Le sustrajeron a la fuerza parte de sus órganos en China, sobrevivió y ahora lo amenazan de muerte por revelar lo que pasó
Cheng Peiming, el primer sobreviviente conocido de las brutales prácticas de sustracción forzada de órganos en China, se encuentra ahora en Estados Unidos mientras intenta luchar por su seguridad. Tras escapar de la persecución comunista en 2020, Cheng ahora está llevando su difícil situación al escenario público con la esperanza de exponer las atrocidades que sufrió a manos del Partido Comunista Chino (PCCh).
Sin embargo, a pesar de su nueva libertad, la vida de Cheng sigue bajo amenaza, ya que las agencias de seguridad chinas intentan desacreditarlo, silenciarlo e incluso matarlo para mantener su historia en las sombras.
La desgarradora saga de la supervivencia de Cheng comenzó en 1999, cuando el PCCh lanzó una campaña masiva para erradicar Falun Gong, una creencia espiritual de la Escuela Buda que creció rápidamente en China durante la década de 1990. Como practicante en la provincia de Shandong, Cheng fue detenido y torturado repetidamente, uniéndose a las filas de millones de personas que enfrentaron una represión brutal por negarse a renunciar a su fe.
Pero el sufrimiento de Cheng alcanzó un punto inimaginable en 2002, cuando fue trasladado a prisiones de alta seguridad en Harbin y Daqing, donde soportó torturas aún más severas.
En la mira por sus órganos
“Allí me torturaron aún más severamente”, contó Cheng en una entrevista con The Diplomat publicada el 10 de agosto. El capítulo más oscuro de su encarcelamiento ocurrió el 16 de noviembre de 2004, cuando las autoridades penitenciarias, bajo la apariencia de un tratamiento médico, le extirparon a la fuerza partes del hígado y el pulmón. Esta cirugía invasiva, realizada sin su consentimiento ni el de su familia, dejó a Cheng con una cicatriz de 35 centímetros en el costado, recordó.
“Creí que me matarían. No estoy seguro de que pensaran que podría sobrevivir, pero lo hice”, compartió Cheng con The Telegraph después de sobrevivir a la terrible experiencia.
La milagrosa supervivencia de Cheng lo ha convertido en una prueba viviente de las horrendas prácticas de sustracción de órganos del PCCh. Según David Matas, un reconocido abogado canadiense de derechos humanos, Cheng fue sin duda una víctima de esta atroz práctica sancionada por el Estado.
“El señor Cheng puede decir que le han extraído órganos porque le faltan partes del hígado y del pulmón, y eso es incontestable. Es un elemento visual, una víctima que habla, algo que nunca hemos visto antes en ese tipo de abusos”, dijo Matas, añadiendo que su testimonio contrasta marcadamente con las pruebas circunstanciales y los análisis estadísticos que han dominado hasta ahora los informes sobre esta crisis de derechos humanos.
Represión transnacional
Cheng afirmó que, a pesar de haber escapado de China, sigue enfrentándose a amenazas del PCCh. Desde julio, ha participado en varios paneles de debate y proyecciones de documentales para crear conciencia sobre los crímenes que se siguen cometiendo contra los practicantes de Falun Gong y otros presos de conciencia. Desde entonces, expertos médicos también han verificado sus afirmaciones y han corroborado que, efectivamente, le extirparon partes del hígado y del pulmón.
“Cheng sobrevivió a los horrores de una prisión china y luego arriesgó su vida para escapar a los Estados Unidos, donde podía hablar libremente”, dijo Levi Browde, un representante del Centro de Información de Falun Dafa. “El régimen chino está aterrorizado por su testimonio y su coraje para hacerlo público, por lo que ahora está tratando de silenciarlo aquí en suelo estadounidense. No podemos permitir que el PCCh y sus matones a su servicio ataquen ilícitamente a personas como Cheng en los Estados Unidos”, agregó.
Sin embargo, el PCCh ha extendido su brazo a través del Pacífico en un intento de silenciarlo. El 24 de octubre, se publicó un artículo de propaganda en el sitio web de la Oficina de Seguridad Pública Municipal de Tianjin, en el que se acusaba falsamente a Cheng de inventar su experiencia. Pero la campaña de desprestigio es sólo una de las vertientes de los esfuerzos del PCCh.
Según información privilegiada obtenida por el Centro de Información de Falun Dafa, las agencias de seguridad chinas han ideado una estrategia de tres partes en su campaña para silenciar a Cheng: presionarlo para que regrese a China, sobornarlo para que se retracte de su testimonio o, si todo lo demás falla, simular su muerte para que parezca un suicidio.
Amenazas directas
Resulta alarmante que esta campaña haya llegado a convertirse en amenazas directas en suelo estadounidense. El 2 de noviembre, unos intrusos entraron a la fuerza en su casa de Nueva York, forzando el cerrojo del garaje, manipulando las puertas y dejando huellas de neumáticos en el patio trasero. Y lo que es aún más escalofriante, horas antes del robo, el sistema de seguridad de Cheng dejó de funcionar sospechosamente.
“Estas tácticas para silenciarme no funcionarán”, afirmó Cheng, y agregó: “Nunca me arrepentiré de exponer la verdad. Estoy mental y físicamente saludable, tengo amigos y una comunidad que me apoya en Estados Unidos en la que confío. Recuerden que nunca me retractaré de mi testimonio”, sostuvo.
La determinación de Cheng es inspiradora. Su relato, corroborado por exámenes médicos, arroja luz sobre la industria de sustracción forzada de órganos del PCCh, que ha tenido como blanco no sólo a los practicantes de Falun Gong, sino también a musulmanes uigures, budistas tibetanos e incluso jóvenes estudiantes que se atreven a desafiar el régimen autoritario del PCCh.
Wendy Rogers, presidente del consejo asesor de la Coalición Internacional para Poner Fin al Abuso de Trasplantes en China (ETAC), especuló que los órganos de Cheng podrían haber sido “sustraídos parcialmente” para la práctica, o utilizados para trasplantes pediátricos.
Robert Destro, ex secretario adjunto de Estado para la Democracia, los Derechos Humanos y el Trabajo, desempeñó un papel clave para ayudar a Cheng a escapar a los EE.UU.
Sin embargo, a pesar de su presencia en suelo estadounidense, Cheng sigue siendo un objetivo prioritario para la represión transnacional del PCCh. El Centro de Información de Falun Dafa ha pedido a las autoridades estadounidenses que actúen con rapidez, haciendo hincapié en que la influencia del PCCh plantea un peligro claro y presente para la libertad de expresión y los derechos humanos en suelo estadounidense.