Las empresas japonesas se retiran masivamente de China en medio del empeoramiento de los problemas económicos
Mientras China continúa lidiando con una economía nacional tambaleante, las empresas japonesas se muestran cada vez más cautelosas respecto del panorama económico y político de la potencia asiática, y casi la mitad de ellas ha decidido reducir o cesar por completo sus inversiones.
Según una encuesta reciente de la Cámara de Comercio China-Japón, aproximadamente el 64 por ciento de las empresas japonesas creen que la situación económica de China ha empeorado en comparación con el año anterior, frente al 60 por ciento de la última encuesta.
Estos resultados ponen de relieve tanto el creciente malestar como el posible éxodo de las empresas extranjeras que operan en China, especialmente a medida que las tensiones geopolíticas y las preocupaciones por la seguridad exacerban estos problemas.
Las nuevas inversiones se desploman
La encuesta, que se realizó a fines de octubre e involucró a 1.513 empresas, reveló que el 44 por ciento de las empresas japonesas planean reducir o detener la inversión en China este año, una cifra que se mantiene en gran medida sin cambios respecto de estudios anteriores.
A pesar de que China es el mayor socio comercial de Japón, las tensiones geopolíticas, el empeoramiento de las relaciones bilaterales, otra posible guerra comercial con Estados Unidos tras la victoria electoral de Donald Trump y la feroz competencia de las empresas chinas nacionales han llevado a muchas empresas japonesas a reconsiderar su presencia en el país.
Ciertamente, la inversión extranjera directa (IED) en China ha estado disminuyendo. Los datos de la Administración Estatal de Divisas de China mostraron una caída de 8.100 millones de dólares de IED en el tercer trimestre de 2024, lo que implica una reducción acumulada de casi 13.000 millones de dólares en los primeros nueve meses del año. Esta tendencia subraya las preocupaciones aún más amplias sobre la lenta economía de China y su cada vez menor atractivo para los inversores.
El éxodo corporativo cobra impulso
Varias empresas japonesas importantes ya han reducido sus operaciones en China. Nissan Motor y Konica Minolta están entre las primeras firmas que han reducido sus objetivos comerciales en el mercado chino, mientras que Nippon Steel anunció en julio que “saldría de una empresa conjunta” con la china Baoshan.
Además, la inversión en equipos de las empresas japonesas en China continental y Hong Kong cayó un 16 por ciento interanual en el segundo trimestre de 2024, según el Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón. Las ventas de las filiales japonesas en China también se han quedado atrás, marcando siete trimestres consecutivos de caída.
Además de los desafíos económicos, las empresas japonesas están cada vez más preocupadas por la seguridad y los riesgos políticos. Más del 40 por ciento de las empresas encuestadas expresaron su descontento con el entorno operativo de China, citando preocupaciones sobre la seguridad de los empleados y sus familias. La muerte de un estudiante japonés de 10 años en Shenzhen a causa de un apuñalamiento cometido en septiembre ha alimentado aún más estos temores y ha tensado los esfuerzos por mejorar las relaciones diplomáticas chino-japonesas.
Para empeorar las cosas, la negativa de China a restablecer la exención de visa para los ciudadanos japoneses y su actual prohibición de las importaciones de productos del mar japoneses han provocado indignación y frustración entre las empresas japonesas.
Aunque Pekín ha mostrado su voluntad de levantar la prohibición de importar productos del mar, el progreso ha sido lento y plagado de obstáculos. Como resultado, empresas como las del sector pesquero de Hokkaido se han visto obligadas a diversificar sus mercados en Estados Unidos y el sudeste asiático con la esperanza de seguir siendo rentables.
Una mirada cautelosa al estímulo económico de Pekín
Si bien Beijing ha introducido medidas de estímulo desde fines de septiembre para abordar el estancamiento económico, estas medidas no han detenido la caída de la inversión extranjera. Las empresas japonesas, en particular, se mostraron escépticas respecto de la eficacia de estas políticas en un contexto de persistentes problemas estructurales en la economía china.
“A pesar de los esfuerzos de Pekín por mostrar apertura económica, el entorno empresarial para las empresas extranjeras en China sigue plagado de incertidumbre”, dijo un experto familiarizado con los resultados de la encuesta que prefirió permanecer anónimo. Esta cautela se refleja en la disminución más amplia de la IED y la renuencia de las empresas japonesas a comprometerse con inversiones a largo plazo en el país, agregó la fuente.
En un intento por aliviar las tensiones bilaterales, China y Japón llegaron a un acuerdo en septiembre para allanar el camino hacia el levantamiento de la prohibición de las importaciones de productos del mar. Pero el progreso se ha estancado, y Japón sigue siendo escéptico sobre el compromiso de China de restablecer los lazos comerciales entre las dos naciones.
Desencanto creciente
Para aumentar la tensión, Pekín admitió que un avión militar había entrado en el espacio aéreo japonés en agosto en “circunstancias inevitables”. El “incidente sin precedentes” provocó la ira de los funcionarios de Tokio, que calificaron la infracción como una “grave violación” de la soberanía de Japón y exigieron una disculpa oficial del gobierno chino.
Mientras China lidia con crecientes fricciones diplomáticas, las empresas japonesas están explorando mercados alternativos para mitigar los riesgos.
“Estamos diversificando activamente nuestros destinos de exportación”, dijo un portavoz de una empresa pesquera de Hokkaido. “La atención se está desplazando a regiones como el sudeste asiático y Estados Unidos, donde el entorno empresarial parece más estable y predecible”, explicó.
La tendencia más amplia pone de relieve un creciente alejamiento de las empresas japonesas de China, que en su día se consideraba un “mercado clave para el crecimiento”. Pero, en vista de los crecientes riesgos económicos y políticos, la retirada corporativa de Japón exige una reevaluación del papel de Pekín en el comercio y la inversión mundiales.