La travesía de María Corina Machado para salir de Venezuela y su agradecimiento a quienes la ayudaron

La llegada de María Corina Machado a Oslo fue el desenlace de una travesía que rozó lo épico. La líder opositora venezolana, que vivía en la clandestinidad desde hace 16 meses, emprendió a comienzos de semana una peligrosa salida de Venezuela para poder recibir —aunque fuera con retraso— el Premio Nobel de la Paz. Su periplo, lleno de incertidumbre, hermetismo y riesgo, terminó convirtiéndose en una odisea internacional.

Una salida silenciosa del país

Durante días se especuló sobre si Machado lograría llegar a Noruega. Desde enero no aparecía en público y los analistas dudaban de que pudiera burlar la estricta vigilancia del régimen de Nicolás Maduro.

Según las hipótesis más sólidas, la dirigente abandonó Venezuela por vía marítima rumbo a Curazao. Desde allí comenzó la etapa aérea del viaje: casi 9.000 kilómetros repartidos en varias escalas y a bordo de un jet privado, en un operativo calculado al milímetro.

El operativo aéreo: un avión mexicano, una escala en EE.UU.

El avión que la trasladó, un Legacy 600 con matrícula mexicana, tiene base en el Aeropuerto Internacional de Querétaro y es operado por JetVip Business Aviation. La aeronave voló primero desde Miami-Opa Locka hasta Curazao, donde recogió a Machado.
A las 6:42 de la mañana del miércoles despegó hacia Bangor, en el estado de Maine, donde realizó una escala técnica. Después emprendió el último tramo: seis horas y media de vuelo hasta Oslo.

Para entonces, su hija Ana Corina Sosa ya había recibido el Nobel en su nombre.

Reencuentro y emoción en el Grand Hotel

Cerca de la medianoche, Machado llegó por fin a la capital noruega. En el balcón del Grand Hotel la esperaban su familia, aliados políticos y decenas de venezolanos que desafiaron el frío para darle la bienvenida. Cantó el himno con la mano en el pecho y saludó a cada persona que pudo. Era su primera aparición pública en más de un año.

Horas después, en una rueda de prensa junto al primer ministro noruego Jonas Gahr Støre, confesó que no pudo dormir tras el reencuentro con sus hijos.

“Pensé durante semanas a cuál abrazaría primero… o si abrazaría a los tres a la vez. Fue uno de los momentos más espirituales de mi vida”, dijo visiblemente emocionada.

Venezuela “ya está invadida”: el mensaje político

Desde Oslo, Machado denunció la presencia de actores extranjeros y grupos armados en su país.

“Venezuela ya ha sido invadida. Hay agentes rusos, iraníes, grupos como Hezbolá y Hamás, guerrilla colombiana y carteles de la droga que controlan el 60% del territorio”, afirmó.

También acusó al régimen de sostenerse mediante “un fuerte sistema de represión” financiado por el tráfico de armas, la explotación petrolera y actividades criminales.

Pidió a la comunidad internacional —incluida Noruega— cortar esos flujos que, según aseguró, mantienen a Maduro en el poder.

Agradecimiento a quienes arriesgaron su vida

Aunque evitó detallar cómo logró escapar, sí quiso dejar claro que no lo hizo sola.

“Quiero agradecer a todos los hombres y mujeres que arriesgaron sus vidas para que yo pudiera estar aquí. Algún día podré contarlo; ahora no, para no ponerlos en riesgo”, expresó.

Calificó la travesía como “una experiencia extraordinaria” que valió la pena para poder hablarle al mundo sobre la situación de Venezuela y sobre el movimiento democrático que —dijo— la trasciende.

Planes de regreso y un mensaje de esperanza

Machado aseguró que volverá a su país, incluso si Maduro se mantiene en el poder.
“Tenemos maneras de hacerlo”, afirmó en referencia a los métodos usados para evadir a las autoridades.

Reiteró que el premio no le pertenece solo a ella, sino al pueblo venezolano, y expresó su esperanza de ver un país libre donde puedan regresar los millones de ciudadanos que han tenido que huir.