sobre Maduro mediante sanciones y medidas migratorias, otros sugieren un enfoque más pragmático, considerando los fracasos de las políticas de «máxima presión» durante el primer mandato de Trump (2017-2021). Hasta ahora, no se ha programado una visita de seguimiento a Caracas ni se han reanudado los vuelos de deportación, lo que refleja la complejidad de las relaciones entre ambos países.
Además, la logística de las deportaciones representa un desafío significativo. Los costos de los vuelos militares han obligado a la administración a pausar temporalmente las operaciones, mientras que las relaciones diplomáticas con Venezuela, marcadas por décadas de hostilidad, complican cualquier acuerdo. La decisión de Maduro de vincular la recepción de deportados con la licencia de Chevron añade una capa adicional de dificultad, transformando un asunto migratorio en una disputa económica y política de alto nivel.
Implicaciones para Venezuela y EE.UU.
Para Venezuela, la cancelación de la licencia de Chevron representa un duro golpe para su industria petrolera, ya debilitada por años de sanciones, mala gestión y crisis económica. Aunque el país ha mostrado algunos signos de recuperación económica en 2024, según analistas, la salida de Chevron podría exacerbar la escasez de divisas y dificultar la importación de bienes esenciales, afectando aún más a una población que ya sufre altos niveles de pobreza y emigración masiva.
Para EE.UU., el rechazo de Maduro complica los objetivos migratorios de Trump, quien ha hecho de la deportación una prioridad política. Sin la cooperación de Venezuela, la administración podría enfrentar retrasos en su agenda, además de críticas por la falta de resultados tangibles en su política migratoria. Esto podría abrir la puerta a nuevas sanciones o medidas diplomáticas contra el régimen chavista, pero también pone en evidencia los límites de la presión unilateral sobre Maduro, quien, a pesar de su aislamiento internacional, sigue resistiendo con apoyo de aliados como Rusia, China y Cuba.
Un Futuro incierto
La situación descrita por el WSJ deja entrever un futuro incierto para las relaciones entre EE.UU. y Venezuela. Mientras Trump busca avanzar en su agenda migratoria, Maduro utiliza su posición para negociar desde una postura de resistencia, aprovechando la dependencia de EE.UU. de la cooperación venezolana para sus planes de deportación. La cancelación de la licencia de Chevron, lejos de ser una medida aislada, podría marcar el inicio de una escalada en las tensiones, con consecuencias impredecibles para ambos países.
En este contexto, analistas sugieren que la administración Trump podría necesitar reconsiderar su estrategia hacia Venezuela, equilibrando la presión migratoria y económica con incentivos diplomáticos que permitan avanzar en la repatriación de venezolanos. Sin embargo, la intransigencia de Maduro y las divisiones internas en Washington dificultan cualquier solución rápida, dejando a ambos países en un punto muerto que podría prolongarse en los próximos meses.