«Comienzas a volverte loco»: Hombre occidental relató traumáticos 5 años en una cárcel para extranjeros de China

Un australiano llamado Matthew Radalj develó en una reciente entrevista con la BBC cómo fueron los cinco años que pasó en la Cárcel N°2 de Pekín, uno de los centros penitenciarios para extranjeros de China. Aseguró haber sido torturado y expuesto a situaciones muy complejas.
“No se nos permitía ducharnos ni asearnos, a veces durante meses. Incluso el baño solo podía usarse en momentos específicos, y estaban sucios: los desechos de los inodoros de los pisos superiores constantemente nos caían encima”, fue una de las situaciones que expuso.
De acuerdo al citado medio, fueron varios los exreclusos que hablaron sobre la situación carcelaria en dicho país, aunque prefirieron no entregar nombres para evitar más problemas. En el caso de Radalj, no podrá ingresar al país asiático en 10 años.
El caso de Matthew Radalj
El hombre, que a fines de 2024 volvió a vivir a su natal Melbourne, aseguró que su detención en China se produjo un 2 de enero de 2020, luego de haber tenido un entrevero con el dueño de un local de insumos tecnológicos, al no llegar a acuerdo por el valor de reparación de la pantalla de un teléfono celular.
En ese entonces fue detenido y, según expone, obligado a aceptar culpabilidad por el supuesto robo de un móvil. Debió firmar supuestos documentos engañosos y aceptar una condena de cinco años.
En su relato, su primera etapa ocurrió en una unidad de adaptación. Se trata de un centro que habría tenido pésimas condiciones, poca agua y alimentos. Posteriormente, fue llevado hasta la cárcel antes mencionada, en la capital del país oriental.
“Estaba en muy malas condiciones cuando llegué. En la primera comisaría en la que estuve me golpearon durante dos días seguidos. No había dormido, comido ni bebido agua durante 48 horas y luego me obligaron a firmar una gran pila de documentos”, recordó.
La población penal habría estado compuesta básicamente por personas de África, Pakistán, Afganistán, Reino Unido y Estados Unidos. Las celdas estaban hacinadas, con luces prendidas durante toda la jornada, además de guardias que imponían castigos sumamente severos, a la mínima falta, de acuerdo a Radal.
Algo que llamó la atención del hombre fue una especie de tortura psicológica que existiría en aquella zona, la cual tendría relación con un “sistema de puntos por buena conducta”.
El ciudadano australiano sostuvo al citado medio que esto consistía en un mecanismo donde reos eran premiados con puntos en caso de realizar “acciones positivas”. Entre ellas estaban: “leer literatura del Partido Comunista, trabajar en la fábrica de la prisión o delatar a otros presos”.
La idea era, según el aludido, juntar 4.200 puntos para optar a una posible reducción de condena. No obstante, asegura, esto nunca se llevaba a cabo, ya que los guardias buscaban imponer sanciones justo a los internos que estaban cerca de llegar a la meta. De esta forma, siempre se llegaba a foja cero.
“Si cruzabas una línea marcada en el suelo y te atrapaba un guardia o una cámara, serías castigado. Lo mismo si no hacías tu cama correctamente según el estándar militar o no colocabas tu cepillo de dientes en el lugar correcto de la celda”, expresó sobre los castigos.
Lo cierto es que gran parte de la vida en prisión de Matthew Radalj ocurrió en medio de las estrictas medidas por la pandemia del COVID 19. Por lo mismo, pasó un tiempo largo en aislamiento.
“Empiezas a volverte loco, te guste o no, y eso es exactamente para lo que está diseñado el aislamiento. Así que tienes que decidir muy rápido si tu cuarto es muy pequeño o muy, muy grande. Después de cuatro meses, simplemente empiezas a hablar solo todo el tiempo. Los guardias pasaban y preguntaban: ‘¿Estás bien?’. Y tú respondes: ‘¿Por qué?’. Ellos dicen: ‘Porque estás riéndote»”, sentenció.
El hombre fue liberado 5 de octubre de 2024 y volvió a los pocos días a su país. Confiesa que nunca más regresará a China.
“Siento una gran gratitud al ser libre. Tienes una apreciación más profunda por las cosas más simples de la vida. Pero también siento una gran responsabilidad hacia las personas que dejé atrás en prisión”, concluyó.
Un informe del Pew Research Center (EEUU), en 2018, detalló que China tenía 1.6 millones de presos, lo que dejaba una tasa de 118 personas encarceladas por cada 100.000 habitantes.
No obstante, el mismo documento aseveraba que existían otros 650.000 individuos en centros de detención administrativa, por lo que se determinó que aún faltaba información.