Ex funcionario chino advierte sobre la creciente represión transnacional por parte de Beijing e insta a Occidente a responder

En una entrevista reciente con el medio asociado a Mundo Libre, Vision Times, Li Chuanliang, ex vicealcalde de la ciudad de Jixi, en la provincia china de Heilongjiang, alertó sobre la intensificación de la campaña de represión transnacional del Partido Comunista Chino (PCCh). Actualmente exiliado en Estados Unidos, Li describió cómo el PCCh ha elevado sus esfuerzos para silenciar la disidencia en el extranjero a la categoría de estrategia nacional, empleando una sofisticada combinación de manipulación mediática, guerra legal y tácticas de intimidación.
La represión transnacional como estrategia de Estado
Li enfatizó que, bajo el liderazgo de Xi Jinping, el PCCh ha transformado la represión transnacional en un componente central de su estrategia de control global. «Este no es un fenómeno aislado», afirmó Li. «Surge del deseo del PCCh de dominar el mundo». Señaló el apoyo de China a Rusia en la guerra de Ucrania y la expansión de la Iniciativa de la Franja y la Ruta como evidencia de las ambiciones de Beijing de influir en los asuntos globales.
Según Li, la experiencia interna del PCCh en la represión de la disidencia —perfeccionada durante la pandemia de COVID-19 y en respuesta a movimientos como la «Revolución del Libro Blanco»— se ha exportado al extranjero. Los objetivos no se limitan a los disidentes políticos, sino que también incluyen a grupos religiosos como los cristianos y los practicantes de Falun Gong, así como a ciudadanos comunes que desafían la autoridad del régimen.
La guerra mediática y jurídica en primera línea
Li destacó el papel central de la guerra mediática en la represión transnacional del PCCh. Reveló que el Departamento de Propaganda del PCCh ostenta un poder considerable, incluso en las más altas esferas del gobierno, ya que el control de los medios se considera esencial para moldear la opinión pública. «Desde su fundación, el PCCh se ha destacado en el uso de los medios para manipular y engañar», afirmó Li, señalando que esta estrategia ahora se extiende al ámbito internacional.
Citó ejemplos recientes de medios de comunicación occidentales, como The New York Times, que publicaron una serie de artículos críticos con Falun Gong y Shen Yun Performing Arts, los cuales, según él, están influenciados por las campañas de desinformación del PCCh. Li también describió cómo el PCCh destina fondos especiales para reclutar a influencers de redes sociales y troles de internet para difundir propaganda y atacar a los críticos, a veces pagando decenas de miles de dólares por una sola publicación favorable.
Más allá de la manipulación mediática, Li detalló cómo el PCCh utiliza los sistemas legales y la intimidación para atacar a los disidentes en el extranjero. Relató su propia experiencia: tras criticar públicamente al PCCh en agosto de 2020, fue rápidamente investigado, sus familiares detenidos y sus bienes confiscados. «Utilizan todos los medios —personales, económicos y legales— para hacerles la vida imposible a los disidentes en el extranjero», declaró Li.
Según un comentarista político chino anónimo, el marxismo cree que «la ley es la encarnación de la voluntad de la clase dominante y una herramienta violenta del dominio de clase». El PCCh ve la ley y el sistema legal exactamente de esta manera. Cuando extienden su influencia y control a otros países, también utilizan la misma guía e intentan presentar cargos legales contra sus objetivos. Además, ejecutan una táctica típica de estilo soviético llamada: «Tráeme al hombre y te mostraré su crimen».
Respuesta y recomendaciones internacionales
Li celebró las recientes medidas de los gobiernos occidentales para contrarrestar la represión transnacional de Beijing. El Congreso de Estados Unidos ha presentado una legislación para apoyar la libertad religiosa de las comunidades chinas en el extranjero, mientras que Canadá ha aprobado una ley sobre agentes extranjeros y el G7 ha emitido una declaración conjunta condenando dichas actividades. Sin embargo, Li instó a una acción más contundente y coordinada, incluyendo la creación de plataformas especializadas para documentar e investigar en detalle los casos de represión transnacional.
También pidió una mayor investigación sobre el uso de los medios de comunicación como arma por parte del PCCh y el desarrollo de contramedidas efectivas, aprovechando las ventajas tecnológicas de Occidente.
Una crisis de valores
Como cristiano, Li describió al PCCh como «malvado» y fundamentalmente opuesto a valores universales como la verdad, la benevolencia y la tolerancia. Elogió los «Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista» por impulsar un despertar espiritual en el pueblo chino, señalando que más de 450 millones de personas han renunciado a sus vínculos con el PCCh y sus organizaciones afiliadas.
Li sigue convencido de que el PCCh tiene los días contados. «Va en contra de la voluntad del pueblo y del curso de la historia», afirmó. «Cuanto más extremo se vuelva, más pronto se derrumbará».
Por Hao Meng