Las necesarias Cabezas de Turco a cercenar [escrito por ‘Coco’ Fariñas para Mundo Libre]
Desde el punto de vista mediático la destitución del Vice Primer Ministro y Ministro de Economía y Planificación de la República de Cuba, Alejandro Gil Fernández, ha creado revuelo y hasta un halo esperanzador sobre futuros cambios en la profunda crisis política, y económica, en la isla-prisión que sufre el comunismo durante más de 65 años.
Quien piense en cambios favorecedores, es un observador ingenuo de la realidad cubana, pues desconoce absolutamente los laberínticos entramados del auténtico poder ejecutivo-político-castrense de la junta militar neoraulista, que para desgracia de los cubanos, gobierna tras bambalinas. El ahora defenestrado Gil Fernández no era quien realmente determinaba los asuntos de hacienda en el archipiélago.
Aunque no se pueda observar a simple vista, y muchas veces haga falta que se crucen informaciones sutilmente vedadas al lector no avezado sobre el auténtico poder político en Cuba, los tipos fuertes son los militares del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR).
Independientemente de que el general de Ejército Raúl Castro no posea ningún cargo formal en los niveles del poder político-ejecutivo-castrense en la Ínsula marxista, y sólo sea presentado ante la opinión pública nacional e internacional como el “líder histórico de la revolución cubana». Raúl es quien ejerce el poder y dice la última palabra en la mayor isla del Caribe.
Si se hace una analogía con la República Islámica de Irán, Raúl Castro se comporta como si él fuera un ayatolá de la religión de los chiitas musulmanes, ni más ni menos. Éste poder Castro lo heredó directamente de su hermano Fidel Castro, a partir del mes de julio del año 2006, cuando el segundo enfermó públicamente, y 10 años después murió.
Sin embargo; a pesar de tener la última determinación respecto a toda decisión de poder político, que incluye lo económico, si nos guiamos por aquel axioma marxista que reza: “…la política es la concentración de la economía…”. Algo que los altos jefes militares del castro-raulismo tienen muy en cuenta, cuando han concentrado las decisiones políticas y económicas en sus manos, la realidad ciudadana está controlada por ellos.
Actualmente la economía nacional pertenece a los uniformados entre un 70, a un 85 %, y casi no se puede medir con exactitud, porque existe el síndrome del secretismo, algo característico de toda dictadura comunista, según enseña la historia. Para eso existe un holding de compañías y sociedades tanto extranjeras como nacionales en el MINFAR, denominado Grupo de Administración Empresarial. Sociedad Anónima (GAESA).
En cuanto al ámbito político lo esencial consiste en que el Buró Político del Comité Central del partido comunista de Cuba, dentro de sus 14 miembros, nueve son militares, o fueron altos oficiales del MINFAR y muchos de esos militarotes han desechado temporalmente sus uniformes castrenses, por lo que aparecen ante la opinión pública como sujetos civiles.
Aparte de la consabida hegemonía de los altos cargos militares en los nichos de poder económico y político, si hurgamos más, la mal llamada revolución cubana posee una concentración hegemónica, que une lo político y económico en el pequeño grupo de incondicionales amigos del hijo varón de Raúl Castro, el general de brigada Alejandro Castro Espín, jefe del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional (CODESENA), quienes actúan como los apoderados de Raúl.
La referida hegemonía se ha concentrado en Alejandro Castro Espín, y se acentuó con el fallecimiento del general de división, Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, quien estaba al frente de GAESA, y por lo tanto, de todas las finanzas e inversiones extranjeras del MINFAR, por ende, propietario de la mayor parte de la diezmada economía nacional.
Ocurrida la muerte de López-Callejas, quien acaparó de inmediato GAESA y sus cuentas bancarias en el exterior, inversiones en suelo extranjero, y nacional, fue su cuñado, Alejandro Castro Espín, a través de su CODESENA, subordinando las tres direcciones de contrainteligencia, y al trío de direcciones de Inteligencia que sirven a la dictadura castrista.
Por lo que la sustitución de Alejandro Gil Fernández no posee ningún significado comprometedor y real para la estabilidad del poder de la junta militar de La Habana, pues los dirigentes civiles que poseen cargos públicos dentro de la tiranía militar neoraulista en el ejercicio del poder ejecutivo, como el ex-ministro de economía, Alejandro Gil, están en esos puestos para cuando las cosas vayan mal en Cuba -como ocurre ahora mismo- pasan a ser para los ciudadanos insatisfechos las necesarias Cabezas de Turcos a cercenar.