La hipocresía del castrismo: pobreza negada y fortunas millonarias

En Cuba, la realidad social se ha convertido en un tema cada vez más difícil de ocultar, pero el régimen comunista insiste en mantener una fachada que la mayoría ya no cree.
Dos hechos han vuelto a poner en evidencia la hipocresía y las contradicciones internas del sistema cubano: recientemente, las declaraciones de la exministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó, en las cuales negó la existencia de mendigos en la isla (y tras ello se vio forzada a renunciar). Por otra parte, aunque no es una novedad, la exposición pública de las multimillonarias herencias acumuladas por las familias de líderes socialistas como Fidel Castro y Hugo Chávez sigue desmintiendo el discurso oficial de austeridad e igualdad.
La polémica con Marta Elena Feitó desató indignación nacional e internacional. Durante una sesión parlamentaria, Feitó afirmó que “en Cuba no hay mendigos, están disfrazados”, una declaración que fue rápidamente desmentida por múltiples organizaciones de derechos humanos y por el testimonio cotidiano de miles de cubanos.
Según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, más del 70% de la población vive bajo la línea de pobreza, y un alarmante 21% enfrenta inseguridad alimentaria crónica. La ministra debió renunciar en medio de la presión pública y la viralización de su frase, pero su salida no resuelve la cuestión fundamental: el gobierno cubano sigue negando la realidad de millones de sus ciudadanos.
Este tipo de negación forma parte de una estrategia sistemática para ocultar la crisis humanitaria que atraviesa la isla, donde la escasez de alimentos, medicinas y productos básicos es palpable en las calles de La Habana y otras ciudades.
En lugar de reconocer sus fallas, el régimen responsabiliza a las sanciones internacionales y al bloqueo económico, evitando admitir que su modelo de economía centralizada y control absoluto ha provocado estancamiento, corrupción y empobrecimiento generalizado.
Simultáneamente, el portal Informe Orwell reveló un aspecto poco discutido del socialismo latinoamericano: las multimillonarias fortunas heredadas por las familias de Fidel Castro y Hugo Chávez.
Contrario a la imagen de líderes que pregonaban un discurso de «igualdad» y «austeridad», ambos acumularon vastos patrimonios personales y familiares, que incluyen propiedades de lujo y cuentas en paraísos fiscales. Fidel Castro, por ejemplo, dejó a sus descendientes una herencia que alcanza cientos de millones de dólares, mientras que la familia de Chávez también se benefició con activos millonarios.
Estas revelaciones derriban el mito de la austeridad revolucionaria y evidencian una corrupción estructural en la cúpula del poder comunista. Mientras la mayoría de los cubanos sobreviven con salarios que apenas alcanzan los 30 dólares mensuales y sufren racionamientos constantes, una élite privilegiada disfruta de un nivel de vida opulento. Este contraste crudo es un reflejo de cómo, bajo la retórica socialista, se ha gestado un «capitalismo de camarillas» que utiliza la ideología para justificar la concentración de riqueza y poder.
En Latinoamérica, otros líderes socialistas como Hugo Chávez, Nicolás Maduro, y Cristina Fernández de Kirchner son ejemplos de cómo se enriquecieron ellos, en detrimento de su pueblo.
La renuncia de Feitó y las revelaciones sobre las herencias millonarias no son incidentes aislados, sino síntomas de un sistema que prioriza la imagen sobre la verdad y protege los intereses de una minoría. La negación oficial de la pobreza y la opacidad en las finanzas de los líderes han generado un creciente rechazo dentro y fuera de Cuba, evidenciando que el régimen está sumiendo en la pobreza cada vez más al pueblo cubano.