José Jeri inicia su presidencia con una redada nacional en cárceles peruanas

El recién juramentado presidente de Perú, José Jeri, debutó públicamente con una operación sorpresa en cuatro cárceles del país, en una señal clara de que su gobierno buscará enfrentar la creciente inseguridad con mano firme.

La redada, llevada a cabo al amanecer del sábado 11 de octubre, se realizó en los penales de Challapalca, Trujillo, Lurigancho y Ancón I, este último ubicado en Lima, donde el mandatario encabezó personalmente la supervisión del operativo.

Un mensaje de autoridad

Jeri llegó al penal de Ancón I acompañado por las principales autoridades del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) y miembros de las fuerzas de seguridad. La inspección incluyó una revisión minuciosa de celdas y pabellones en busca de drogas, armas y teléfonos celulares utilizados para coordinar extorsiones y delitos desde dentro de las prisiones.

El jefe del INPE, Iván Paredes, explicó que el despliegue se realizó por orden directa del presidente.

“Siguiendo las instrucciones del Presidente de la República, se realizó una operación extraordinaria para combatir la criminalidad, especialmente el sicariato y el crimen organizado, porque sabemos que muchas de estas actividades comienzan en las cárceles”, afirmó.

Durante la intervención, se incautaron numerosos objetos prohibidos, confirmando las sospechas de que varios reclusos seguían dirigiendo operaciones ilícitas desde el interior de los penales.

Un nuevo liderazgo en medio de la crisis

La aparición de Jeri ocurre en un contexto político delicado. Apenas un día antes, el Congreso destituyó a Dina Boluarte, una de las mandatarias más impopulares de la región, y juramentó a Jeri, quien hasta entonces era presidente del Parlamento. Su ascenso marca el séptimo cambio presidencial en Perú desde 2016, reflejo de una profunda inestabilidad política.

Pese a ese escenario incierto, el nuevo jefe de Estado busca proyectar una imagen de orden y determinación. En su primer acto oficial, evitó discursos prolongados y prefirió mostrar acción, en un país donde la ciudadanía demanda respuestas ante el avance del crimen organizado y las extorsiones que golpean tanto a empresarios como a trabajadores informales.

Crimen y desconfianza

Los últimos informes de seguridad en Perú advierten que gran parte de las extorsiones telefónicas y del narcotráfico urbano tienen su origen en las cárceles. Por ello, la intervención simultánea en cuatro penales fue interpretada como un intento de cortar esas redes criminales en su raíz.

Imágenes difundidas por la televisión estatal mostraron a internos formando filas, con las manos en alto, mientras agentes revisaban cada celda. En el penal de Lurigancho, uno de los más poblados del país, las autoridades hallaron armas blancas, drogas y chips de celulares escondidos en las paredes.

Primeros pasos de un gobierno bajo presión

Con esta operación, José Jeri busca marcar distancia de su antecesora y dar una señal temprana de autoridad. Su desafío será sostener esa imagen más allá de los gestos simbólicos y traducirla en políticas efectivas contra la delincuencia, que hoy figura como la principal preocupación de los peruanos.

El mensaje del nuevo mandatario fue claro: las cárceles dejarán de ser centros de operaciones criminales. Sin embargo, en un país con un sistema penitenciario colapsado y una clase política fracturada, el éxito de esa promesa dependerá de su capacidad para mantener el orden y recuperar la confianza de una ciudadanía cansada de la inseguridad y la inestabilidad.

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Redacción Mundo Libre
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