IOMA: Una obra social en crisis bajo la gestión del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof
El Instituto de Obra Médico Asistencial (IOMA), la obra social de los empleados públicos de la provincia de Buenos Aires, atraviesa una crisis sin precedentes. Con más de dos millones de afiliados, IOMA debería garantizar atención médica de calidad, pero en los últimos años, bajo la gestión del gobernador Axel Kicillof, se ha convertido en un símbolo de ineficiencia, desidia y sospechas de corrupción. Las protestas en Mar del Plata, las deudas con el Hospital Garrahan y las denuncias por abandono de los afiliados exponen un sistema colapsado.
Protestas en Mar del Plata: el grito de los afiliados
En Mar del Plata, los afiliados de IOMA han salido a las calles para exigir atención médica digna. En 2024, tres clínicas principales (25 de Mayo, Pueyrredón y Colón) suspendieron las prestaciones por falta de pagos, dejando a miles sin cobertura.
Los manifestantes, autoconvocados, denunciaron demoras en turnos, autorizaciones y reintegros. Una afiliada, María Claudia del Valle, espera hace tres años una cirugía de rodilla, mientras su salud se deteriora. Las protestas, que incluyeron cacerolazos y movilizaciones frente al Concejo Deliberante, señalan directamente a Kicillof y al titular de IOMA, Homero Giles, por la “desidia” en la gestión.
Deudas millonarias con el Hospital Garrahan
El Hospital Garrahan, referencia en pediatría, denunció que IOMA adeuda 4 mil millones de pesos, según su propio comunicado oficial del 28 de junio. Sin embargo, el ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, desmintió esta cifra, afirmando que la deuda real es de 262 millones de pesos, ya que IOMA pagó 1.006 millones de los 1.268 facturados en 2025. Esta contradicción genera dudas sobre la transparencia en el manejo de los fondos. Mientras tanto, el Garrahan enfrenta problemas operativos por la falta de recursos, afectando a niños que dependen de su atención.
Corrupción y mal manejo de fondos
Las sospechas de corrupción rodean a IOMA. Los afiliados denuncian que los aportes mensuales, que representan el 4,6% de sus ingresos, no se traducen en servicios.
En distritos como Bragado, solo cinco médicos atienden a 11.000 afiliados, mientras el resto abandonó el sistema por falta de pagos. La Asociación Civil de Establecimientos Asistenciales y Prestadores Privados (ACEAPP), encargada de gerenciar fondos, es señalada por desvíos y demoras en pagos a prestadores. Además, el silencio de Kicillof y Giles ante los pedidos de auditoría externa refuerza la percepción de una gestión opaca.
Tandil y La Plata: el abandono se extiende
En Tandil, los afiliados protestaron con pancartas que rezaban “IOMA Abandona” durante una visita de Kicillof. Una docente jubilada relató cómo debió pagar 300.000 pesos de su bolsillo por una colonoscopía urgente, ante la negativa de la gerenciadora 23 de Diciembre.
En La Plata, incidentes en la sede central de IOMA en 2024 reflejaron el hartazgo: afiliados, mayormente adultos mayores, denunciaron “fallas organizativas” y falta de cobertura. La oposición acusa al gobierno de bloquear proyectos para declarar la emergencia de IOMA y auditar sus cuentas.
Un sistema colapsado por la inacción
La crisis de IOMA no es solo administrativa, sino humana. Pacientes oncológicos sin medicamentos, personas con discapacidad sin traslados y jubilados obligados a viajar entre distritos para ser atendidos son la realidad de miles. Mientras Kicillof defiende un discurso de “salud solidaria”, las quejas crecen en 20 municipios, desde Bragado hasta Bahía Blanca. La falta de respuestas y la negativa a dialogar con la oposición evidencian una gestión que prioriza la política sobre la salud de los bonaerenses.
IOMA, bajo el mando de Kicillof, es un reflejo de promesas vacías y manejos dudosos. Las protestas en Mar del Plata, las deudas con el Garrahan y las denuncias de abandono en todo el interior provincial muestran una obra social que no cumple su función básica: cuidar a sus afiliados. La falta de transparencia y la resistencia a una auditoría independiente alimentan las sospechas de corrupción. Los bonaerenses merecen un sistema de salud que funcione, no un símbolo de la ineficiencia kirchnerista.
