El poder menguante de Xi: Generales ausentes en la ceremonia reducida del portaaviones de Fujian

Cuando el presidente chino Xi Jinping presidió la puesta en servicio del portaaviones Fujian el 5 de noviembre, lo que debía ser una demostración triunfal del poderío y la destreza naval de China puso de manifiesto hasta qué punto se ha erosionado su autoridad.

La ceremonia, celebrada en una base naval de Sanya, Hainan, fue presidida por Zhang Shengmin, recién nombrado vicepresidente de la Comisión Militar Central (CMC). Solo asistió un reducido grupo de altos funcionarios civiles, entre ellos Cai Qi, el influyente jefe de gabinete de Xi Jinping, y Zhang Guoqing, viceprimer ministro.

Pero las ausencias fueron más elocuentes que la propia ceremonia. El comandante de la Armada, el almirante Hu Zhongming, el comandante del Teatro Sur, el general Wu Yanan, y el comisario político, el general Wang Wenquan —todos ellos figuras clave en la jerarquía militar china— no aparecieron en la transmisión.

Hu lleva meses sin aparecer en público, ausentándose tanto de la recepción del Día del Ejército en agosto como del Cuarto Pleno del PCCh en octubre, lo que alimentó las especulaciones sobre su destitución. Los medios estatales confirmaron posteriormente que nueve generales de alto rango fueron removidos de sus cargos a mediados de octubre. Wu Yanan tampoco asistió al pleno, mientras que Wang, quien apareció brevemente en esa ocasión, también ha desaparecido.

“Los generales elegidos personalmente por Xi están desapareciendo uno a uno”, señaló el analista Li Linyi. “Antes incluso de que el régimen se enfrente a una guerra real, su alto mando prácticamente ha desaparecido por completo”.

El brillo y los defectos de Fujian

El Fujian, el primer portaaviones chino equipado con catapultas electromagnéticas, fue botado en 2022 e inició sus pruebas de vuelo en septiembre. Con un desplazamiento de más de 80.000 toneladas, se le considera ampliamente la respuesta de Beijing al USS Gerald R. Ford de la Armada estadounidense.

Sin embargo, las imágenes de la inspección de Xi contaban una historia diferente. Se veía a los marineros durmiendo en literas triples estrechas, más propias de un tren nocturno que de un moderno buque de guerra. En el comedor, las cámaras de la televisión estatal se detuvieron en hileras de pasteles decorados con gran esmero. Xi sonrió y comentó: «Tienen muy buena pinta».

Los espectadores no tardaron en criticar la puesta en escena. «Ninguna armada alimenta a sus marineros con bufés de postres», bromeó un internauta. «Las calorías y la nutrición están estrictamente controladas en las unidades de combate». Otro escribió: «¡Ni siquiera puedes sentarte en esas literas sin golpearte la cabeza!».

Aún más reveladora fue la demostración técnica: Xi pulsó un botón de lanzamiento para mostrar la catapulta electromagnética de la nave, pero la prueba solo lanzó un transbordador vacío, sin aeronave ni siquiera un maniquí con peso. «¿Así que nunca ha lanzado un avión de verdad?», preguntó un comentarista. «Tienen demasiado miedo de probarlo; si algo sale mal, habrá consecuencias».

Una ceremonia marcada por las ausencias

El analista militar Shen Zhou afirmó que el desarrollo del submarino Fujian estuvo plagado de concesiones en su diseño. Inicialmente planeado con catapultas de vapor, fue modificado apresuradamente a mitad de su construcción para imitar a la clase Ford, después de que Beijing observara el éxito de Washington con los sistemas electromagnéticos. «Diseñaban, investigaban y construían simultáneamente», escribió Shen. «Pero China aún carece de propulsión nuclear y otras tecnologías críticas».

Shen señaló que el Ford alcanzó la capacidad operativa solo después de 4000 lanzamientos consecutivos sin fallos. Sin una fiabilidad similar, afirmó, «el Fujian sigue siendo un símbolo, un buque de propaganda, no de poder».

El ex piloto de la Marina estadounidense, el teniente coronel Keith Stewart, se hizo eco de esa opinión, señalando que el diseño de la cubierta de vuelo del Fujian restringe los despegues y aterrizajes simultáneos, lo que reduce el ritmo operativo y la capacidad de combate.

Señales de una degradación

Los analistas afirman que la importancia más profunda del evento radica en lo que reveló sobre la posición política de Xi. El comentarista Zhou Xiaohui comparó la ceremonia del Fujian con las anteriores botaduras de portaaviones —el Liaoning bajo el mando de Hu Jintao en 2012 y el Shandong bajo el propio Xi en 2019— ambos grandes espectáculos repletos de altos dirigentes y elaborada propaganda.

Esta vez, las diferencias fueron notables. Según Zhou y otros, seis detalles destacaron:

  • Generales de alto rango desaparecidos: solo asistió el vicepresidente del CMC, Zhang Shengmin. Zhang Youxia, Liu Zhenli y Hu Zhongming estuvieron ausentes.
  • Los principales civiles que no asistieron: el primer ministro Li Qiang, el viceprimer ministro ejecutivo Ding Xuexiang y el viceprimer ministro He Lifeng se ausentaron de la ceremonia.
  • Sin revista de la guardia de honor: Xi no inspeccionó a las tropas, algo habitual en eventos anteriores.
  • Líderes militares silenciados: Los oficiales de la Armada y de la construcción naval no pronunciaron discursos, probablemente debido a la purga en curso.
  • Menor participación: Según los informes, la asistencia se redujo de aproximadamente 5.000 personas en la ceremonia de Shandong a aproximadamente 2.000.

Cobertura mediática reducida. En 2019, el retrato de Xi dominaba las portadas de los periódicos estatales; esta vez, solo aparecieron unas pocas fotos de grupo. «La disminución de la presencia visual fue innegable», escribió Zhou. «No es que Xi quisiera menos protagonismo; es que el sistema se lo concedió».

A diferencia de otros hitos militares, la cobertura propagandística de la ceremonia de Fujian se retrasó dos días y prescindió de los superlativos habituales. «Hace seis años, la puesta en servicio del Shandong ocupó todas las portadas», observó Shen Zhou. «Esta vez, el silencio sustituyó al espectáculo».

Para un líder que en su día fue retratado como el indiscutible «comandante en jefe», el tono apagado y la desaparición de los generales apuntan a un cambio profundo. Los analistas sugieren que la menguante presencia pública de Xi y el clima de nerviosismo que rodea a la cúpula militar reflejan una lucha interna de poder que ahora escapa a su control.

Nota editorial : Este informe se basa en información de medios estatales chinos, material audiovisual de dominio público y análisis de expertos independientes. Algunos detalles no han sido verificados debido a la censura vigente en China.

Por Li Deyan

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Redacción Mundo Libre
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