Cómo eliminar el resentimiento y recuperar la alegría
El resentimiento a menudo se compara con tomar veneno y esperar que dañe al ofensor en lugar de a ti mismo, una elección imprudente sin importar cómo lo mires. Los efectos negativos del resentimiento son numerosos y van desde dolencias físicas hasta impedimentos emocionales y sociales. Es casi como atesorar la lluvia radiactiva en lugar de erradicarla; permitiéndole propagar su cáncer en lugar de deshacerse de él adecuadamente.
Es natural sentirse inicialmente enojado y herido cuando te han tratado injustamente; pero para avanzar de forma positiva y saludable, es fundamental procesar estas emociones y dejarlas ir. Si eres un rencoroso crónico, puedes ver esto como una tarea difícil; pero con los solventes correctos, incluso el resentimiento más obstinado puede eliminarse. La racionalidad, la empatía y la fe son tus aliados en esta batalla. Veamos cómo activarlos.
Autorreflexión racional
Cuando alguien te lastima (emocional, física, económica o socialmente), lo más probable es que tus preocupaciones iniciales sean egocéntricas. Te sientes ofendido, enojado o humillado; y te molesta esa persona por «hacerte» sentir de esa manera. En lugar de dejarte llevar por un camino oscuro por tus emociones negativas, puedes tomar las riendas y guiarlas hacia el camino elevado del perdón. Para ver por qué, revisemos algunos de los impactos negativos que el resentimiento puede tener en tu salud y bienestar.
Según la medicina tradicional china, la ira y el resentimiento son las emociones asociadas con el hígado, el órgano interno integral para la digestión y el flujo continuo y rítmico de energía y sangre por todo el cuerpo. La irritabilidad, las molestias digestivas, el síndrome premenstrual, los ojos secos, los dolores de cabeza y la tendinitis pueden ser síntomas de un desequilibrio hepático, que generalmente se atribuye a la ira, el resentimiento y la frustración reprimida.
La medicina occidental también reconoce el impacto de la ira y el resentimiento en nuestra salud.
Puede parecer obvio que albergar emociones negativas fuertes como la ira, la amargura y el resentimiento afectará tu salud mental. Es probable que las personas resentidas experimenten más ansiedad, estrés, comportamiento agresivo y depresión; todo lo cual puede, a su vez, afectar tu salud física.
Se sabe que el estrés crónico afecta muchas funciones corporales; incluyendo los sistemas digestivo, inmunológico y reproductivo, el sueño y la salud cardiovascular. El asma, los dolores de cabeza, el insomnio, la mala digestión y las enfermedades cardíacas son quejas comunes entre las personas con altos niveles de estrés.
La ira excesiva también se ha relacionado con el deterioro cognitivo, con la posible degradación de las habilidades para tomar decisiones, la memoria y la percepción de la realidad, lo que genera situaciones sociales difíciles.
Una persona resentida es difícil de complacer y puede exhibir un comportamiento antisocial. Incluso si no lo hacen, haber demostrado ser un guardián de rencor puede hacer que otros minimicen el contacto por temor a una ofensa no intencionada. El resentimiento también puede arruinar una buena relación.
Tomando todo esto en consideración, ¿vale la pena aferrarse al resentimiento? Imagínalo como una carga impositiva que llevas innecesariamente. Darse cuenta de que lo único racional que se puede hacer es dejarlo ir es un gran paso en la dirección correcta, pero el resentimiento puede estar tan profundamente arraigado que no tienes en claro cómo liberarlo exactamente.
Ejercitar la empatía
Es fácil, aunque deprimente, revolcarse en la autocompasión cuando nos lastimamos. Tal vez esperamos llamar la atención o infundir culpa, pero los resultados nunca son tan buenos como ofrecer perdón. La capacidad de perdonar te libera de la influencia continua y molesta de la ofensa, lo que hace que la vida sea más tolerable para todos los involucrados, especialmente para uno mismo.
