La prueba final de Xi Jinping: la lucha por el poder en Beijing llega a un punto crítico

Mientras el Partido Comunista Chino (PCCh) se reúne para la Cuarta Sesión Plenaria del XX Comité Central, que se celebra actualmente entre el 20 y el 23 de octubre, surgen especulaciones de que la década de dominio del presidente Xi Jinping podría estar llegando a su fin .

Múltiples informes no verificados sugieren que el líder chino (aunque nominalmente sigue al mando) se encuentra ahora bajo «restringido de movimiento» y una estrecha vigilancia interna. En la historia del Partido, tal situación solo ha significado una cosa: un gobernante que ha perdido la lealtad del ejército y la confianza del Partido.

Desde Hua Guofeng hasta Zhao Ziyang, todo líder del PCCh que ha perdido el control del funcionamiento interno del Partido se ha convertido, con el tiempo, en una figura decorativa solo de nombre. En un sistema basado en el secretismo y el miedo, incluso el título de «líder central» puede «redefinirse de la noche a la mañana», según las fuentes.

Una purga interna

Los analistas señalan que cuando el vasto aparato de mantenimiento de la estabilidad del PCCh comienza a protegerse de su propio líder, el sistema ya ha entrado en modo de autodefensa. Si Xi se encuentra efectivamente bajo confinamiento informal, esto indicaría no solo la pérdida de confianza en las altas esferas del Partido, sino también el inicio de una división interna sin precedentes dentro de la élite gobernante del PCCh.

Las recientes iniciativas de “rectificación económica” en Shenzhen, dirigidas a conglomerados poderosos como Vanke, Metro Group y Yuanwei Holdings, han sido ampliamente interpretadas como “cirugía política” dirigida a las arterias financieras de la familia Xi.

En la política del PCCh, el dinero y el poder son inseparables, lo que significa que quien logre cortar las redes financieras de Xi podrá controlar su futuro. Durante años, la autoridad de Xi se ha basado menos en la legitimidad ideológica, sino en una vasta red clientelar de beneficios compartidos. A medida que esta red se desmorona, su última línea de defensa dentro del Partido comienza a desmoronarse.

Cambios militares

Los relatos filtrados que circulan entre personas del interior de Beijing describen una nueva Comisión Militar Central (CMC) dirigida por Zhang Youxia, con Hu Chunhua y Liu Zhenli como vicepresidentes, lo que marca un cambio dramático del mando personal al control colectivo.

La historia ofrece un precedente: Hua Guofeng cayó tras perder el ejército, y Zhao Ziyang fue purgado cuando el ejército le dio la espalda. Si Zhang Youxia ahora ostenta el verdadero mando, el Ejército Popular de Liberación (EPL) ya no responde ante Xi, lo que le despoja de su título de «líder supremo».

En los círculos de élite, parece estar formándose un consenso discreto: es mejor reducir las pérdidas ahora que soportar más caos. La era post-Xi podría no traer la democracia, pero podría aliviar el férreo control autoritario que ha definido su férreo gobierno.

Un Guardia Rojo en la mira

A diferencia de Hua Guofeng, quien sabía cuándo dar un paso atrás, o Zhao Ziyang, un reformista racional, Xi sigue siendo un producto de la Revolución Cultural, impulsado tanto por la ideología como por el control. Si conserva incluso un poder parcial, los observadores esperan que utilice la propaganda y el teatro de la política exterior para sembrar la confusión y orquestar un intento de regreso. Pero si se le despoja de toda autoridad, podría recurrir a medidas aún más extremas.

Esto, advierten fuentes internas, es lo que más alarma a la facción anti-Xi: un líder depuesto que todavía comanda la maquinaria de propaganda del Partido —y potencialmente su cadena de mando nuclear— plantea un peligro impredecible dentro de los rangos más altos del PCCh.

Mientras tanto, los rumores sobre un «marco de transición», con Wang Yang al frente del Partido, Hu Chunhua al frente del gobierno y Zhang Youxia al mando del ejército, sugieren un modelo de auto-rescate interno que recuerda a la estructura de «tres cabezas» de Deng Xiaoping. Si bien este plan está diseñado para estabilizar el régimen mediante un «poder compartido interno», los expertos advierten que estos acuerdos son ceses al fuego temporales y no resultarán en una reforma genuina y permanente.

Sin Estado de derecho, transparencia ni libertad de expresión, cualquier «liderazgo colectivo» acabará recentralizando el poder en nuevas manos. Los analistas advierten que esta podría ser la última oportunidad del PCCh para una corrección interna, y si fracasa, podría producirse un colapso total.

