La inflación descontrolada en Argentina atrae a multitudes a los mercados de ropa usada
Los argentinos, que aprietan el bolsillo con una inflación del 140% y subiendo, recurren cada vez más a los mercados de ropa de segunda mano, tanto para encontrar gangas asequibles como para conseguir dinero extra vendiendo prendas viejas.
El país sudamericano, segunda economía de la región y gran exportador de cereales, se enfrenta a su peor crisis en décadas. Dos quintas partes de la población viven en la pobreza y una inminente recesión sacude la segunda vuelta de las elecciones presidenciales argentinas del próximo domingo.
La creciente ira de los votantes está impulsando a un outsider liberal, Javier Milei, ligero favorito en las encuestas para derrotar al ministro de Economía, Sergio Massa, candidato de la coalición peronista gobernante, cuya candidatura se ha visto lastrada por su fracaso a la hora de frenar la subida de los precios.
«Ya no se puede ir al centro comercial y comprar algo que te guste como antes. Hoy los precios son impensables», dijo la estudiante de 22 años Aylen Chiclana en Buenos Aires.
Unos vaqueros nuevos cuestan más del doble que hace un año y sólo esa compra representa más de un tercio del salario mínimo mensual argentino.
La inflación anualizada, que ya es del 138%, seguirá aumentando cuando las autoridades publiquen el lunes los datos oficiales de octubre. Se calcula que la subida mensual se situará en torno al 10%, ligeramente por debajo de los máximos alcanzados en agosto y septiembre.
Argentina lleva años luchando contra una inflación elevada, que los economistas achacan a la impresión de dinero y a una arraigada falta de confianza en el peso local. La inflación se ha acelerado en el último año hasta alcanzar su nivel más alto desde 1991.
Beatriz Lauricio, una profesora semiretirada de 62 años, dijo que ella y su marido, empleado de una empresa de autobuses, van los fines de semana a una feria de ropa a vender prendas viejas para llegar a fin de mes.
«Somos de clase media, media baja diría yo. Tenemos nuestros trabajos pero necesitamos venir a la feria», explica, y añade que cuando se canceló un fin de semana debido al mal tiempo las finanzas de la pareja «se vinieron abajo».
«No lo hacemos como un extra para poder irnos de vacaciones a Brasil, lo hacemos por necesidad diaria», dijo Lauricio.
María Silvina Perasso, organizadora de la feria de ropa de Tigre, en las afueras de Buenos Aires, dijo que mucha gente compra allí porque los precios han subido mucho más rápido que los salarios. El salario mínimo mensual local es de 132.000 pesos, 377 dólares al cambio oficial, pero la mitad al cambio real en la calle debido a los controles de capital, es decir, las restricciones a las transacciones en divisas.
«Con la economía como está, compran ropa al 5% o 10% del valor que sale en una tienda y pueden comprar cosas para sus familias», dijo.
María Teresa Ortiz, jubilada de 68 años, vive de su pensión y de trabajos ocasionales de costura, donde gana 400 pesos la hora, oficialmente alrededor de un dólar. Acude a la feria para poder comprarse ropa que de otro modo no podría adquirir.
«No podemos comprar cosas nuevas. No puedes comprar zapatillas nuevas, no puedes comprar chanclas nuevas, no puedes comprar vaqueros nuevos, tampoco puedes comprar una camisa o una camiseta. Así que hay que buscarlas en las ferias», explica.
Fuente: Reuters