Fútbol, política y heridas históricas: cómo el ‘hombre del tanque’ jugó un rol en enfrentamiento entre China y Corea del Sur

Comentario
El 11 de febrero, lo que debería haber sido un partido de rutina de la Liga de Campeones de la AFC entre el Shandong Taishan de China y el Gwangju FC de Corea del Sur se convirtió inesperadamente en un espectáculo políticamente cargado, según Zhao Lanjian, un ex profesional de alto nivel de los medios de comunicación de China.
¿La razón? Un enfrentamiento entre hinchas que tuvo un profundo significado histórico. Pero como el incidente afectó a dos de los acontecimientos políticos más sensibles del este de Asia (el Levantamiento de Gwangju de 1980 en Corea del Sur y la represión de la Plaza Tiananmen en China en 1989), todas las noticias relacionadas fueron rápidamente censuradas en China continental. Los medios de comunicación en idioma chino permanecieron en silencio colectivo, mientras que en Corea del Sur sólo aparecieron informes dispersos.

Una batalla de símbolos políticos
El conflicto se desató cuando los hinchas del Shandong Taishan exhibieron en las gradas una foto del expresidente surcoreano Chun Doo-hwan. Chun, el líder militar responsable de reprimir violentamente el Levantamiento de Gwangju, sigue siendo una figura ampliamente repudiada en la ciudad. Para los habitantes de Gwangju, este acto fue una provocación flagrante. En respuesta, después del partido, varios autos llenos de hinchas de Gwangju llegaron al estadio, cada uno con una foto del icónico “Hombre del Tanque” de las protestas de la Plaza Tiananmen de 1989, un contraataque directo contra los hinchas chinos.
La imagen que se veía fuera del estadio era impactante: de un lado, una imagen de Chun Doo-hwan, un dictador cuyo legado está manchado por la brutal represión de los activistas por la democracia en Corea del Sur; del otro, el “Hombre del Tanque”, un símbolo de desafío al pasado autoritario de China. En un solo momento, dos historias diferentes pero inquietantemente similares se enfrentaron en un enfrentamiento visual sin precedentes.
Para los fanáticos de Gwangju, invocar al “Hombre del Tanque” fue un acto deliberado de resistencia histórica. El Levantamiento de Gwangju, un movimiento pro democracia aplastado por el gobierno de Chun en 1980, resultó en cientos, posiblemente miles, de muertes. La masacre sigue siendo una dolorosa cicatriz en la historia de Corea del Sur, y cualquier glorificación percibida de Chun se considera un insulto a las víctimas.
Mientras tanto, el “hombre del tanque” sigue siendo una de las imágenes más perdurables de la resistencia democrática en China, un recordatorio del movimiento pro democracia que el gobierno chino ha trabajado incansablemente para borrar de la historia. Al utilizar esta imagen, los hinchas de Gwangju tocaron una fibra sensible, exponiendo una herida que China se niega a reconocer, elevando así la disputa entre los hinchas a un acontecimiento políticamente explosivo.
Si este incidente se hubiera limitado al ámbito deportivo, podría haber quedado rápidamente en el olvido. Pero cuando Chun Doo-hwan y el “hombre del tanque” aparecieron en el mismo estadio, el partido se convirtió en algo más que un simple partido de fútbol: se convirtió en un enfrentamiento ideológico e histórico entre Asia Oriental y China.
La respuesta de Beijing
Reconociendo la sensibilidad política de la situación, Beijing puso en marcha rápidamente una estrategia de múltiples frentes para reprimir la controversia:
- Censura en las redes sociales
En cuestión de horas, las discusiones sobre el incidente fueron borradas de plataformas chinas como Weibo y Zhihu. Palabras clave como “fanáticos de Gwangju”, “Chun Doo-hwan” y “4 de junio” fueron bloqueadas. Incluso publicaciones neutrales que simplemente describían los eventos fueron borradas. - Gestión de la narrativa mediática
Aunque la historia recibió una amplia atención en Corea del Sur, los medios estatales chinos evitaron por completo cualquier referencia a sus implicaciones políticas. Los informes solo mencionaron «la conducta controvertida de los fanáticos de Shandong», mientras que omitieron las pancartas de Chun Doo-hwan y la respuesta del «hombre del tanque» de los fanáticos de Gwangju. El incidente se replanteó deliberadamente como una disputa aislada entre fanáticos en lugar de una confrontación políticamente simbólica. - Control preventivo de daños por parte del Shandong Taishan FC
Antes de que las autoridades chinas pudieran intervenir, el Shandong Taishan tomó medidas rápidas, prohibiendo permanentemente la entrada a los aficionados implicados y emitiendo una disculpa oficial al Gwangju FC. Esta medida no solo tenía como objetivo mitigar las posibles sanciones de la AFC, sino que también indicaba a los reguladores chinos que el club había tomado medidas para calmar la situación, haciendo innecesaria una mayor intervención estatal.
