La ciencia y la fe se reencuentran: dos matemáticos franceses afirman que Dios existe

En un contexto donde la ciencia y la fe suelen considerarse mundos opuestos, los matemáticos franceses Olivier Bonnassies y Michel-Yves Bolloré desafían ese paradigma con una afirmación contundente: la existencia de Dios no es una cuestión de fe, sino de evidencia científica.

Su libro “God, the Science, the Evidence: The Dawn of a Revolution” (Dios, la ciencia, la evidencia: el amanecer de una revolución), publicado en 2021 y relanzado en inglés, se ha convertido en un fenómeno editorial en Europa, con más de 400.000 ejemplares vendidos. La obra plantea que los descubrimientos modernos en cosmología, física y biología apuntan a un diseño inteligente del universo.

Con más de 580 páginas y citas de 63 premios Nobel, los autores sostienen que la ciencia contemporánea ha dejado de ser enemiga de la fe para convertirse en su aliada. Según Bonnassies y Bolloré, los avances científicos del siglo XX han revertido siglos de pensamiento materialista, abriendo nuevamente la puerta a la idea de un Creador.

Bonnassies, de 59 años, redescubrió su fe cristiana en la juventud; Bolloré, de 79, ha sido católico toda su vida. Ambos son empresarios exitosos que financiaron la publicación del libro de forma independiente para mantener su mensaje sin alteraciones editoriales.

El universo y el “ajuste fino”: tres evidencias científicas

El eje del libro se apoya en tres pilares científicos:

  1. La estructura espacio-tiempo del universo, confirmada por la teoría de la relatividad de Einstein, demuestra que materia, espacio y tiempo son inseparables y que el cosmos obedece a leyes precisas y ordenadas.
  2. El Big Bang, propuesto por el sacerdote y físico belga Georges Lemaître y confirmado por Edwin Hubble, indica que el universo tuvo un comienzo —una creación— hace unos 14.000 millones de años.
  3. El ajuste fino del universo: las constantes fundamentales (como la fuerza gravitacional o la carga del electrón) parecen calibradas con precisión milimétrica para permitir la existencia de la vida. Una mínima variación haría imposible la formación de estrellas o planetas.

Para los autores, estos hechos sugieren la intervención de una inteligencia superior, un principio creador fuera del espacio y del tiempo: en otras palabras, Dios.

Una “gran reversión” en la historia del pensamiento

Durante siglos, la ciencia pareció desplazar la necesidad de Dios. Desde Copérnico hasta Freud, el conocimiento científico se interpretó como una liberación del pensamiento religioso. Pero Bonnassies y Bolloré hablan de “la Gran Reversión”: la física moderna, al confirmar que el universo tuvo un inicio y que su estructura es matemáticamente perfecta, ha reabierto la cuestión de la creación.

El prólogo del libro, escrito por el físico Robert Wilson, codescubridor del fondo cósmico de microondas, reconoce que el origen del universo plantea una pregunta ineludible: “Si el universo tuvo un comienzo, no podemos evitar preguntarnos quién lo originó.”

La controversia: ciencia atea vs. ciencia teísta

Las ideas de Bonnassies y Bolloré han generado polémica. Científicos como Stephen Hawking sostenían que “el universo puede crearse a sí mismo de la nada” sin necesidad de un creador. Richard Dawkins, en “The God Delusion”, calificó la fe en Dios como una ilusión infantil.

Sin embargo, el éxito del libro sugiere que una nueva generación está dispuesta a reconsiderar el vínculo entre ciencia y espiritualidad. Una encuesta citada por los autores muestra que solo el 13% de los jóvenes europeos se declara ateo, mientras que el 62% se identifica como espiritual.

El editor estadounidense Joseph Montagne, de Abrams Books, resume el impacto del texto: “Este libro demuestra que la ciencia moderna no elimina a Dios; lo vuelve a poner en el centro del debate.”

Ciencia y espiritualidad: un puente que siempre existió

Lejos de ser una idea nueva, la relación entre fe y conocimiento tiene raíces antiguas. En la China tradicional, por ejemplo, la búsqueda del equilibrio entre cuerpo y espíritu —a través del qigong, el taoísmo o la medicina tradicional— reflejaba la creencia en una conexión entre el cosmos y la moral humana. Los grandes sabios y emperadores eran vistos como intermediarios entre el Cielo y la Tierra.

También en Occidente, muchos de los científicos más influyentes de la historia fueron creyentes. Isaac Newton, Marie Curie, Albert Einstein, Max Planck o Wernher von Braun reconocieron límites en la ciencia y consideraron que el orden del universo revelaba la huella de una mente superior.

Newton escribió: “La exacta perfección del universo demuestra la existencia de la mano de Dios.” Einstein, por su parte, afirmaba que la ciencia solo puede probar la existencia de algo, pero nunca su inexistencia.

Un debate que vuelve a comenzar

El libro de Bonnassies y Bolloré reabre una discusión que parecía cerrada: ¿es posible que la ciencia moderna esté confirmando lo que las civilizaciones antiguas ya intuían? ¿Que el universo tiene propósito, orden y sentido?

Mientras los autores preparan una serie documental para ampliar su tesis, su mensaje resuena más allá del ámbito académico: en tiempos de incertidumbre moral y tecnológica, su obra recuerda que la búsqueda de la verdad científica y la espiritualidad no son enemigas, sino caminos convergentes hacia el mismo misterio: el origen y el sentido de la vida.

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Redacción Mundo Libre
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