El pueblo chino busca la esperanza en medio de los cambios mundiales
Análisis de noticias
Por el Dr. Po-chih Chen para Vision Times
Un reciente comunicado oficial de China ha generado preocupación al afirmar que la tasa de desempleo juvenil ha superado el 20 por ciento. Muchos expertos creen que la proporción real de jóvenes desempleados podría ser aún mayor. Un número creciente de jóvenes ha optado por desvincularse del mercado laboral, adoptando una mentalidad de «acostarse y no hacer nada», mientras que otros dependen cada vez más de sus padres, lo que suscita preocupaciones sobre una generación de hijos dependientes profesionalmente. Estas tendencias no solo reflejan una situación económica desafiante en China, sino que también sugieren la posibilidad de una mayor inestabilidad socio-política en el futuro.
El panorama económico de China
Durante años, China ha sido comparada con una burbuja masiva, prosperando con grandes expectativas para el futuro. Estas expectativas han atraído esfuerzos e inversiones sustanciales, manteniendo un crecimiento económico consistentemente alto. Cuando se cumplen estas expectativas de crecimiento, las inversiones nacionales e internacionales aumentan, impulsando la capacidad de producción y la expansión económica general. Este ciclo positivo también ha impulsado inversiones en bienes raíces y varios sectores, manteniendo un sentido general de optimismo a pesar de las preocupaciones sobre el autoritarismo, la corrupción, la injusticia y las violaciones de los derechos humanos.
Sin embargo, con el aumento de las tasas de desempleo y una desaceleración en el crecimiento económico, especialmente en el contexto de dinámicas internacionales, muchos jóvenes chinos están perdiendo la esperanza. Además, están creciendo las preocupaciones sobre la capacidad del Presidente Xi Jinping para monopolizar el poder indefinidamente, especialmente entre aquellos que aspiran a una mayor libertad política y democracia. A medida que la esperanza disminuye, los cimientos estructurales y psicológicos del marco socio-político y económico de China corren el riesgo de debilitarse, lo que podría llevar a un colapso.
A pesar de problemas de desigualdad, corrupción, y la falta de libertades democráticas y estado de derecho, la población china generalmente ha tolerado estas condiciones debido a las expectativas optimistas de un futuro más brillante. La mentalidad predominante ha sido de paciencia, donde las personas creen que su momento de mayores ingresos, privilegios y beneficios llegará. Sin embargo, la disminución del optimismo está cambiando esta perspectiva.
A medida que la esperanza disminuye, más personas buscan caminos alternativos. Para mantener la estabilidad y evitar una mayor desilusión, China debe reconsiderar su enfoque. El foco no debe ser simplemente preservar la estructura existente, sino diseñar un nuevo marco que ofrezca a sus ciudadanos la perspectiva de un cambio positivo, corrigiendo las condiciones adversas actuales y avivando la esperanza para el futuro.
Mercado de valores
El mercado de valores de China está fuertemente influenciado por el sentimiento de los inversores, a menudo caracterizado por el optimismo o pesimismo sobre los movimientos futuros de los precios. Cuando los inversores creen que un stock en particular seguirá subiendo, se apresuran a comprar, incluso si los fundamentos de la empresa no respaldan tal entusiasmo. Este optimismo puede llevar a aumentos en los precios de las acciones, creando oportunidades de ganancia. Sin embargo, también fomenta un entorno especulativo donde las acciones pueden sobrevalorarse basadas en expectativas en lugar de rendimiento real.
Por el contrario, cuando el sentimiento se inclina hacia la expectativa de una caída en los precios de las acciones, los inversores venden apresuradamente sus participaciones para evitar pérdidas. Esta prisa por vender puede desencadenar una fuerte caída en los precios de las acciones, ya que el sentimiento negativo se convierte en una profecía autocumplida. El impacto de estas fluctuaciones en la esperanza del inversor es más visible en el mercado de valores, donde el flujo y reflujo del sentimiento puede impulsar movimientos de precios significativos.
Equilibrando el crecimiento y las preocupaciones sobre burbujas
Similar al mercado de valores, el mercado inmobiliario de China opera bajo la influencia del sentimiento del inversor, especialmente en lo que respecta a las expectativas de crecimiento y apreciación a largo plazo. En tiempos recientes, China enfrenta la reversión potencial de la trayectoria de crecimiento de su mercado inmobiliario. Los precios de la vivienda en muchas ciudades importantes están disminuyendo, y gigantes inmobiliarios prominentes, como Evergrande y Country Garden, están enfrentando desafíos. A diferencia de casos anteriores en los que las burbujas inmobiliarias podían reiniciarse en otras ciudades, los problemas actuales son casi universales, lo que dificulta prevenir una explosión generalizada de la burbuja inmobiliaria.
Durante años, China dependió en gran medida de inversiones y desarrollo inmobiliario para impulsar el crecimiento económico. Sin embargo, este enfoque ha llevado a un exceso de activos inactivos, disminución de los precios de la propiedad e inversiones estancadas. Continuar apoyando la industria inmobiliaria corre el riesgo de exacerbar estos problemas, lo que dificulta aún más su abordaje. China debe abordar las esperanzas menguantes de acumulación de riqueza a través de bienes raíces, la disminución de las inversiones en construcción que afectan el crecimiento económico general y las perspectivas menguantes para el desarrollo económico.