Corea del Sur se pronuncia, China guarda silencio
En Corea del Sur, la cobertura mediática se centró en dos grandes narrativas: “Los aficionados de Gwangju fueron provocados” y “la respuesta de censura de China”. El Chosun Ilbo escribió: “Esto no fue solo un altercado entre aficionados; fue el descubrimiento accidental de profundas heridas históricas entre las dos naciones”. En las redes sociales, surgieron debates sobre si Gwangju debería resistirse a cualquier presión de China para restarle importancia al evento.
Los medios occidentales mostraron un interés limitado, aunque algunos medios extranjeros en idioma chino, incluidos The Epoch Times y Radio Free Asia, cubrieron ampliamente el incidente, centrándose principalmente en la censura de Beijing en lugar de la disputa de los fanáticos en sí.
El dilema de la AFC
La Confederación Asiática de Fútbol (AFC) ha mantenido durante mucho tiempo que el fútbol debe mantenerse separado de la política. Sin embargo, las controversias políticas en el fútbol asiático son cada vez más difíciles de ignorar. Desde los aficionados de Hong Kong que abuchearon el himno nacional de China en 2019 hasta los jugadores iraníes que se negaron a cantar el suyo en la Copa del Mundo de 2022, y ahora el incidente del Shandong Taishan contra el Gwangju FC, el deporte se está convirtiendo cada vez más en un escenario de conflictos geopolíticos.
El Gwangju FC ha presentado una denuncia formal ante la AFC, solicitando una investigación sobre las acciones de los aficionados del Shandong. Sin embargo, dada la extrema sensibilidad del asunto en China, no está claro si la AFC tomará medidas disciplinarias o intentará restarle importancia al asunto.
Ramificaciones futuras
Es probable que este incidente dé lugar a regulaciones más estrictas para los aficionados al fútbol chino en los partidos internacionales, por tres razones clave:
- La AFC podría introducir normas más estrictas para impedir que aparezcan símbolos políticos en los estadios
Dadas las controversias pasadas que involucran a los aficionados chinos, la AFC podría introducir normas más estrictas para impedir que aparezcan símbolos políticos en los estadios. - El gobierno chino intensifica el control sobre los aficionados que viajan
Tal como hizo con los aficionados de Hong Kong en 2019, Beijing puede comenzar a controlar a los aficionados chinos que viajan a partidos internacionales para evitar incidentes políticamente sensibles en el extranjero. - Los clubes de fútbol chinos mejoran la seguridad en sus estadios
Para evitar más controversias, los clubes de fútbol chinos podrían implementar controles de seguridad más estrictos en los partidos internacionales y potencialmente exigir a los fanáticos que firmen acuerdos comprometiéndose a abstenerse de expresiones políticas.
La ineludible realidad política
El fútbol es un juego, pero cuando las heridas históricas y los agravios políticos se derraman en el estadio, el deporte se transforma en un campo de batalla de la memoria y la ideología nacionales. El choque entre los hinchas del Shandong Taishan y del Gwangju FC no solo reveló las sensibilidades políticas profundamente arraigadas en el este de Asia, sino que también demostró cómo el fútbol se ha convertido en una extensión de disputas históricas más amplias.
A pesar de la gran atención que recibió este incidente en Corea del Sur, fue rápidamente borrado del panorama digital de China. Sin embargo, si bien las noticias pueden censurarse, la historia no puede borrarse.
Mientras los aficionados chinos al fútbol siguen participando en los deportes internacionales, ¿volverán a surgir enfrentamientos similares? Y, de ser así, ¿cómo responderá Beijing la próxima vez? Tal vez la próxima respuesta se dé en las gradas de otro estadio, donde la historia y la política volverán a colisionar.