La corrupción y el hambre amenazan al partido comunista en Cuba
En la última quincena de enero del 2024, los jerarcas del partido comunista anunciaron la culminación de la tarea ordenamiento, y la implementación de un paquetazo en la Isla, con el aumento de los precios del combustible, el agua, la electricidad y el transporte público, pero de pronto, a mediados de febrero del mismo año, los oligarcas marxistas echaron atrás todo el plan de ajuste económico. ¡Qué extraño!
Un mes antes, durante diciembre del 2023, y en apoyo a las impopulares medidas económicas, Miguel Diaz Canel Bermudez, secretario general del partido comunista (PCC), recorrió el territorio nacional apostando por los ajustes “necesarios para la sobrevivencia del país”, por lo menos ese era su discurso en las tribunas adonde llegaba, otro tanto hacía el primer ministro, Marrero Cruz, encargado de suspender el anterior ordenamiento y seguir adelante con el paquetazo.
Sin embargo, de la noche a la mañana, la cúpula del PCC decide echar atrás el paquetazo, y declararon que las transformaciones de la economía estaban paralizadas porque el CIMEX, la corporación de los militares que opera en dólares la venta al por menor de alimentos en Cuba, había sufrido un ciberataque.
Comenzó entonces un proceso de purgas intestinas dentro del aparato estatal, empezando por la defenestración del ministro de economía, Alejandro Gil, y los secretarios del partido en Santiago de Cuba, y Ciego de Ávila.
Según la versión oficial que circuló en la prensa adulterada, las empresas y las tiendas de CIMEX estaban llevando su contabilidad a lápiz, y habían tomado todas las medidas correspondientes para garantizar la estabilidad nacional
Voces entendidas dentro de la Isla hablan del miedo profundo de la dictadura a una gran rebelión popular dada la crisis sistémica que enfrenta la sociedad, y sobre todo, a raíz del proceso de purgas dentro del partido y sus querellas internas dada la corrupción a la hora de dividir el pastel.
Lo cierto es que la cancelación de la tarea ordenamiento, y del ajuste económico tiró abajo todo el plan económico y el país se quedó sin programa.
En ese sentido el informe del 2022, del Programa Mundial de Alimentos, denunció la tarea ordenamiento como causa de la emergencia alimentaria que sacude la Isla, y provocó una inflación galopante arrastrando los precios de los alimentos al 300%, bajo una carestía sin par, con falta de comida, salarios precarizados, es decir, con un desabastecimiento atroz.
Entonces salta a colación la importancia de la corrupción en Cuba para explicar esta súbita marcha atrás de la cúpula marxista en medio de la emergencia alimentaria, que afecta a amplios sectores de la sociedad comunista. Sobre todo porque dentro de la cúpula cada vez hay menos socios que puedan alegar vidas decentes, esto lo sabe la jerarquía política y entonces prefirieron dejar en standby su ordenamiento y su paquetazo, para deshacerse de la disidencia interna.
Recientemente, José Graziano Da Silva, director general de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, en el período 2012 a 2019, dijo: «El gobierno cubano tiene que hacer más para enfrentarse a la situación del hambre en la Isla, esa gente tiene que asumir un esfuerzo adicional para proveer de comida a la gente», aseguró a EFE José Graziano, un profundo conocedor de la situación alimentaria en Cuba, y cómplice también del silencio del aparato de Naciones Unidas ante las sucesivas hambrunas que sufre el pueblo cubano.
Estos antecedentes, ampliamente conocidos a través de funcionarios del programa mundial de alimentos y de la FAO, nos dan una idea de la precaria situación, incluyendo las familias de los generales, coroneles y jerarcas del partido que han muerto, o han pasado a retiro, dejando a sus descendientes a merced del hambre, dado que la corrupción es quien mantiene al establishment, pero esta gente no se ha quedado callada.
Para entender mejor de qué va la cosa, exploremos la vida de Laura Maria Gil González, hija del recientemente defenestrado ministro de economía, Alejandro Gil, quien es dueña de una empresa privada (mipyme) para la exportación de viandas y frutas desde la provincia de Ciego de Ávila al mercado español y canadiense.
También es CEO de Cuba Caudales, una corporación dedicada a importantes operaciones de seguros y servicios financieros, incluyendo la supervisión de su empresa exportadora, que es fiscalizada y controlada como todas las otras mipymes fundadas en la Isla, a través de Cuba Control, una filial de Cuba Caudales, es decir, Laura María Gil Gonzáles es su propia inversionista y su propia fiscalizadora.
Su inversión, mitad estatal, y mitad privada es el modo operandi de la élite del partido comunista en Cuba, así actúan ellos, sin embargo, con la escalada de la crisis económica sólo los altos jerarcas tienen acceso a fuentes de financiamiento para sus empresas corruptas, esto paralizó el ordenamiento y el paquetazo, porque se han quedado atrás muchos amigotes e inconformes.
Pero la corrupción campea a todos los niveles, resulta que empleados y funcionarios de la empresa estatal Copmar, encargada de recibir las importaciones de pollo desde Estados Unidos, principal socio de Cuba en ese rubro de alimentos, robaron de la citada empresa en lo que va de año, 133 toneladas de pollo, con ventas en el mercado negro de la Isla, por un monto de 1,35 millones de dólares, dado que una caja de pollo vale 3500 pesos, son abrumadoras las ganancias ilícitas.
Este esquema de corrupción comparado con la actividad delictiva de Laura Maria Gil Gonzáles, hija del ex-ministro de economía, Alejandro Gil, como puede verse, no se compara al modus operandi de la élite. Mientras en Copmar, los funcionarios roban de madrugada aprovechando la vulneración de la vigilancia y en complicidad con los encargados de la empresa, Maria Gil aprovecha la legitimidad de la espuria Constitución del 2019, que permitió la entrada del capitalismo de compinches a la Isla.
En Copmar roban contra de la Constitución, en Cuba Caudales, lo hacen en complicidad y bajo el paraguas de la Constitución, un lugar cada vez más estrecho y peligroso para el poder comunista en la Isla.