La razón por la que no puedes tener una mente tranquila
En nuestro ajetreo diario de esforzarnos por hacer las cosas, nuestras neuronas parecen funcionar sin parar. Con miles de pensamientos procesados cada día, parece casi imposible aquietar la mente, especialmente cuando nuestro cuerpo está en reposo.
Para contrarrestar el estrés de un día ajetreado, muchas personas han recurrido a la meditación y la atención plena con la idea de que tomando conciencia y gestionando nuestros pensamientos, emociones y sensaciones físicas podemos alcanzar la tranquilidad.
Sin embargo, volverse tranquilo y aquietar la mente es más fácil decirlo que hacerlo. A veces parece que cuanto más tratamos de silenciar nuestra voz interior, más fuerte se vuelve. ¿Por qué esta charla mental es tan persistente?
¿De dónde vienen nuestros pensamientos?
Nuestra mente y nuestros sentidos están muy activos durante todo el día, percibiendo y recopilando información incluso cuando no somos conscientes de ello.
Los ruidos de fondo, el entorno visual y todo tipo de medios que compiten por nuestra atención se toman continuamente como mensajes que se almacenan inconscientemente en nuestros cerebros. Estos mensajes reaparecen cuando nuestro yo consciente no está dictando nuestros pensamientos, como cuando estamos a punto de quedarnos dormidos o tratando de meditar.
Otros pensamientos provienen de recuerdos conscientes. Muchas cosas pueden desencadenar recuerdos, que luego nos llevan a recordar eventos e impresiones relacionados, e incluso a considerar resultados alternativos, llevándonos por otro camino de pensamientos incesantes.
Aún otros pensamientos provienen de nuestras emociones y deseos fuertes. Tal vez su mente esté dando vueltas sobre quién tenía razón en una discusión reciente; tal vez estás apegado a algo que no has podido obtener; o quizás estés estresado por una fecha límite que no sabes cómo cumplir.
Esta charla constante puede convertirse en un gran obstáculo cuando tratamos de concentrarnos, especialmente en la meditación. Exploremos cómo las personas, tanto en la antigüedad como en la actualidad, han tratado de hacer frente a esta situación.
El enfoque budista
Durante miles de años se ha sabido que una mente desordenada puede ser fuente de sufrimiento. Después de alcanzar la iluminación, Buda Sakyamuni enseñó que la clave para trascender el ciclo de muerte y renacimiento era entrenar la mente. Por lo tanto, tomar conciencia de los propios pensamientos y practicar la meditación en trance han sido componentes esenciales de las prácticas budistas.
Cada escuela budista puede emplear diferentes métodos para aquietar la mente. Algunos requieren una aguda conciencia tanto del cuerpo como de la mente. El budismo zen, por ejemplo, enseña a seguir la respiración observando cómo entra y sale del vientre, mientras permite que la mente “simplemente sea”.
De manera similar, la meditación Vipassana requiere una atención continua y cuidadosa para desarrollar la concentración mental. Dirigir conscientemente la atención a las experiencias en cuestión y etiquetarlas como fenómenos externos ayuda a entrenar la mente. Usando la respiración como ancla, se enfoca en ver las cosas como realmente son para comprender la verdadera naturaleza de la existencia.
Otras técnicas de meditación se basan en herramientas externas para aquietar la mente. La meditación mantra, por ejemplo, emplea una palabra o frase repetida, llamada mantra, para calmar los pensamientos acelerados de la mente. Cuando la palabra o frase se canta o se repite en silencio, promueve la concentración, y cuando el mantra se elige a propósito, promueve la intención.
La meditación del baño de sonido funciona de manera similar. Usando instrumentos como cuencos tibetanos, gongs y campanillas, esta técnica de meditación crea sonidos envolventes con vibraciones que ayudan a enfocar la mente y llevarla a un estado de relajación.
Los movimientos corporales también se pueden utilizar para aquietar la mente. El yoga, por ejemplo, enseña a centrar la atención en movimientos precisos que se sincronizan con la respiración. Al alinear la mente y el cuerpo, tiene como objetivo reemplazar los pensamientos errantes con una plena conciencia del presente, induciendo una sensación de calma y lucidez mental.
El Qigong (qìgōng氣功), una antigua práctica china con raíces en la medicina tradicional china, emplea posturas y movimientos corporales como medios complementarios para cultivar una mente serena.
Técnicas modernas
Basada en la tradición budista de mantener una conciencia lúcida de las experiencias corporales y mentales, en sí misma uno de los Siete Factores de la Iluminación, la práctica de la atención plena ha ganado popularidad en los últimos años, especialmente entre aquellos inmersos en el ajetreo de la vida urbana.