Digamos que alguien te robó, te engañó o mintió, dañó tu reputación o abusó físicamente de ti o de alguien a quien amas. Abrumado por la emoción, es posible que encuentres estas ofensas graves imposibles de perdonar. Sin embargo, esta difícil tarea se vuelve natural cuando aprendemos a empatizar con los demás. Después de darte tiempo para reconocer y procesar tus propios sentimientos, intenta dejarlos a un lado para explorar la perspectiva de la otra persona.
¿Qué le hace comportarse así? ¿Se da cuenta de que te ha hecho daño? Lo más probable es que su ofensa no haya sido intencionada, pero incluso si lo fue, trata de encontrar una razón detrás de ella. ¿Tienen ellos mismos dificultades emocionales? ¿Puede que hayas hecho algo que les haya llevado a actuar así? ¿Han invadido los límites que nunca dejaste claros, o han desatendido tus necesidades que nunca expresaste?
Aunque no quieras dejarte llevar por la autoculpabilización, es importante que analices todas las posibilidades para poder entender realmente al objeto de tu resentimiento. Sigue indagando hasta que tengas al menos una idea de cómo se puede sentir. La empatía suaviza nuestra inclinación a tomar una ofensa como algo personal y abre nuestro corazón al perdón.
Recuerda que, si bien debes mantener un estándar alto, no puedes controlar el comportamiento de los demás. Comprende tus propias expectativas y déjalas claras. Es posible que aún estés decepcionado, pero intenta aceptar la decepción como una oportunidad para mejorar tu tolerancia.
Ten en cuenta que todos tenemos nuestros defectos y cometemos muchos errores, grandes y pequeños. Abandona el deseo de castigar. Imperfectos como somos, podemos dejar el juicio y el castigo a los poderes superiores que gobiernan el universo.
Encuentra tu fe
El resentimiento es una especie de intento primitivo y retrógrado de autodefensa. Por un temeroso deseo de evitar repetir una situación dolorosa, nos aferramos a ese dolor como una forma de protección, sin darnos cuenta de que lo que se manifiesta es un ciclo de autodestrucción. Todo esto se basa en una comprensión estrecha de nuestra existencia. Cuando echamos un vistazo a la imagen más amplia, la insignificancia de nuestros desaires personales se vuelve clara y podemos encontrar nuestro lugar en armonía con el universo.
Consideremos, por ejemplo, la naturaleza infinitamente compleja de todos los innumerables seres de la Tierra; la belleza y el misterio del universo que nos rodea; y la conciencia colectiva de las vidas en todas partes. ¿Qué inmensa sabiduría y leyes universales rigen todo lo que existe? Cuando ponemos nuestra fe en un poder superior, abandonamos el miedo. Cuando aceptamos lo que el universo ha dispuesto para nosotros, no nos sirve el resentimiento. Cuando miramos todo con asombro y admiración, no hay lugar para la ira.
Todos los grandes sabios y las religiones rectas nos aconsejan que evitemos actuar con ira o albergar resentimiento. La Biblia aborda este tema muchas veces, quizás de manera más explícita en Romanos 12:17-21 NVI:
“No paguéis a nadie mal por mal, sino procurad hacer lo que es honroso a la vista de todos. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, vivid en paz con todos. Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dejadlo a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
El budismo ve la ira como uno de los tres venenos responsables de todo el sufrimiento en la tierra. Uno debe purificarse de los tres venenos para iluminarse a la Verdad.
En el Tao De Ching, Lao Zi describió las virtudes requeridas para la unidad con el cielo:
Un buen soldado no es violento.
Un buen luchador no está enojado.
Un buen ganador no es vengativo.
Un buen empleador es humilde.
Confucio dijo: «Si esperas grandes cosas de ti mismo y exiges poco de los demás, mantendrás lejos el resentimiento… Las exigencias que hacen las buenas personas son para ellas mismas; las que hacen las malas, para los demás».
Disolviendo el resentimiento
Saber muy bien que es necesario eliminar el resentimiento no lo hace necesariamente fácil. Puede ser un proceso largo y difícil para superar resentimientos profundamente arraigados, pero se puede hacer.