Las repercusiones de la disminución de la esperanza no se limitan al sector inmobiliario. La economía en general se ve afectada por el menor crecimiento resultante de los problemas inmobiliarios y las incertidumbres económicas globales. El principio del acelerador en economía sugiere que el bajo crecimiento conduce a una menor demanda de equipos de producción, desencadenando un ciclo de inversiones decrecientes y debilitando aún más el crecimiento económico y el optimismo.
Comercio exterior y política interna
La posición de China en el escenario global está siendo objeto de un escrutinio creciente debido a una combinación de sus prácticas comerciales internacionales y desarrollos políticos internos. La nación está lidiando con críticas internacionales y llamados a boicotear lo que muchos perciben como políticas comerciales injustas, prácticas industriales y intervenciones administrativas. Además, el despliegue de su poder económico y militar para influir y coercer a otras naciones ha generado preocupaciones. Sin embargo, el liderazgo chino parece resistente a revisar sus estrategias, optando en su lugar por medidas que podrían exacerbar conflictos económicos, como la regulación estricta de las exportaciones de materias primas. Este enfoque plantea dudas sobre su efectividad y posibles consecuencias.
Al reflexionar sobre la historia, se pueden establecer paralelos. En la era de la Dinastía Qing, antes de la fundación de la República Popular China, las Guerras del Opio vieron la estrategia del General Lin Zexu de retener el té de los británicos, bajo la creencia de que dependían de él. De manera similar, existía la idea errónea de que los occidentales no podían doblar las piernas, lo que sugería que eran vulnerables cuando se les derribaba. Aunque la postura actual de confrontación de China hacia Occidente difiere significativamente de estos ejemplos históricos, comparte un sentido de pensamiento ilusorio. Si estos enfoques confrontacionales no logran los resultados deseados, existe el riesgo de desilusión pública.
Políticamente, tanto extranjeros como muchos chinos tenían esperanzas de que el desarrollo económico de China vendría acompañado de una transición hacia una sociedad libre, democrática, basada en el estado de derecho y que respetara los derechos humanos. Sin embargo, acontecimientos recientes han generado dudas sobre la realización de esta visión. Acciones como las enmiendas constitucionales de Xi Jinping para consolidar su poder, el manejo de la disidencia, la situación en Hong Kong y la política exterior asertiva de China han atenuado las esperanzas de progreso democrático. En respuesta, la comunidad internacional está alerta ante la assertividad de China, mientras que en China, los ciudadanos se debaten entre buscar oportunidades en el extranjero o enfrentarse a la corrupción, la injusticia y el gobierno autoritario. Incluso miembros del Partido Comunista Chino, incluidos altos funcionarios, pueden encontrarse desilusionados por la desviación de sus ideales o luchas políticas internas, contemplando cursos de acción alternativos.
Búsqueda de la esperanza
Mientras China navega por un paisaje global complejo, surgen preguntas sobre el papel de la retórica nacionalista y las ambiciones de dominación mundial en la formación de las aspiraciones y la moral colectivas de la nación. Si bien algunos argumentan que promover la idea de la dominación global de China puede servir como punto de encuentro para los ciudadanos, la efectividad de tal estrategia permanece incierta.
La noción de que China está destinada a convertirse en una superpotencia global se basa en la narrativa del «ascenso del Este y la decadencia del Oeste». Esta narrativa sugiere que la larga dominación de los EE. UU. está llegando a su ocaso, dando paso a un nuevo orden mundial. Sin embargo, esta narrativa carece de evidencia empírica y base científica, pareciendo más una creencia supersticiosa que una fuente creíble de esperanza para ciudadanos chinos informados y racionales.
Creer en esta narrativa también puede tener consecuencias no deseadas, ya que puede generar preocupaciones entre otras naciones sobre las amenazas externas de China, potencialmente obstaculizando el progreso de la nación. Si la búsqueda de la dominación global fallara, podría llevar a la desilusión y pérdida de esperanza entre la población china.
La influencia decreciente de los Estados Unidos no está necesariamente ligada a un plazo predeterminado de doscientos años, sino que es parte de una tendencia global más amplia hacia una mayor libertad e igualdad. En este panorama en evolución, es cada vez más difícil para cualquier nación ejercer un control hegemónico sobre otras. La influencia pasada de los EE. UU. se basaba en el liderazgo dentro de sistemas internacionales, con reconocimiento de los derechos e intereses de otras naciones. El cambio en el panorama global refleja un mundo con múltiples potencias y naciones que coexisten como iguales. Intentar desafiar esta tendencia e imponer una nueva forma de hegemonía global podría resultar perjudicial para China y su población.
Actualmente, China enfrenta desafíos económicos, incluida la llamada «trampa de ingresos medios», que presenta obstáculos para el desarrollo rápido. Como país de ingresos medios, China debe adaptarse a nuevas estrategias de desarrollo que respeten las normas internacionales y los derechos de sus propios ciudadanos. La búsqueda de un alto crecimiento y dominio global puede que no sea un objetivo realista o productivo. En su lugar, el enfoque de China debería estar en fomentar la esperanza para sus ciudadanos, ofreciendo una vida de alta calidad caracterizada por la libertad, igualdad y prosperidad, al tiempo que asegura a las naciones vecinas su compromiso con la coexistencia pacífica. Estas son las nuevas esperanzas que China debería buscar mientras continúa su viaje de desarrollo en un mundo cambiante.