Empleada con fines terapéuticos desde la década de 1970, la práctica de la atención plena se ha utilizado para reducir la depresión, el estrés y la ansiedad, así como para tratar afecciones como la adicción a las drogas y los trastornos alimentarios. En su esencia está la idea de que, al prestar atención al momento presente sin juzgar, podemos desconectarnos de nuestros pensamientos, cambiar la forma en que nos relacionamos con las experiencias y elegir conscientemente cómo reaccionamos.
La práctica de la atención plena se realiza a través de actividades sencillas como escanear nuestro cuerpo en busca de cualquier dolor o tensión de la que no nos demos cuenta, tomar nota de la información percibida por nuestros cinco sentidos, notar nuestra frecuencia respiratoria u observar nuestros pensamientos.
Las aplicaciones populares de este método incluyen prácticas como la alimentación consciente, que se centra en las sensaciones corporales y los pensamientos y sentimientos relacionados con los alimentos para mejorar los hábitos alimentarios; y conversación consciente que tiene como objetivo mejorar la comunicación interpersonal y fomentar la empatía.
La atención plena se basa en la práctica y la repetición para entrenar la mente. Enseña a identificar los momentos en que la mente divaga y a traerla de vuelta al momento presente tantas veces como sea necesario, sin dejar de ser compasivo y sin juzgar. Pero, ¿podría esta técnica, cuando se incluye en nuestra rutina diaria, realmente ayudarnos a lograr una mente tranquila?
Aunque se ha demostrado que la atención plena brinda beneficios para la salud física y mental, vale la pena detenerse a considerar el hecho de que un monje budista puede necesitar varios años de práctica diligente para entrenar la mente para que se aquiete. Entonces, ¿cuánto tiempo nos tomará a nosotros, que vivimos en el mundo secular y practicamos en nuestro tiempo libre, aprender a aquietar la mente?
Sabiduria antigua
La tierra de China fue el escenario para el desarrollo de una de las más grandes civilizaciones humanas. Durante más de cinco mil milenios, los antiguos chinos otorgaron una importancia considerable al cultivo de la mente y el corazón. Creían que sólo a través de la autocultivación se podía alcanzar y volverse uno con el Tao, o Gran Ley del universo.
Los grandes sabios impartieron sus enseñanzas a la humanidad para orientarlos sobre el sentido de la vida, la forma adecuada de vivir como seres humanos y el camino para trascender el sufrimiento inherente a la condición humana. La sabiduría antigua en realidad puede ser el componente clave de nuestra búsqueda de un corazón y una mente tranquilos.
Lao Zi, el fundador del taoísmo, enfatizó seguir el curso de la naturaleza como el camino para alcanzar la paz mental: “Conténtate con lo que tienes; alegrarse de cómo son las cosas. Cuando te das cuenta de que no falta nada, el mundo entero te pertenece”.
Según Lao Zi, la vida es una serie de cambios naturales, y resistirlos o desear que la realidad sea diferente solo trae caos a la mente. Así, la mente estará en paz cuando uno esté contento con el presente tal como es: “Si te das cuenta de que todas las cosas cambian, no hay nada a lo que trates de aferrarte”.
Mencius, un erudito y filósofo confuciano, aconsejó: “Para nutrir la mente, no hay nada mejor que reducir los deseos. Un hombre con pocos deseos podrá mantener su corazón claro y firme la mayor parte del tiempo”. Dejar ir los apegos y las adicciones es esencial para la claridad mental.
El budismo también enfatiza la importancia de abandonar los deseos para alcanzar una mente serena. Sakyamuni enseñó a sus discípulos a seguir los preceptos para alcanzar el samadhi, un estado de conciencia tranquilo, sin distracciones y unificado. Seguir los preceptos implicaba abstenerse de malos pensamientos y acciones. Cumplir con estos códigos morales podría mejorar la naturaleza de la mente y aumentar la capacidad de uno para entrar en la tranquilidad.
La sabiduría tradicional ofrece una verdad superior que nuestra sociedad moderna aún tiene que comprender. Quizá la clave para alcanzar la paz interior no esté en la técnica que utilicemos, sino en la capacidad de deshacernos conscientemente de los pensamientos obstinados que nos impiden alcanzarla. Para ello, es necesario reflexionar sobre las ideas o nociones en las que se enraízan.
Nuestras numerosas actividades en curso pueden ser precisamente las que impiden la tranquilidad; son como fricción contra el suave fluir del universo. Cuando nos propusimos mejorar verdaderamente a nosotros mismos dejando ir conscientemente varios deseos y apegos, nos alinearemos con el orden natural del universo y el desorden se despejará gradualmente de nuestras mentes, permitiéndonos regresar a nuestra pureza mental innata.
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