Por el bien de tu salud física y mental, para salvar tus relaciones deterioradas y restaurar una vida de alegría y plenitud, toma la lucha contra el resentimiento como un esfuerzo serio y hazlo sistemáticamente para erradicarlo de una vez por todas.
Reconoce tus resentimientos y derríbalos
El siguiente ejercicio, adaptado del efectivo programa de doce pasos desarrollado para la recuperación del comportamiento autoabusivo, puede guiarlo a través del proceso de disolver el resentimiento. Todo lo que necesitas es un lápiz y papel, un corazón dispuesto y la determinación de seguir adelante.
- Haz una lista (podría ser larga) de todas las personas/entidades hacia las que sientes resentimiento y anota qué causó el resentimiento. Enumere cada resentimiento por separado para cualquier personaje con múltiples ofensas. Asegúrese de enumerar todo, incluso si parece trivial o lo hace sentir despreciable. Date espacio para agregar resentimientos adicionales que podrían recordarse más adelante.
- Ahora, reconoce cómo cada resentimiento afecta tu vida. Reflexiona sobre cómo te hizo sentir la injusticia y contra qué intentas protegerte subconscientemente a través de estos resentimientos. ¿Una traición causó una falta de confianza? ¿La humillación hizo que te volvieras demasiado tímido? ¿Dejaste de hablar porque sentiste que no te escuchaban? Examina exactamente cómo cada resentimiento ha moldeado tu identidad e impactado tu capacidad de sentir emociones positivas como confianza, amor, esperanza, seguridad y alegría.
- A continuación, emplee la empatía y considere la perspectiva del ofensor. Si es posible, escriba varias cosas positivas relacionadas con él y recuerde las formas en que atesora su relación, posiblemente el motivo de este ejercicio. Esto debería abrir las puertas al perdón.
- Finalmente, deberás analizar de manera crítica el papel que desempeñó en cada ofensa. Considera cómo podrías haber manejado las cosas de manera diferente y haber llegado a un mejor resultado. ¿Fallaste en comunicar tus necesidades? ¿Fuiste irrespetuoso o poco amable? ¿Fueron sus expectativas poco razonables? ¿Es posible que hayas malinterpretado sus palabras o acciones? ¿O llevas años culpándote por algo que no era tu culpa? Aquí es donde los resentimientos realmente deberían comenzar a desmoronarse.
Trabajar con seriedad en esta tarea puede ser doloroso, pero no solo facilitará la liberación de viejos resentimientos; el proceso también lo ayudará a identificar y controlar tus pensamientos y comportamientos que conducen a nuevos resentimientos. Ya sea que decidas perdonar a tus intrusos en persona o simplemente en tu corazón, no importa mucho, pero asegúrate de hacerlo con sinceridad. Puedes optar por mantener el ejercicio como un recordatorio de su arduo trabajo o grabarlo para completar el proceso de dejarlo ir.
Ejercita la autocompasión durante todo el proceso y sé paciente. Varios años de algo acumulado rara vez se disuelven de la noche a la mañana.
Recuerda mirar cada situación racionalmente, comunicando tus expectativas y decepciones según sea necesario; abre tu corazón para comprender y perdonar a los demás; y ten fe para aceptar lo que es, y renuncia al deseo de controlar lo que no puedes. Con determinación, puedes esperar disfrutar de una mejor versión de ti mismo, una persona llena de satisfacción en lugar de resentimiento.
Tenga en cuenta: el perdón es un estado mental positivo que puede ayudar a restaurar la salud, la vitalidad y las relaciones, pero no significa ignorar y aceptar el comportamiento abusivo. Debes diferenciar si una relación es saludable o tóxica, y confiar en la racionalidad en lugar de las emociones para tomar decisiones importantes en la vida. Incluso cuando una relación debe terminar, es importante perdonar a la persona en tu corazón: el resentimiento no debe ser la causa de la separación.