Historia antigua: Cavar un pozo cuando se tiene sed
Cavar un pozo cuando se tiene sed es una frase antigua que se aplica cuando se trata de resolver los problemas solamente cuando se transforman en crisis y ya es demasiado tarde.
Esta historia nos da un claro ejemplo de ello.
En la antigua China había un joven rey muy egocéntrico llamado Zhao Gong, que disfrutaba de ser adulado y de los placeres que le facilitaba su cargo. Además, por ser tan joven, muchas personas se ocupaban de él y trataban de ayudarlo, pero mientras más lo hacían, más arrogante se volvía el joven.
Durante el Período de Primavera y Otoño*, por unos desacuerdos internos, Zhao se vio obligado a abdicar de su cargo y a dejar el país.
Un sabio le preguntó: “Usted es muy joven todavía y sin embargo ha perdido su estado. ¿Sabe por qué?”
Zhao le respondió: “Por ser tan joven, mucha gente se ha ocupado de mí pero yo nunca los he tratado bien ni los he escuchado. Ahora, no tengo ayuda ni apoyo de nadie. Soy como la hierba de otoño, que tiene las raíces secas pero las hojas y las ramas parecen todavía bellas. Al menor soplo, se desarraigan”.
El sabio pensó que lo que había dicho era muy razonable, así que se lo contó a otro sabio y le preguntó: “Si ayudo a Zhao a recuperar su cargo, ¿se convertirá en un rey amable y bueno?”.
Este respondió: “No. Esas personas se vuelven fácilmente complacientes y piensan que son capaces. Cuando se ahogan o se pierden, es debido a su descuido y al hecho de no haber prestado atención ni al camino ni a la dirección. Tratan de comprender la naturaleza del agua solamente cuando están a punto de ahogarse. Preguntan por la dirección solamente cuando están perdidos. Cuando un estado está en crisis, el pueblo comienza a producir armas y cuando la gente ve que sus víveres disminuyen, comienzan a cavar un pozo para conseguir agua. Aunque son acciones rápidas, ya es demasiado tarde”.
El otro sabio reflexionó sobre el tema y desistió de su idea de ayudar a Zhao a recuperar su poder.
A contrario de Zhao, las personas sabias y diligentes hacen planes concretos y se ponen objetivos con un plazo para cumplirlos. Asimismo, los buenos funcionarios anteponen el interés de los demás sobre el suyo propio, tratan de ser humildes y dejar de lado la arrogancia, ya que como al protagonista de esta historia, puede hacerles perder más de lo que en realidad ganaron.