Los ministros del G7 endurecen su postura hacia China en reunión en Canadá

Los ministros de Relaciones Exteriores del G7 adoptaron una postura más firme hacia China este viernes durante su reunión en la localidad turística de La Malbaie, Canadá. En un comunicado conjunto, los representantes de las siete naciones destacaron preocupaciones sobre Taiwán y el aumento del arsenal nuclear chino, marcando un cambio notable respecto a declaraciones previas al omitir referencias conciliatorias como las políticas de «una sola China» y el deseo de relaciones «constructivas y estables» con Pekín.
El comunicado, que refleja una línea similar a la adoptada por Estados Unidos y Japón en febrero, condenó explícitamente la «coerción» hacia Taiwán, un lenguaje que ha sido bien recibido en Taipéi en medio de las crecientes tensiones con China.
Esta postura llega tras la iniciativa del presidente estadounidense, Donald Trump, y el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, quienes introdujeron el término «coerción» el mes pasado en referencia a la presión militar china sobre la isla autogobernada, que Beijing reclama como propia. El texto del G7 también instó a una «resolución pacífica» de las cuestiones a través del estrecho de Taiwán y reiteró su oposición a cualquier intento unilateral de alterar el statu quo por la fuerza.
A diferencia de la declaración de noviembre pasado, el comunicado de este viernes omitió menciones a las políticas de «una sola China», un principio que ha sido fundamental en las relaciones de Occidente con China y Taiwán durante décadas, reconociendo a Beijing como el gobierno oficial de China mientras las relaciones con Taipéi permanecen no oficiales. También se eliminaron referencias a la importancia de China en el comercio global y las garantías de que el G7 no busca «desacoplarse» ni «volverse hacia adentro». Esta omisión probablemente generará inquietud en Beijing, que ve el principio de «una sola China» como una línea roja en su soberanía.
El embajador chino en Canadá respondió duramente, acusando al G7 de «ignorar los hechos y la posición solemne de China», interfiriendo en sus asuntos internos y difamando al país. «La clave para mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán reside en respetar el principio de una sola China», afirmó el portavoz, quien calificó las acciones del G7 como «dañinas» para la soberanía china.
Preocupaciones más allá de Taiwán
El G7 también expresó «serias preocupaciones» por las acciones de China en los mares del Este y del Sur de China, particularmente contra Filipinas y Vietnam. Los ministros señalaron el uso de «maniobras peligrosas y cañones de agua» y los esfuerzos por restringir la libertad de navegación en el Mar del Sur de China, un área de disputas territoriales de larga data. Además, abordaron las políticas no comerciales de China, argumentando que generan exceso de capacidad y distorsiones en el mercado global, y pidieron a Beijing abstenerse de medidas de control de exportaciones que podrían interrumpir las cadenas de suministro.
En respuesta, la embajada china en Canadá rechazó estas acusaciones como «infundadas», afirmando que son los miembros del G7 quienes han «politizado y convertido en armas» las cuestiones económicas y comerciales. «La región de Asia-Pacífico no es un tablero de ajedrez para rivalidades geopolíticas», agregó, instando al grupo a abandonar la «mentalidad de Guerra Fría» y a no exacerbar tensiones.
El enfoque de Trump hacia China
La administración de Trump ha colocado a figuras de línea dura respecto a China en puestos clave, aunque su estrategia definitiva hacia Beijing aún no está del todo clara. Fuentes indican que se está considerando una posible cumbre con el líder chino Xi Jinping en un futuro cercano, lo que podría señalar un intento de equilibrar la firmeza con el diálogo. La introducción del término «coerción» en el contexto de Taiwán, impulsada por Trump e Ishiba, refleja un enfoque más asertivo que ha encontrado eco en el G7, al tiempo que la omisión de temas como los abusos de derechos humanos en Xinjiang, Tíbet y Hong Kong podría interpretarse como un ajuste táctico para enfocar las prioridades estratégicas.
El comunicado del G7 también destacó preocupaciones sobre la acumulación nuclear de China, un punto que no aparecía en la declaración de noviembre, subrayando una creciente inquietud por las capacidades militares de Pekín. Sin embargo, la ausencia de menciones a un «compromiso directo y franco» con China, como se había hecho antes, sugiere un cambio hacia una postura menos conciliadora.
La reunión en La Malbaie refleja un esfuerzo colectivo del G7 para proyectar unidad frente a los desafíos planteados por China, desde las tensiones en Taiwán hasta las disputas marítimas y económicas. Si bien el endurecimiento del lenguaje marca una evolución en la postura del grupo, también pone de relieve las complejidades de manejar las relaciones con una potencia global como China, especialmente en un momento en que la administración Trump busca definir su legado en política exterior.