Indignación y escepticismo sobre el plan de seguridad de Sheinbaum tras la decapitación de un alcalde en México
Cientos de personas vestidas de blanco marcharon por las calles, muchas con lágrimas en los ojos, coreando «no más violencia» el pasado 10 de octubre, en Chilpancingo, México, días después del brutal asesinato de su alcalde.
La descarada decapitación de Alejandro Arcos, de 43 años, que aún no se ha resuelto, ha provocado ira pero también resignación. Muchos ponen en duda si la recién instituida presidente de México, Claudia Sheinbaum, será capaz de procesar el asesinato o de enfrentar la epidemia de violencia liderada por los cárteles que ha azotado a México durante más de una década.
“Basta con vivir la realidad que todos los chilpancingueños vivimos día a día para darse cuenta de que la ciudad empieza a vaciarse a las siete de la tarde y se ve desolada, oscura y sin vida», expresó Axel Maya, residente de Chilpancingo, en diálogo con Reuters.
«Son pocas las personas que se atreven a circular y las que lo hacen lo hacen con miedo de que les pase algo y que no regresen a sus casas”, añadió.
Por ahora, el gobierno federal aumentó la presencia de elementos de la Guardia Nacional en las calles de Chilpancingo.
El martes (15 de octubre), otro alcalde local, Román Ruiz Bohórquez, de la comunidad de Candelaria Loxicha en el estado de Oaxaca, fue asesinado a puñaladas en su casa.
Arcos y Ruiz Bohórquez se encuentran entre las 1247 víctimas de homicidio en las primeras dos semanas de la administración de Sheinbaum, según el análisis de datos gubernamentales de la encuestadora TResearch, mientras la asombrosa tasa de homicidios de México continúa en la nueva administración.
La atención en torno al asesinato de Arcos, impactante incluso para Chilpancingo, un lugar notoriamente peligroso, es una prueba crucial para determinar si la primera presidente de México puede romper el dominio de los cárteles combinando el enfoque más «social» de López Obrador con un mejor intercambio de inteligencia y coordinación entre organizaciones gubernamentales y una Guardia Nacional reforzada.
“Exigimos justicia, exigimos seguridad para nuestro estado y nuestra capital. Estamos cansados de la violencia, de que se silencien nuestras voces. Estamos cansados de eso”, sostuvo Xochitl López, quien participó en la manifestación del 10 de octubre.
En varios frentes de política, Sheinbaum está caminando sobre la cuerda floja en materia de seguridad, entre mantener la estrategia de su mentor y hacer cambios sutiles.
La mandataria de 62 años ha dicho que planea mantener la Guardia Nacional y que seguirá centrándose en las causas sociales de la violencia, pero también ha dicho que mejorará la capacidad de investigación en un país donde, según Human Rights Watch, sólo se resuelve alrededor del 1% de todos los delitos.
“Vamos a dismunir los delitos de alto impacto. Van a disminuir porque hay una estrategia y se va a cumplir. Entonces hay temas donde le vamos a dar más énfasis ahora del que se le dio en el gobierno del (ex) presidente López Obrador, pero seguimos creyendo que la seguridad y la paz son fruto de la justicia”, indicó Sheinbaum en una rueda de prensa.
Guerrero está en una lista de estados mortales en los que Sheinbaum dijo que concentraría recursos. Pero en las calles de Chilpancingo, casi desiertas a las 8 p.m. porque los residentes temen salir después del anochecer, muchos dijeron que habían perdido la esperanza de que mejorara la situación.
Con información de Reuters