¿Una despedida codificada?

Un informe reciente del portavoz estatal «Xinhua News», que elogia a Xi por lograr «un plan que se mantiene vigente, cada generación tras la anterior», parece, tras una lectura más atenta, ser un sutil mensaje de despedida. En la versión revisada de «Qiushi», la frase «pasar el testigo» se eliminó discretamente, dejando solo «el plan». Los analistas afirman que el cambio indica un esfuerzo propagandístico para preservar la imagen de Xi mientras se prepara discretamente un cambio de sucesión.

En el código retórico del PCCh, este tipo de expresiones no suelen considerarse un halago, sino “un elogio disfrazado”, señalan los expertos.

La evolución del PCCh nunca ha estado impulsada por la reforma, sino por el miedo. La muerte de Mao engendró a Deng; su declive, a Jiang; y ahora, la extralimitación de Xi ha generado miedo dentro del propio Partido. Cuando un régimen debe vigilar a su propio líder y sus portavoces empiezan a hablar con doble sentido, deja de ser un monolito y se convierte en una frágil cáscara de intereses contrapuestos.

“La caída de Xi”, dicen los analistas, “quizás sea solo el comienzo. La pregunta más profunda es si el PCCh podrá sobrevivir una vez que el miedo ya no lo cohesione”.

En todas las dinastías chinas, la caída de los gobernantes reflejó tanto el fracaso político como la decadencia moral. Los pensadores confucianos lo llamaron «Tianming, el Mandato del Cielo». «El Cielo ve a través de los ojos del pueblo», dice el «Libro de los Documentos». Cuando el pueblo sufre y los ministros guardan silencio, el mandato del Cielo se retira. Muchos académicos chinos argumentan ahora que el PCCh sigue esa misma trayectoria fatal.

La ruptura del mandato

La crisis de Xi Jinping no es solo de poder, sino también de legitimidad. Al sustituir la fe por la lealtad, la justicia por la obediencia y la moral por la «seguridad política», se encuentra ahora en una posición vulnerable. El resultado: la lealtad se convierte en miedo, mientras que la obediencia en pretensión. Este «colapso moral», según los analistas, es la verdadera causa de la caída de la tiranía.

La dinastía Qin cayó en dos generaciones; la dinastía Sui se derrumbó tras tres años de descuidar a su pueblo. El PCCh actual, advierten los críticos, sigue el mismo camino: su problema ya no es quién gobierna, sino si el régimen aún tiene derecho moral a existir.

Profecía y simbolismo

El antiguo texto profético chino «Tui Bei Tu» predice que en el año en que el «Conejo Negro entra en la cueva del Dragón Azul», el caos precederá a la renovación. Los creyentes han interpretado que esto iba a ocurrir entre 2023 y 2024.

Pero para 2025, describe un ciclo cósmico de «fuego y tierra en conflicto» que trae agitación a la estrella del emperador. Independientemente de si se cree o no en tales presagios, su resurgimiento refleja un anhelo público de ajuste de cuentas moral: la esperanza de que la justicia cósmica pueda corregir lo que la política no puede.

El destino del comunismo

El comunismo nació como una revuelta contra la injusticia, pero al negar la espiritualidad y deificar la lucha, prometió la salvación mediante la destrucción. La Unión Soviética construyó muros de sangre que luego se desmoronaron; la marea roja de Europa del Este se convirtió en cenizas.

El PCCh actual, según los críticos, está recreando esa escena final: su colapso no se debe a la presión extranjera, sino al vacío espiritual y la ruina interna. El destino personal de Xi Jinping podría ser simplemente un reflejo del del propio Partido: un movimiento nacido de la lucha está destinado a ser consumido por ella.

El próximo capítulo: el despertar de China

Cuando la ilusión de poder finalmente se derrumbe, el ciudadano común chino podrá redescubrir el significado de la nación y la conciencia. El futuro de China no surgirá del ascenso de otro dictador, sino de millones de personas que reivindiquen la verdad y la bondad por encima del miedo.

El Cuarto Pleno podrá ocultar la verdad durante semanas o meses, pero no puede detener la historia. El poder se disolverá, las mentiras se fracturarán, y el reloj ya ha sonado. Este no es el final de una reunión; es el final de la era de Xi.

Nota editorial : Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de Mundo Libre.

Por Chen Jing

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Redacción Mundo Libre
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