El régimen comunista chino censura a sus propios medios de comunicación para encubrir un incidente fatal
El 13 de marzo, una devastadora explosión en Yanjiao, provincia de Hebei, China, provocó múltiples muertes. La explosión, que tuvo lugar a primera hora de la mañana, fue seguida de una espesa humareda y varias explosiones posteriores. Los testigos presenciales informaron haber escuchado “tres o cuatro explosiones”, que provocaron daños a vehículos y edificios y lesiones a transeúntes por los escombros voladores.
A pesar de los informes oficiales del Partido Comunista chino (PCCh) que afirman siete muertes y 27 heridos, sin que existan factores que pongan en peligro la vida de los heridos supervivientes, el escepticismo público ha ido en aumento.
Aunque los funcionarios afirmaron que el incidente se debió a una “fuga de gas en un oleoducto”, las explicaciones fueron extrañas y poco convincentes, lo que generó críticas y debates generalizados en las redes sociales chinas.
En respuesta al desastre, el PCCh pareciera haberse involucrado en un patrón familiar de censura y represión. Los informes indican que los reporteros de la Televisión Central de China (CCTV), normalmente vistos como portavoces del país, fueron apartados y “se les impidió agresivamente” cubrir los acontecimientos en Yanjiao. El silenciamiento de los medios estatales subraya la gravedad de la situación y hasta dónde puede llegar el PCCh para mantener el control sobre la narrativa, señalan los informes.
Testigos presenciales y empleados de tiendas locales cerca del lugar de la explosión compartieron sus desgarradoras experiencias mientras relataban el impacto inmediato y la confusión tras las explosiones. Más controversia surgió a partir de un vídeo que mostraba la demolición durante la noche del edificio en cuestión, que fue similar a la acción policial tomada después de la colisión del tren de alta velocidad de Wenzhou en 2011 , que se cobró 38 vidas dejó más de 200 heridos. Los vídeos han despertado acusaciones de encubrimiento de la verdad.
También han surgido especulaciones sobre la causa real de la explosión y algunos la vinculan con preocupaciones sobre actividades de construcción cercanas que podrían comprometer la seguridad de los residentes. Un incidente anterior llevo a residentes a protestar por la proximidad de la construcción de una línea de metro a edificios residenciales y cómo puede afectar la seguridad de las estructuras de edificios cercanos.
Si bien los informes oficiales atribuyeron la explosión a una fuga de gas resultante de tuberías subterráneas, una tienda local de pollo frito, que inicialmente fue vinculada al desastre, negó esta afirmación diciendo que su tienda ni siquiera usa gas para trabajar. Esta contradicción llevó a un mayor cuestionamiento de la narrativa oficial.
El acontecimiento refleja un asunto más amplia de supresión de los medios de comunicación en China -especialmente en lo que respecta a la gestión de crisis- y cómo el PCCh ejerce un duro control sobre las narrativas que se permite contar.
Pero esta supresión de la libertad de prensa va más allá de los reporteros locales y afecta a grandes entidades, como CCTV -especialmente si una historia contradice el relato oficial o expone deficiencias gubernamentales-. También ilustra hasta dónde puede llegar el PCCh para mantener su imagen.
Tragedia y censura
A raíz de las explosiones de Yanjiao, los internautas hicieron arder Weibo (una popular red social y sitio de blogs en China), criticando al gobierno por censurar sus propios medios de comunicación con el fin de controlar la narrativa y minimizar el escrutinio público.
Los expertos y lugareños también han señalado una posible negligencia relacionada con proyectos de construcción cercanos -incluyendo normas de seguridad y prácticas de excavación cuestionables por las que anteriormente protestaron los residentes-. El incidente también ha generado preocupaciones sobre las normas de seguridad y la responsabilidad del gobierno en general.
Las explosiones de Yanjiao y su posterior apagón mediático exponen una crisis más profunda dentro de las estructuras de gobierno de China. Los esfuerzos del PCCh por controlar la información no solo socavan la confianza pública, sino que también ponen de relieve problemas sistémicos profundos que no hacen más que empeorar con el tiempo. La supresión de la cobertura mediática–en particular la interferencia que enfrentan los periodistas de CCTV– sirve como un crudo recordatorio de los desafíos que enfrenta la libertad de prensa en China.
Mientras tanto, China continúa luchando contra una economía debilitada y empañada por rígidas presiones deflacionarias , una lenta recuperación luego de las políticas de “covid cero” , una crisis inmobiliaria que empeora y una demanda interna débil, todo lo cual está obstaculizando la actividad económica y la confianza de los inversores.
Durante años, el rápido crecimiento del país fue impulsado por un mercado inmobiliario en auge, traccionado en gran medida por el crecimiento demográfico y la urbanización. Pero con la industria inmobiliaria representando hasta el 20 por ciento del PIB de China y la mayor parte del patrimonio doméstico ligado a ella, la desaceleración del sector tiene implicaciones de largo alcance para la segunda economía más grande del mundo.
Por: Alina Wang