La pérdida de identidad europea
La identidad nacional es un sentimiento de pertenencia a la colectividad de una nación. Es construida sobre un conjunto de aspectos relacionados con la cultura, la lengua, la etnia, la religión o las tradiciones características de dicha comunidad.
Una comunidad de personas que comparte una serie de vínculos históricos-culturales establece el concepto de nación. La identidad nacional ha sido fundamental para el proceso de cohesión y desarrollo de los pueblos. Aquella identidad europea, basada en el sacrificio y el trabajo, fomentó un crecimiento exponencial en la calidad de vida de los ciudadanos. Esa identidad está desapareciendo, en algunos países con mayor velocidad que en otros. Históricamente, Sudamérica siempre ha tenido a Europa como modelo; pero ahora mira con estupor y desconcierto lo que está ocurriendo.
Los musulmanes están aferrados a su propia identidad, a sus propias tradiciones y costumbres. Ellos no están dispuestos a negociar ni sacrificar un solo hábito. Quedó ejemplificado, por ejemplo, cuando un profesor les pidió a sus alumnos que aquellos que tenían la nacionalidad francesa levantaran la mano: todos lo hicieron. A continuación, preguntó quiénes se sentían franceses: ninguno respondió afirmativamente.
En 1974, el entonces presidente de Argelia, Huari Bumedian, dijo: “Un día, millones de hombres abandonarán el hemisferio sur para irrumpir en el hemisferio norte. Y no lo harán precisamente como amigos, pues irrumpirán para conquistarlo. Y lo conquistarán poblándolo con sus hijos. Será el vientre de nuestras mujeres el que nos dé la victoria”. Profecía que se está materializando.
En el 2014, Mohamed ya era el nombre más popular de Gran Bretaña, según un sondeo del sitio web Babycenter: “Mohamed ha desplazado a Oliver como el nombre más popular en el Reino Unido. El ascenso de Nur al número 29 y de Miryam al número 25 demuestra también la predilección por los nombres de origen árabe entre las niñas”.
Al año siguiente, fue el turno de Noruega, donde Mohamed se volvió el nombre más común entre los varones que viven en Oslo, capital del país nórdico, según un estudio de Estadísticas de Noruega (SSB). https://www.europapress.es/internacional/noticia-mohamed-ya-nombre-varon-mas-comun-oslo-20140901134514.html
Para el 2023, Mohamed era uno de los nombres más populares de Barcelona.
¿Cómo se explica este fenómeno?
Mientras Europa atraviesa un invierno demográfico, los musulmanes que han llegado al viejo continente tienen muchos hijos. Si la estadística continuara con esa tendencia, será solo cuestión de tiempo para que los musulmanes sean una absoluta mayoría, llegando a posiciones de poder. Y en consecuencia, por
ejemplo, cambiar las leyes de los países occidentales e implementar la Sharia, es decir, el conjunto de normas que rigen la vida, pública y privada, basado en el Corán. Dentro de la Sharia, los castigos están establecidos en forma de latigazos, amputaciones, lapidaciones y hasta la pena de muerte para delitos que incluyen el adulterio, el falso testimonio, la apostasía o la homosexualidad.
Para aquellos lectores que consideren como una exageración o como un hecho demasiado lejano en el tiempo, la posibilidad de que políticos musulmanes en países europeos lleguen a tomar decisiones radicales, vale recordar que el primer ministro de Escocia, Humza Yousaf (primer musulmán en ocupar el cargo), en 2020 dijo: «Hay demasiados blancos en cargos de poder, en este país hay racismo institucional, estructural, sutil y evidente». Una declaración similar ha manifestado el primer ministro de Irlanda Leo Varadkar (de ascendencia india), quien dijo en el Parlamento: «El gobierno de Irlanda es demasiado blanco y eso tiene que cambiar, para ser más diversos», palabras dichas luego de las protestas por el ataque islámico a 3 niños que salían de una escuela cristiana.
Existe un problema de compatibilidad entre ambas culturas que es inexorable, los crecientes choques y conflictos sociales lo demuestran día a día. Los valores que se han forjado en Europa tienen una profunda raíz cristiana.
La capitulación de la fe
¿Cuántos casos podríamos enumerar donde se han quitado crucifijos para “no ofender” a otros? ¿Cuántas campañas hemos visto en contra de la navidad? ¿Cuántas ridiculizaciones de la imagen de Cristo o de la Virgen? Cómplices de toda esta capitulación de la fe, son la mayoría silenciosa y anestesiada que no reacciona, que no defiende lo propio. Parecería que tuvieran vergüenza de ser cristianos. Son pocos los jefes de gobierno que no reniegan de su fe, notables ejemplos como los de Giorgia Meloni, Viktor Orbán o Mateusz Morawiecki. La líder italiana incluso ha elaborado un video donde explica la importancia del pesebre: “Se crea en Dios o no, en este símbolo están resumidos los valores que fundaron mi civilización. Yo quiero que mi hija sepa que en la Navidad celebramos estos valores”.
Esperanzas
Frente a una Unión Europea sin rumbo alguno y encaminada hacia una autodestrucción económica y cultural constante, aparece una esperanza: las elecciones europeas de junio de este año. Si los conservadores lograran una victoria aplastante, quedaría manifestado el hartazgo de los ciudadanos y podría ser la oportunidad para eliminar todas las leyes delirantes de los burócratas de Bruselas.
Europa debe recuperar el orgullo de su identidad, de su fe y de sus raíces. Debe volver a sembrar el amor por la nación, por los valores y por las tradiciones. Europa debe defender lo que -con tanto sacrificio- ha conquistado. Si el viejo continente lograra recuperar su identidad, también recuperaría su función de modelo a imitar para los países occidentales en vía de desarrollo.